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Apenas se comunica con nadie, está ausente y evadida de una realidad que se le escapa. En ese estado de mínima conciencia se encuentra Adriana Carolina Ugueto, la madre de la pequeña Carolina, la niña de cinco años que este lunes apareció muerta en la habitación 404 del hotel Los Bracos de Logroño ... .
Entre lo poco que ha transmitido a los agentes que llevan la investigación, esta mujer, de 36 años, niega que matara a su hija. «Insiste en que se ha muerto y en ningún caso da a entender que es autora de ningún hecho». Así lo explicó ayer el delegado del Gobierno en La Rioja, José Ignacio Pérez Sáenz, al informar de las novedades de un caso que ha impactado especialmente en Haro, localidad donde madre e hija residían junto a la abuela, Olga Febles, cuyo cuerpo apareció en la mañana del martes entre maleza y zarzas en el Río Ebro, a la altura de la plaza de toros.
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MARÍA JOSÉ LUMBRERAS
La madre, que continúa en la unidad de Psiquiatría del Hospital San Pedro de Logroño en calidad de detenida, antes de desplazarse a Logroño el pasado domingo dejó escritas varias cartas en su vivienda en Haro. En las misivas, hasta seis según algunas fuentes de la investigación, explicaba que tenía intención de quitarse la vida. No fue la única. La abuela de la menor también dejó escrita al menos una en la que, al igual que su hija, declaraba su propósito suicida.
Pero si bien en las epístolas es evidente la idea premeditada del suicidio, no sucede lo mismo con las intenciones de ambas respecto de la menor porque, según Pérez Sáenz, «en ningún caso hablan de que le vayan a hacer ningún daño específicamente a ella». «Se narra una voluntad, que es tanto de la una como de la otra, de quitarse la vida y en la redacción de las cartas se hace referencia a la niña, pero no dicen que le vayan a hacer nada», detalla.
Todas las cartas fueron entregadas en el puesto de la Guardia Civil de Haro por Ramón, hermano de Adriana e hijo de Olga. Ahí las llevó el mismo lunes por la mañana al tiempo que avisó de la desaparición de la abuela, la madre y la hija. Lo que entonces desconocía es que ya habían encontrado el cuerpo de la niña sobre la cama, tapada, y sin signos de violencia. El hallazgo no fue casual. Un vecino de enfrente había alertado de que una mujer estaba asomada al alféizar de la ventana. Todo apuntaba a que quería quitarse la vida. Era la habitación en la que se alojaban madre e hija desde la noche anterior.
La madre, que presentaba varias lesiones que se había autoinfligido, fue trasladada a la planta de Psiquiatría del San Pedro, donde fue detenida la misma tarde del lunes. La abuela, aunque llegó al hotel el domingo por la mañana, se fue del mismo a primera hora de la tarde. No se supo nada más de ella hasta que el martes se localizó su cuerpo en el Ebro. A pocos metros estaba su bolso.
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Agentes de la Jefatura Superior de Policía que llevan la investigación del caso prevén tomar declaración a Adriana Carolina Ugueto en la mañana de hoy para que por la tarde, una vez que se se cumpla el plazo máximo de detención de 72 horas, pueda pasar a disposición judicial. A partir de entonces tendrá que declarar ante el juzgado de instrucción número 1, de guardia desde ayer, aunque luego este se inhibirá a favor del 3, que es al que le corresponde la instrucción.
Fuentes de la investigación confían en que, con su declaración, la mujer arroje algo de luz sobre lo que ocurrió en la habitación del hotel, aunque la actitud que ha mantenido hasta ahora no da lugar al optimismo. Y es que, en palabras del delegado del Gobierno en La Rioja, «está ausente, sigue siendo pasiva y poco colaborativa».
Adriana Carolina Ugueto se encontraba en tratamiento psiquiátrico desde hace algún tiempo. Los padres de la pequeña estaban separados desde hace varios años y su relación era complicada. Aunque la custodia la tuvo inicialmente la madre, el padre, profesor en el colegio de San Asensio, la reclamó y el juez le dio la razón. A partir de ahí, Adriana disfrutaba de una serie de visitas pactadas y este domingo debía haber devuelto a la menor con su padre, pero al no hacerlo él denunció el incumplimiento del régimen de visitas. No era la primera vez.
Esta situación complicada y el dolor que le produjo renunciar a la custodia de su hija también lo habría reflejado Adriana en las cartas de sus últimas intenciones.
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