Crimen de Lardero
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Crimen de Lardero
Cuando el monstruo no es una pesadillaAlarma, pánico, incredulidad, estupor, dolor, rabia... El juicio a Francisco Javier Almeida, el presunto asesino del pequeño Álex, ha hecho revivir las peores pesadillas, un mal sueño dramáticamente real, en el que una vez más la vida nos ha demostrado que los monstruos existen, ... que el mal está ahí a la vuelta de la esquina. Un choque brutal que provoca un tsunami de emociones, de las que no se libran los más pequeños. Muchos se callan, otros buscan el apoyo de sus padres, pero no siempre es fácil saber cómo afrontar esa conversación que en los últimos días se ha planteado en muchos hogares. Por ello, Diario LA RIOJA ha trasladado la cuestión al Colegio de Psicología de La Rioja, un guante recogido por su vocal en Psicología Educativa, Juan Cruz Rada.
En el diálogo son claves los años del menor, aunque hay otros aspectos. «La edad es importante, pero el momento evolutivo de cada niño es distinto, hay niños con los que, porque tengan una determinada sensibilidad, igual tenemos que ser más cautos; y otros, con otro tipo de madurez, a los que podemos contarles las cosas un pelín más crudas», explica el experto, quien traza dos grandes grupos etarios: hasta los seis años tenemos que ser muy cautos en la información, evitando cualquier detalle que les pueda generar incertidumbre y explicarles que son situaciones muy dolorosas pero muy poco habituales y decirles que ellos están en un entorno seguro; y con los de 6 a 12 años aún tenemos que ser más delicados, porque la información les va a causar más curiosidad».
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Como norma general hay una regla de oro, según Juan Cruz Rada: «Tenemos que ser honestos, no mentir, aunque sí omitir aquella información que para ellos no sea relevante. Podemos aprovechar además para que aprendan qué tipo de situaciones hay de cierto riesgo, pero sin magnificarlas».
Tampoco es buena idea cambiar de tema o eludir el diálogo, advierte el psicólogo. «Si no queremos hablar de algo que ellos saben que ha sido real, directamente lo que harán será considerar que es más peligroso ir al parque o salir de casa de lo que realmente es. Por eso, lo mejor es siempre hablar, afrontar la situación, pero ser conscientes de lo que estamos diciendo, no dejarnos llevar por las emociones, sino tratarlo de un modo tranquilo y racional».
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Roberto G. Lastra
El primer paso es conocer la situación. «Hay padres que intentan anticiparse y ofrecen una información que al menor le puede generar una incertidumbre que antes no tenía. Hay que enterarse primero de qué saben, pero también de qué les preocupa», prosigue el vocal del Colegio de Psicología, que incide en que lo más importante es «ajustar mucho las emociones. Debemos saber canalizarlas y dejar que ellos se expresen, habrá niños que lo hagan de una manera y otros de otra. Lo que tenemos que tener mucho cuidado es de que no aprendan a ocultarnos las emociones o la información que ellos tienen, porque muchas veces los niños buscan proteger a los padres. Tenemos que hacerles ver que es sano que si se sienten de una determinada manera lo expresen».
Juan Cruz Rada
Vocal del Colegio de Psicología de La Rioja
Otro de los errores es tratar de minimizar el asunto para tranquilizar al menor. «No podemos quitarle importancia por un motivo muy sencillo, que es que los niños van a detectar que los adultos sí se la estamos dando, porque ven que es algo de lo que se habla, que está en la televisión... Y además están viendo que hay una repercusión emocional en la ciudad. No podemos decirles que no pasa nada. Hay que decirles: 'Ha pasado esto y se va a hacer justicia' y, a partir de ahí, dar la información necesaria para el menor», señala Rada, que no olvida otra variable: «Si no sabemos cómo hablarlo hay que decirle 'no sé cómo explicártelo, para mí es incomprensible' y pedir ayuda para que alguien se lo explique. Pero si decidimos hablar, tenemos que tener una explicación que sea lo suficientemente aceptable para el niño, no hacerlos en términos demasiado emocionales, sobre todo desde la rabia que puede provocarnos este tipo de situaciones».
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Y por último, aprovechar la conversación para reforzar los consejos. «Hay que darles una pautas básicas de seguridad –'no te vayas con extraños, si alguien te dice algo avísame...'– para ayudarles a protegerse y a estar seguros, pero, a la vez, a no tener miedo para que desarrollen esa independencia y autonomía que necesitan en su proceso de desarrollo».
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