Secciones
Servicios
Destacamos
Fue uno de los últimos escenarios en llegar a su programación, pero las cuatro veladas de este Actual en la sala Fundición han abierto el abanico sonoro de esta edición y han brindado a los aficionados del rock la oportunidad de disfrutar cuatro diversos pero ... intensos caminos.
Que una banda, a priori, tan inhóspita y de difícil acceso para el público generalista como Toundra llenara la Fundición en la noche de este sábado es un síntoma esperanzador. Instrumentales, rocosos y esteparios, nómadas e hipnóticos, atrajeron a un público variopinto y hambriento. Y que la velada acabara con una tumultuosa danza catártica en la pista resulta estimulante.
Abrió la última noche de Actual en la Fundición Bizancio, el nuevo proyecto logroñés fundiéndose Fake Teddy con algunos integrantes de Montalbo. Con la sala ya prácticamente llena, jugando en casa, desplegó pop rock con esencia indie noventera y letras en inglés y castellano. Controlando el ritmo del concierto, su actuación fue a más con un intenso final en crescendo distorsionado.
Tras el aplauso merecido, minutos para el cambio de equipo. La peculiaridad, un escenario desnudo de micrófonos de voz. Sólo para la batería y amplificadores. A las 22.53, los cuatro Toundra se abrazaban. Y el guitarrista Esteban J. Girón, con camiseta de los rocosos californianos High on Fire, saludaba tirando de garganta al público. «¡Buenas noches, Logroño! ¡Vamos!», arengaba antes de desfilar por los primeros rasgueos de 'Magreb', de su segundo disco, en 2010. Once minutos que definen a Toundra, que comenzaron limpios meciendo al público, que fueron elevándose de la parte acústica creciendo con efectos 'delays' en secuencia insistente, envolvente y contundente, que viajaba a Mastodon.
Más
Los madrileños enlazaron con los crescendos de 'Watt', de su último disco 'Hex' (2022), que bebe stoner para recordar en sus intensidades saturadas y rasgadas a Kyuss, pero adornando David López 'Macón' punteos oscuros cual The Cure. El resultado, ambientaciones sonoras adictivas en una montaña rusa de intensidades sonoras.
Con un beso entre ambos guitarristas dieron inicio a uno de sus temas más reconocidos, 'Kitsune', de su cuarto disco de 2014, con medios tiempos que atraparon al público, y con ' El odio', saga de las más apreciadas de su última obra. Cada pieza guardaba pasajes para el protagonismo de los cuatro instrumentistas mientras el público agradecía el aire acondicionado.
Para entonces, la hipnosis sonora era absoluta en temas en los que convivían acordes rasgados y rocosos con punteos melódicos, en los que formaban bucles de arpegios con delay generando una atmósfera de amplios espacios sonoros, de ecos adictivos. Y, cuando el público se dejaba llevar y mecer, reventaban con poderosa distorsión hasta estallar en una danza frenética en 'Ara caeli'. El público pidió más. El bis fue enfervorecido en la pista. 'Cobra', 'Ruinas' y 'Cielo negro' pararon el tiempo en un viaje hipnótico lleno de colores sonoros y tonales que hizo volar cuerpos y cabezas. Ovación larga.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.