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Cinco días antes de que Olga Febles se arrojara al Ebro y de que su hija, Adriana Ugueto, intentara quitarse la vida saltando desde la ventana de la habitación del Hotel Los Bracos en donde yacía el cuerpo sin vida de su hija Carolina, ... la matriarca de la familia se puso en contacto con diferentes medios de comunicación y partidos políticos solicitando ayuda. Era el 21 de enero y en su mensaje, publicado ahora por el Diario El Mundo, buscaba a alguien que quisiera escuchar la historia de su estafa: «Buenas tardes, necesitamos su ayuda, mi madre ha recibido amenazas de muerte por parte de la ONU ya que posee información crucial de la organización, de cómo funcionan y cómo estafan a la gente sus propios miembros». Menos de un semana después cuando un vecino de la calle Bretón de los Herreros alertaba de la presencia de Adriana Ugueto en el alféizar de una ventana del hotel la tragedia comenzaba a aflorar y la Policía Nacional acababa deteniéndola acusada de la muerte de su hija.
Antes de buscar la ayuda de los medios y de los partidos políticos, Febles ya había seguido los cauces habituales y había tramitado una denuncia en la comisaría de la Policía Nacional de Miranda de Ebro; después, antes de arrojarse al Ebro, dejó escritas varias cartas en las que trasladaba a los más allegados su realidad: «Llevo seis meses luchando y sufriendo con esto y no puedo más. Mi vida es un infierno», decía en una de ellas.
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En su relato de hechos trasladado a los medios de comunicación y formaciones políticas, hablaba de un tal James Raymond, quien presuntamente le embaucó a través de las redes sociales. La información publicada por El Mundo incluye varios párrafos textuales de su comunicado. «James Raymond, ingeniero naval de nacionalidad inglesa que trabaja para la ONU en aguas internacionales de Turquía, y lo más cerca que tiene es Turquía. James tiene dos hijos y es viudo. Hace unos meses uno de sus hijos enfermó y él se encontraba trabajando en aguas internacionales de Turquía. James me escribió para pedirme ayuda para él poder salir de allí, ya que la ONU le exigía un permiso para salir de su puesto de trabajo porque no le correspondía su periodo vacacional, es decir que me convertí de puente entre James y la ONU. Así que yo le tramité el permiso vacacional de la ONU, para ello tuve que realizar varias transferencias a EEUU y a Turquía hasta conseguir la documentación necesaria para que pudiese ir a Londres a ver a su hijo...». En total, según su versión, 100.000 euros. La abuela de Carolina, la niña fallecida, estaba convencida de que James Raymond era realmente un empleado de la ONU pero que en la trama estaba involucrada la cúpula de la organización, secretario general incluido.
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La versión del relato que hasta ahora se había conocido era la de que Olga Febles conoció personalmente a James Raymond en Madrid, durante uno de los viajes periódicos que hacía con la menor a la capital para ser tratada en el Hospital La Paz. En la información publicada por el diario El Mundo, la reconstrucción que hace Daniela, una de sus hijas, es diferente y apunta que es más que probable que la relación hubiera sido estrictamente virtual a través de redes sociales y que entre ambos se articulara a partir de Hangouts, la aplicación de mensajería multiplataforma desarrollada por Google (algo así como un WhatsApp entre direcciones de correo electrónico).
Por esa vía, el presunto trabajador de la ONU le fue trasladando una conmovedora historia vital que pivotaba sobre dos pilares: la trágica muerte de su mujer y la enfermedad de uno de sus hijos. «Hasta que un día le dijo que su hijo pequeño estaba muy enfermo, que necesitaba un visado para salir del barco para ir a verlo y que la ONU les tenía bloqueadas las cuentas hasta que salieran de aguas internacionales. Mi madre decidió ayudarlo», explica Daniela a El Mundo.
Atendiendo a sus peticiones, Olga llegó a hacerse pasar por la mujer del presunto estafador para solicitar a una dirección supuestamente de la ONU un certificado de vacaciones para lo que tenía que aportar determinadas cantidades de dinero, importe que el estafador le prometió que le devolvería y que él no podía abonar ya que tenía las cuentas bloqueadas al estar trabajando en aguas internacionales. Pidio ayuda a su hija Adriana (la madre de Carolina) y Daniela, quien, dice El Mundo, solicitó un préstamo de 48.000 euros que continúa pagando. «Le ayudé con todo lo que tenía. Mi familia y yo tuvimos una calidad humana de la cual carece la ONU», decía Olga en el escrito enviado a los medios.
«Él [James] viajó Turquía-Francia-España, pero en su llegada al aeropuerto de Francia fue arrestado», detallaba Olga cómo continuó la envolvente en el e-mail que dirigió a los medios. «Las autoridades francesas se pusieron en contacto con la ONU y me lo hicieron saber. Al mismo tiempo, se puso en contacto conmigo un agente francés que me quiso extorsionar, pidiéndome 70.000 euros para la 'fianza' de James. James fue retornado a Turquía y la ONU lo arrestó», continuaba Olga, concluyéndose de sus palabras que cayó de lleno en la red de mentiras que le habían tejido.
En ese momento su hija Daniela comenzó a sospechar de que todo fuera una estafa pese a que Olga continuaba defendiéndole. Un mes después dio señales de vida: estaba de nuevo en el barco y prometía devolver todo el dinero cuando le dejaran salir y viajar a España. También les decía que su hijo había fallecido.
Tras la denuncia en sede policial (septiembre del 2019), la trama de la estafa continuó. Un mes después Olga recibió un e-mail presuntamente del FMI, de «la Unidad de Compensación de las Naciones Unidas con los Fondos Monetarios Internacionales (FMI)» en la que le informaban que había sido víctima de una estafa y que tenía derecho a percibir una indemnización de 700.000 dólares. Para ello sólo tenía que depositar el 1% de la cantidad que le correspondía (7.000 euros) en una cuenta de Indonesia. Olga y sus hijas falsificaron un formulario de transferencia, lo enviaron como prueba de pago pero no surtió efecto.
Ahí entró en escena el presunto secretario general de la ONU (António Guterres). Una cuenta de Facebook a su nombre (pero falsa) se dispuso a ayudarlas y a devolverles las cantidades perdidas. En este punto El Mundo aporta un relato de la conversación mantenida.
– Yo le presté 100.000 euros pero 50.000 son de mis nietos (niños inmaduros extremos, nacieron con 26 semanas de gestación)– le decía Febles al falso Guterres.
– Le doy dos opciones. O viene a verme a Nueva York o paga el billete de avión– respondía él.
– Sólo le estoy pidiendo, rogando, que me devuelva mi dinero y yo lo voy a ver. Tiene los comprobantes bancarios. Yo no le estoy mintiendo.
– Entiendo. Una vez que pague los 1.500 euros, el agente irá con su dinero.
– Usted no necesita mandar a nadie puesto que usted está en Madrid en este momento (se celebraba la cumbre climática en Madrid).
– Vine específicamente por la acción climática y no por su problema. Por eso le pedí que reservara un billete a EEUU.
Olga realizó la transferencia y esa cuenta de Facebook desapareció.
Poco antes de su suicidio, explica Daniela a El Mundo, decidieron inventarse que Olga había muerto. «Se le ocurrió la idea a mi hermana, simplemente por meter presión para ver si nos daba el dinero», recuerda. «Cogimos una foto de mi madre en la tienda, le pusimos descanse en paz y se la enviamos a James. Le dije que mi madre había fallecido y se lo tomó a risa».
Días después los Bomberos de Logroño rescataban su cadáver de las aguas del Ebro.
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