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En su primera intervención ante el jurado, el abogado defensor de Francisco Javier Almeida, César Martínez, recordó que su labor es esencial para el sistema democrático. La época de los linchamientos acabó y todos los acusados merecen un juicio justo, ajustado a los procedimientos que ... marcan las leyes. Cuando concluyó su primer alegato, avisó:«Las cosas no siempre son lo que parecen».
El jurado decidirá si las cosas finalmente son o no como parecen, pero el relato de los hechos, tal y como ha quedado dibujado en estas cinco amargas jornadas, corta la respiración y detiene el pulso. Al niño Álex, de nueve años, que estaba celebrando una fiesta de Halloween en un parque, lo subieron a un piso, le obligaron a hacer una felación y luego lo mataron. Todo pasó en apenas treinta minutos. Treinta terribles minutos que no solo acabaron con la vida de Álex sino que condenaron a un eterno purgatorio a su familia. «Estamos como muertos en vida», replicó entre lágrimas su padre.
La estrategia de la defensa parece detenerse en los supuestos problemas de Almeida con el alcohol y en un oscuro trastorno de personalidad. Pese a sus dudas iniciales, el acusado –ya convicto de otro brutal asesinato– reconoció que había agredido sexualmente al niño. Luego esgrimió la presencia de una «nube mental» que le impedía recordar qué pasó después. Y sin embargo dijo: «La persona que ha hecho eso se llama como yo y viste como yo, pero no soy yo».
Mañana y pasado continuará el juicio con declaraciones de testigos y el miércoles se entregará al jurado el objeto del veredicto.
Con gran expectación y con periodistas llegados de todo el país, la Audiencia Provincial de Logroño abrió el lunes el juicio contra Francisco Javier Almeida, acusado de asesinar a un niño de 9 años en Lardero. Aunque dubitativo, el reo habló del crimen por primera vez desde que fue detenido mientras llevaba en brazos el cuerpo exánime de Álex.
Francisco Javier Almeida: «Ese día no estaba bien y había bebido un montón»
Cuando le preguntaron al acusado si quería declarar, Almeida balbució. Luego habló. Reconoció que le había obligado al niño a hacerle una felación, aunque puntualizó que no se había resistido y que no había llegado a consumarla, algo desmentido posteriormente por las pruebas y los peritos. Confesó, por lo tanto, la agresión sexual y trató de escabullirse de la acusación de asesinato: «El que hizo eso se llama como yo y viste como yo, pero no soy yo». Luego habló de una «nube» que le impide recordar lo que sucedió aquella noche y remató: «Ese día no estaba bien y había bebido un montón».
El escrito de acusación: «Lo que ocurre es que la maldad existe»
El fiscal, Enrique Stern, sostiene que Almeida «no es reinsertable» y por eso se pide la prisión permanente revisable. «Demostraremos por los forenses psiquiatras que Almeida está perfectamente, puede evitarlo pero no quiere, lo que ocurre es que la maldad existe».
La lectura de los escritos de acusación, el primer alegato de la defensa y las palabras de Almeida dieron paso, el martes, a la intervención de los agentes que participaron en el caso.
Teniente de la Guardia Civil: «La muerte fue muy violenta y la agresión sexual, más»
El teniente de la Guardia Civil que dirigió la investigación no ahorró adjetivos para describir el escenario que encontraron:«La muerte del menor fue extremadamente violenta y la agresión sexual, más», concluyó. En el informe realizado tras las pesquisas, se resolvió que la agresión sexual había antecedido a la muerte por estrangulamiento. Álex no tuvo posibilidad de defenderse:«Las señales indicarían que le rodeó el cuello con el brazo desde la espalda. El menor no tuvo la posibilidad de golpearle ni de arañarle», señaló. Los policías locales de Lardero revelaron la actitud impasible del reo cuando lo encontraron aquella noche: «Le preguntamos: ¿Qué ha pasado con el crío? Y no dijo nada, estaba muy tranquilo».
Una carta al capellán de la cárcel: «Soy el que ha matado al niño. No tengo perdón»
En la sesión del martes también se examinó una carta que Almeida entregó a un funcionario de prisiones, dirigida al capellán de la cárcel. En la misiva, proyectada en la sala, se lee: «Con todo respeto me dirijo a usted. Soy el que ha matado al niño de Lardero. Sé que no tengo perdón, siento el daño que he causado a la familia y a la mía».
El miércoles se vivió quizá el día más terrible de la vista oral. En la sala, a apenas dos metros del presunto asesino de Álex, se sentó el padre del niño. Al borde de las lágrimas narró un desgarro inimaginable.
El padre de Álex: «Nos han quitado toda la alegría»
Media hora fue suficiente para acabar con la vida de un niño de nueve años y para condenar a toda su familia a vivir un purgatorio que jamás acabará. «Estamos muertos en vida; nos han quitado toda la alegría», declaró entre lágrimas el padre de Álex. Almeida, el presunto asesino, lo escuchaba impasible a dos metros de distancia. El 28 de octubre de 2021, Álex se marchó hacia las ocho de la tarde del merendero en el que celebraba con su familia una fiesta de Halloween: «Mi hijo dijo que se quería despedir de unos amiguitos y le dejamos salir al parque con la hija de la otra pareja, pero en nada vino la pequeña y dijo que se lo había llevado un señor». Apenas media hora después, Álex aparecía muerto en los brazos de Almeida, hoy acusado de asesinato.
Médicos forenses: «Las señales muestran una brutalidad extrema»
El miércoles también declararon las dos médicas forenses que examinaron el cuerpo del niño. «Las señales muestran una brutalidad extrema», indicaron. Las marcas indican también que Álex intentó zafarse mientras el agresor le rodeaba el cuello con el brazo, aunque infructuosamente. Todo indica, además, que la agresión sexual se produjo antes de la muerte. Se encontraron restos del semen del acusado en la boca y en la mejilla de la víctima.
A Francisco Javier Almeida lo examinó la psiquiatra forense en el Instituto de Medicina Legal de Segovia, a cuya prisión fue trasladado desde Logroño por motivos de seguridad. En la vista oral declaró por videoconferencia.
Psiquiatra forense: «Los años de prisión no han tenido consecuencias»
La perito aseguró que, cuando fue examinado, Almeida no tenía problemas de memoria. De su examen no se pudo derivar que sufriera alteraciones mentales invalidantes: «Sabe lo que hace, conoce la ilicitud del hecho, se mueve por sus deseos, su voluntad y su convicción».
A preguntas del abogado defensor sobre los efectos provocados por los más de veinte años que el acusado ha pasado de prisión en prisión, la psiquiatra fue tajante: «Ninguna consecuencia más allá de haber tenido buena nota en un curso sobre agresiones sexuales». De hecho, «los efectos de la institucionalización de una persona no tienen por qué ser negativos».
Parte médico la noche del crimen: No se aprecian signos de intoxicación etílica
Almeida reclamó la presencia de un médico el 29 de octubre a las dos de la mañana, seis horas después del crimen. El parte no indica ningún tipo de alteración mental ni de intoxicación etílica. De hecho, solicitó la medicación que debía tomar para controlar su hipertensión, «símbolo de que está en contacto con la realidad».
La sesión del viernes sirvió para certificar lo que todo el mundo intuye: es imposible recuperarse de la pérdida de un hijo, más aún cuando sucede de un modo tan inesperado y traumático.Las psicólogas del equipo de Cruz Roja que atendieron al padre, a la madre y al hermano pequeño de Álex lo ratificaron sin dejar lugar a dudas: «Las secuelas serán permanentes».
Psicólogas de Cruz Roja: «Son víctimas y sufren un daño irreparable»
Las psicólogas del equipo de atención inmediata de Cruz Roja se encontraron con una escena de una tristeza infinita: la madre de Álex tenía el cuerpo exánime de su hijo en brazos y el padre estaba sentado en las escaleras, en estado de shock.
Desde aquel día la situación no ha mejorado. «Incluso ha empeorado», señalaron. «Son víctimas y sufren un daño irreparable; las secuelas serán permanentes». La madre de Álex «tiene pesadillas, llanto continuado, incapacidad de acceder a su actividad diaria, miedo, inseguridad». El padre sufre un «duelo patológico, congelado, cronificado por las condiciones tan traumáticas que vivió». Tampoco el hermano pequeño ha podido superar aquel golpe inaudito: «Presenta estrés postraumático, tiene dificultades para dormir y desde el colegio transmiten que hay un empeoramiento significativo. Un día está más animado, dentro de la situación de duelo, y en otros momentos tiene rabia y frustración».
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