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La historia empieza con un «chico conoce chica». O incluso, años antes, con el viaje de una familia venezolana en busca de un futuro mejor. Una historia corrientes, de las que ocurren miles de veces. Sólo que ésta acabó mal, horriblemente mal, de un modo ... que todavía nadie es capaz de entender del todo. Es la historia de una abuela, una madre y una niña que entraban hace una semana en el hotel Los Bracos de Logroño. Dos de ellas están muertas, y la tercera está en prisión incondicional acusada del homicidio de la más pequeña. Esto es lo que, con las salvedades necesarias, sabemos de cómo esta historia normal acabó en tragedia.
La familia Ugueto Febles llegó a España, a Burgos, hace 22 años. El padre, Ramón, ingeniero de Caminos, se desvanece en esta historia, al menos por el momento. Pero no las dos protagonistas femeninas principales: Olga Febles y su hija Adriana Ugueto, que por entonces contaba 14 años. Hay otra hermana, Daniela, también venezolana, y a los tres años nacería un tercero, Ramón. Adriana, que por entonces tenía 14, se matriculó en el IES Cardenal López de Mendoza de la capital burgalesa. Con el tiempo estudiaría Magisterio en la Universidad de Burgos. No llegó a ejercer con continuidad, aunque sí dio clases privadas de todo tipo.
La familia se trasladó en fecha desconocida a Haro. Curiosamente, muchos en la capital del Rioja piensan que las Ugueto-Febles eran canarias. Sea como fuere, Adriana conoció al jarrero Javier Corral, también profesor como ella, pero con trabajo: da clase de sexto de Primaria en el colegio de San Asensio. La relación no fue demasiado larga, ni llegó a formalizarse en matrimonio, pero de ella nació, en diciembre de 2014, una niña. Le pusieron Carolina, el segundo nombre de la madre y de la tía. Pero la pareja se partió muy pronto, y la niña quedó en un principio bajo la custodia de la madre.
La relación entre Javier y Adriana, con la pequeña en medio, fue muy tormentosa. Entre acusaciones cruzadas, y sin que haya trascendido el motivo, el padre pidió y obtuvo judicialmente la custodia hace dos años, y la niña pasó a vivir con él y su nueva pareja en una vivienda de la zona de El Mazo.
Evidentemente este cambio no aflojó la tensión, sino que la multiplicó: Adriana no devolvía a la niña cuando debía, y la comunicación entre ambos era inexistente. Cualquier roce entre las familias (en una ciudad como Haro, algo casi diario) hacía saltar chispas.
En diciembre de 2016, Olga Febles y Adriana Ugueto, madre e hija, montaron un negocio: la tienda MasQMarcas, en la calle Arenal de Miranda de Ebro. No les fue demasiado bien, y peor durante el último año. En 2019 Adriana se presentó a las oposiciones de Educación de Castilla-León (no pasó la primera prueba), casi a la vez que su Facebook comenzaba a poblarse de mensajes sobre reproducción asistida, para acompañar a los habituales del muro: mensajes de autoafirmación, cosas sobre la tienda de ropa y, algo que estremece con la perspectiva de esta semana, frecuentes mensajes contra el maltrato infantil y sobre padres divorciados que matan a sus hijos.
La tienda cerró definitivamente en diciembre de 2019. Algo que sin duda no mejoraría el estado mental de Adriana, ya baqueteado, que le llevó a estar en tratamiento psiquiátrico (sin especificar) al menos desde hace dos años.
Javier Corral denunció hasta cuatro veces ante la Guardia Civil de Haro que Adriana no entregaba a la niña a tiempo. La última, en la noche del pasado domingo, 26 de enero. Nadie, ni él ni los agentes que le atendieron, sospechaban lo que estaba pasando. Lo que, muy probablemente, ya había pasado.
Ese día, a media mañana, Olga, Adriana y la pequeña Carolina pidieron una habitación en el hotel Los Bracos, en Logroño. En la casa que las dos mujeres compartían en Haro habían dejado unas cartas, hasta siete según algunas fuentes, en las que insinuaban su intención de suicidarse, aunque no daban indicios claros de querer llevarse por delante a la pequeña Carolina.
Olga no estuvo mucho tiempo en el hotel. Dejó Los Bracos entre las 14 y las 16 horas, y desde ahí se pierde su pista. Su cuerpo apareció en El Ebro, junto al Parque de La Ribera, en la mañana del martes. No se conoce aún la hora de su muerte, pero sobre el terreno algunos miembros del equipo de rescate especulaban con que probablemente se arrojó al río en la noche de ese mismo domingo.
En la habitación quedaron, pues, Carolina y Adriana. Hay 20 horas de hueco en esa historia, entre la salida de la abuela y la llamada de un vecino del hotel a los servicios de emergencia, sobre las 9:30 de la mañana del lunes: en la ventana de una habitación de Los Bracos había una mujer «en actitud suicida». Los agentes que llegaron se encontraron, efectivamente, a Adriana con cortes leves en los brazos. Y a la niña muerta en la cama, tapada con una manta.
Adriana bajó hasta la ambulancia por su propio pie, justo cuando los periodistas empezaban a aparecer, atraídos por las ambulancias y los 'zetas' en la puerta. Allí se mantuvo vigilada hasta que, el martes por la tarde, la Policía decidió detenerla, aún ingresada en Psiquiatría. El alta médica llegó el jueves, y de ahí Adriana pasó a la Comisaría, al Juzgado y, finalmente, a la cárcel.
Punto y seguido, veredicto provisional: Adriana Ugueto mató presuntamente a su hija. En la cárcel, protegida contra el suicidio, la única protagonista viva de esta terrible historia espera a que lleguen dos autopsias y un buen número de pruebas. Y un juicio.
La asociación Clara Campoamor se personará como acusación popular en el caso de la pequeña Carolina, hallada muerta el pasado día 27 en la habitación de un hotel en Logroño. Así lo confirmó a este diario la delegada de este colectivo en La Rioja, Victoria de Pablo, quien anunció que será Alicia Redondo la abogada que lleve el asunto.
Queda por saber si la familia paterna de la pequeña se personará también en esta causa como acusación particular, un trámite que todavía no habrían hecho. No obstante, después de que Adriana Ugueto, madre de Carolina, compareció ante el juez del Juzgado de Instrucción número 1 de Logroño el pasado jueves, de guardia en ese momento, este órgano judicial, que ordenó el ingreso en prisión incondicional de la progenitora, se inhibirá en favor del número 3 del magistrado José Carlos Orga. Fue éste el que, el pasado lunes, nada más hallarse el cuerpo de la pequeña, comenzó con las primeras pesquisas.
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