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A lo largo de la investigación del crimen de la pequeña Carolina, salieron a la luz varias cartas y notas de despedida que tanto Adriana Ugueto como su madre, Olga Febles, dejaron escritas y escondidas sobre un armario para que fueran localizadas una vez que, ... si sus planes se hubieran cumplido, ambas y la pequeña Carolina estuvieran muertas.
Adriana, dice la Fiscalía, dejó escritas cuatro notas manuscritas en las que se despedía de su padre, de su hermano, al que llama Peke y de dos amigos íntimos. Además, grabó hasta veinte vídeos (borró 15 de ellos) en su IPAD en los que se despedía de su hermana y del resto de familiares.
A su hermano 'Peke'
La carta que Adriana Ugueto dejó escrita a su hermano, al que llama 'Peke', es la más extensa de todas y comienza, como también lo hace en otras, pidiéndole perdón y tratando de justificar su decisión. «Si estás leyendo estas líneas (...) es porque ya no estoy. ¡No quiero que te enfades por mi decisión, por favor! Ha sido difícil tomarla, pero necesito paz», le decía en la primera parte de ese escrito.
A lo largo del manuscrito, la presunta filicida asegura que lleva «seis años» sufriendo: «No recuerdo cuándo fue la última vez que reí, pero sí las que lloré. No soporto esta psicología barata que me aplican. ¿Sabes lo que dice (Carolina): 'Gracias por quererme, mamá'. Es mi hija. Si no la quiero yo, ¿quién la va a querer?».
Adriana trata también de convencer a su hermano –a quien dice que le deja su plan de pensiones con el cometido de que destine una parte a «los gemelos»– de que, pese a lo complicado que ha sido, se trata de la mejor decisión que pudo tomar, tanto para ella como para su hija: «Con este viaje, solo piensa que Carol y yo estamos juntas. Siento ser egoísta, pero es que no aguanto más este maltrato, usar a la niña… es ruin y barato», argumentaba. «Puedes pensar que ha sido una salida fácil pero no es así. ¿Cuánto más hubiese soportado esto? Doy la talla hasta el último aliento o Carol que se siente que no la quiero-queremos y que la echamos de casa ¿Cuánto más?», cuestionaba a su hermano.
«No estés triste, ni te llenes de rabia… Estaremos bien. Descansaré», relataba en la carta Adriana Ugueto, que también llegó a grabar hasta 20 vídeos de despedida en su Ipad, de los que finalmente borró 15. «Solo busca en el cielo la estrella que más brille que esa seremos nosotras que te estaremos observando. Siempre dije que si moría mis cenizas fuesen al mar, hoy te digo que lo que queráis, solo sé que descansaré, lo necesitó cariño, no puedo más».
A su mejor amiga
Entre las notas manuscritas que dejó Adriana, los investigadores detectaron una destinada a una amiga íntima en la que le dice que, mientras escribe esas líneas y con los planes ya decididos, empieza a sentirse reconfortada por la decisión tomada.
«Neny, no te sientas mal, amiga. Esto es una carrera a fondo y mi meta llegó ya», inicia la misiva que ha recogido en su escrito de acusación el Ministerio Fiscal. Adriana le dice a su compañera que mientras está escribiendo las cartas de despedida, «solo siento paz, amiga».
Y es que, en ese momento, se reconoce superada por todo lo que le ha tocado vivir desde el nacimiento de Carolina. La Fiscalía recuerda que apenas medio año después de nacer la menor, la pareja se separó, lo que abrió un intenso conflicto entre ambos por la custodia de la niña, que finalmente acabó siendo concedida al padre. «Necesito descansar de todo esto... Me siento orgullosa de haber aguantado hasta el fin, pero… ya no puedo más», le escribió a su amiga.
A su padre
Entre las cartas que la familia localizó en lo alto de un armario, escondidas para que nadie las localizara antes de que ellas completaran su plan, una de las que rubrica Adriana está dirigida a su progenitor. A modo de introducción, como hace en otras de las misivas, asegura que la escribe en sus «plenas facultades mentales». En su momento Adriana recibió tratamiento psiquiátrico.
«Sinceramente, no sé qué decirte. Si estás leyendo esto es porque yo ya no estoy. No te sientas mal, ni pienses que has hecho algo mal, no quiero que sientas culpabilidad», le explica a su progenitor, que más de dos décadas atrás decidió dejar junto a su familia su Venezuela natal para instalarse primero en Burgos y, posteriormente, en Haro.
Adriana le reconoce que su vida pivota en torno a su hija, que ella es la pieza clave y que está dispuesta a hacer todo lo necesario para protegerla del mal que terceras personas puedan estar inflingiéndole. «Papá, mi vida es Carolina, como la tuya tus hijos. Yo quería que nuestro círculo fuese mama, Carol, tu y yo, pero no aguanto más. ¿Sabes lo que es que Carolina me diga 'Mama yo quiero estar contigo'? ¿O que llegue sin higiene o esté llena de moluscos (sic)? O como hoy, que tiene una tos. Tenía una carita de pocha, papa. Mi hija sufre mis errores. Y ahora, esta guerra sin sentido donde utiliza a la niña. No pienso permitirlo papá. Así como tú me proteges debo hacer lo mismo», argumenta.
«Lo siento mucho papá, pero ahora que tengo a Carolina a mi lado, en este instante, creo que hago lo correcto. Ella hoy decía 'mami, no quiero volver, solo estar contigo'. Estoy tranquila, así que solo te pido perdón por todo, te queremos», completa en una misiva que es especialmente dura contra el padre de Carolina y su familia, a los que veladamente acusa de tratar de alejar a la niña de ella. La justicia le había retirado a Adriana la guarda y custodia y se la había dado al padre.
Al marido de su mejor amiga
La última de las cartas que dejó escrita Adriana Ugueto antes de tomar la decisión, que finalmente no llevó a efecto, de suicidarse era para otro de sus amigos, el marido de su mejor amiga (a la que también remitió un texto).
A este le traslada su situación personal y, como a varios de los anteriores, Adriana le dice que ya se encuentra bien después de mucho tiempo de sufrimiento. «Estoy tranquila», escribe anunciándole su decisión de dar por finalizados sus días: «Llegó la hora de cerrar los ojos y pasar a otro plano donde podemos tener tranquilidad...», le dice.
También habla de cómo tenía prevista que fuera su despedida y que no era partidaria de que, una vez fallecida, se realizara acto alguno. «Yo pedí que no hubiese velatorio. Sabes que no me gusta mucho eso. Más bien nada…», le recuerda agradeciéndole el apoyo que a lo largo del tiempo le ha prestado a ella y a Carolina: «Siempre has estado ahí para nosotras y siempre estaremos ahí. No es un adiós, es un hasta luego».
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