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La estrategia de defensa de Adriana Ugueto, la madre de Carolina, pasa por atacar a su madre, Olga Febles, que se suicidó arrojándose a las aguas del río Ebro en la tarde del 26 de enero del 2020. Esa es la tesis que, sin acusaciones ... directas, ha defendido en la primera sesión de la vista oral que se ha prolongado hastda las 17.30 horas frente al relato de hechos que ha alumbrado la investigación y en el que se sustentan la acusación del Ministerio Fiscal, la particular (padre de Carolina) y la popular (Asociación Clara Campoamor). Así, Ugueto ha señalado de manera reiterada hacia su madre para hacerla responsable tanto de la muerte de su hija como de las heridas (compatibles con un intento de suicidio) que ella presentaba en las muñecas, en los muslos y en la zona cervical.
A preguntas del Ministerio Fiscal y de las partes, Ugueto ha recordado reiteradamente qué sucedió aquel 26 de enero desde que su madre le despertó a las 6.54 horas. «Me extrañó, me dijo que lo tenía todo, los teléfonos, mi carnet de conducir... Le preguntaba que dónde íbamos, pero por más que le preguntaba era como hablar con una pared». Ugueto ha defendido de manera reiterada que «en ningún momento» ha pensado en quitarse la vida o en hacer daño a su hija. Así, ha dicho que todas las cartas que escribió no eran misivas de despedida sino que las redactó «por si en algún momento le sucedía algo». Lo mismo ha defendido sobre los vídeos grabados. Todo, ha dicho a preguntas de la letrada del padre de Carolina, después de que «alguien rompiera un manguito de freno de su coche».
Con una sorprendente frialdad ha relatado que tras llegar al hotel a primera hora de la mañana estuvieron «viendo 'La Casa de Miki Mouse' y 'Ladybug' en la televisión hasta que se quedaron dormidas. Luego sentí un 'ras' [hace el gesto de recibir un corte en la muñeca] y 'ras'. No me pude levantar, no pude abrir los párpados, no podía levantarme».
Según su versión, se despertó «vestida, en el interior de la bañera, llena de sangre y con el agua hasta arriba. No sé como llegué a la bañera. Mi madre me sacaba tres cabezas y era ancha», ha declarado sin saber explicar por qué había sangre en las tres camas de la habitación y no había ningún tipo de rastro de sangre de haber sido arrastrada en el suelo de la habitación.
«No sé como saqué fuerzas para empujar la mampara de la ducha y regresar a la habitación. Vi no había nadie. Destapé a la niña. Recuerdo que la vi con un color raro. La toqué y era como gelatina. Con la debilidad que sentí, me fui a la ventana y me senté con intención de tirarme... Me faltó un segundo... Alguien me agarró del brazo», ha declarado. «Mi reacción no fue pedir socorro. Vi que no reaccionaba y pensé qué sentido tenía...»
Lo que no recuerda y sí registraron las cámaras de seguridad, fue que saliera del hotel entre las 7 y las 8 de la mañana (llegó a coger el coche y reventar una rueda al chocar con un bordillo, según le han preguntado durante el interrogatorio). Con idéntica frialdad, ha recordado que tras ser detenida «la psiquiatra le dijo que había fallecida. Yo le dije que no podía ser. No entendía porqué estaba allí... Me quedé paralizada»..
Antes de su declaración se ha dado lectura a su escrito de defensa, que asegura que aquel domingo acudieron a Logroño a petición de su madre, Olga Febles, que se alojaron en el hotel. Que Olga Febles abandonó la habitación y que se quedó ella con su hija viendo los dibujos y tomando un Colacao. Posteriormente se quedaron dormidas madre e hija sobre la cama y que a partir de ese momento todo fue una nebulosa. Cuando se despertó, argumenta el escrito, ella ya estaba llena de sangre y Carolina no se despertaba. Así, su defensa reclama su libre absolución al considerar que es una víctima más de Olga Febles.
Esa versión, en todo caso, choca con el informe de alta de la unidad de Psiquiatría del 30 de enero del 2020 (4 días después del crimen), que también ha sido leído en el inicio de la vista. Según ese documento, Adriana habría informado a los médicos de un «intento autolítico y que se ha realizado cortes en ambas muñecas, cara interna de ambos muslos y región cervical derecha». En el mismo documento médico se recoge la explicación de Adriana a los galenos: «Señala un pacto elaborado de suicidio ampliado en el que había incluido a su hija» y que «es algo meditado desde su frustración». Asimismo, el informe mental del médico forense dice que «no se han observado alteraciones psicopatológicas de entidad suficiente para un diagnóstico distinto al de trastorno de ansiedad adaptativo mixto» y que su inteligencia se encuentra dentro de los límites de la normalidad. Además, sostiene que la presencia de benzodiacepinas en la orina de la acusada «no permite establecer la afectación de sus funciones psíquicas en el momento de los hechos» y que, en todo caso, «no se aprecian alteraciones psicopatológicas de entidad suficiente que impliquen modificación de la capacidad intelectiva y volitiva en relación con los hechos».
Además, en la valoración de la personalidad de Adriana destacan rasgos rasgos de «personalidad obsesivo compulsivos, característica de una personalidad paranoide y narcisista sin configurar un trastorno de personalidad alguno».
En las puertas del Palacio de Justicia, hasta donde ha sido trasladada la única procesada por el crimen que tuvo lugar el 26 de enero del 2020, María José Valgañón, en representación del padre de la niña, ha manifestado a Europa Press que el progenitor tiene «confianza en el jurado. El padre ha sido hasta ahora muy reservado, ha sufrido muchísimo, tengo confianza en que se haga justicia con Carolina». De igual manera ha solicitado respeto.
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Alicia Redondo, por su parte, es la letrada de la acusación popular impulsada por la asociación Clara Campoamor y, como el Fiscal reclama para la única procesada la prisión permanente revisable. Redondo, antes de acceder al Palacio de Justicia, ha trasladado sus «ganas de que se haga justicia y, por fin, podamos conocer la verdad de lo que sucedió». Además ha destacado que se trata de una «niña pequeña» y ha recordado «la crueldad de cómo sucedió todo».
De acuerdo con el relato de los hechos que hace la acusación pública, la procesada y su madre, Olga Febles, habrían urdido un plan para acabar con la vida de la menor y suicidarse después. La pequeña, que entonces tenía cinco años, era fruto de una relación sentimental anterior con idas y venidas que acabó al poco de nacer Carolina.
El 25 de enero de 2020 a través de 'Booking' reservaron dos noches en el hotel Los Bracos. A las 8.15 del día siguiente se presentaron en recepción y les asignaron la habitación 404. Colgaron el cartel de no molestar en la puerta y pusieron en marcha su macabro plan. Primero le suministraron unas gotas de Noctamid a la pequeña y después de que se quedara profundamente dormida y sin posibilidad de defenderse «presionaron la boca y la nariz de la menor acabando con su vida por asfixia», según la versión que defiende el fiscal.
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Acto seguido, la acusada, con ayuda de su madre, y «guiada con la intención de acabar con su propia vida» se hizo varios cortes en muñecas, piernas y en la región cervical. Sobre las 17.16 horas de ese domingo, Olga Febles dejó la habitación del hotel y se dirigió a la zona del mirador del Ebro y allí se lanzó al agua. Su cuerpo fue hallado a las 13.30 horas del martes 28 de enero. En su bolso se encontró un envase de Noctamid, dos cuchillos cerámicos y dos memorias USB.
Antes, el lunes 27, Adriana Ugueto que aún seguía viva, se asomó varias veces por la ventana de la habitación del hotel sacando la cabeza y las piernas por el alféizar. Un vecino que vio a la mujer alertó a la Policía Nacional. Los agentes hallaron el cuerpo de Carolina sobre una de las tres camas de la habitación, tapado con la ropa de la cama, con el chupete aún puesto y toda la habitación llena de sangre.
La Fiscalía considera a Adriana Ugueto autora de un delito de asesinato con alevosía a persona especialmente vulnerable por razón de su edad, considera que concurre la agravante de parentesco y reclama prisión permanente revisable, además del pago de una indemnización al padre de la pequeña de 200.000 euros por los daños morales causados.
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