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Francisco Javier Almeida no ha dejado pasar su último turno de palabra en el cierre del juicio que desde el lunes 20 de marzo se ha venido desarrollando en la Audiencia Provincial de La Rioja por el crimen de Lardero y lo ha ... hecho para desgranar un relato de los hechos que los medios de comunicación, a los que ha culpado, «han tergiversado e inventado». 'Víctima', por tanto, de la prensa, ha iniciado su alegato con un par de aclaraciones: ni desde su ventana en el tercer piso del número 5 de la calle Río Linares, en Lardero, se ve el parque Entre Ríos, ni bajaba a la calle como un depredador al acecho de niños.
Matizados estos dos aspectos, ha comenzado su versión de lo ocurrido aquel 28 de octubre de 2021 en el que el pequeño Álex fue asesinado brutalmente. «El día de los hechos iba bebido y no nos afecta a todos por igual», aclaró. Bajó al parque a fumar y, en ocasiones, «algún niño me saludaba, pero yo no bajaba con ningún fin, no tenía ninguna intención de nada».
Una vez en la plaza, vio a Álex deambulando. «Le dije, me salió así, ¿quieres que te enseñe un agapornis que tengo en casa para que veas lo bonito que es? No le dije más. Ni le obligué, ni le forcé, ni le agarré», ha explicado.
Ya en el piso, siempre de acuerdo con su versión, el pequeño vio el pájaro. «Dijo que era muy bonito, que le había gustado, no pasó nada, pero en ese momento yo empecé a tener una cierta fantasía». Fantasía que después materializaría, según ha dicho, «enseñándole y pasándole el pene por la cara, pero sin eyacular».
Al poco se empezaron a oír ruidos, los padres del pequeño Álex ya habían dado la voz de alarma y la Guardia Civil y la Policía Local de Lardero habían emprendido la búsqueda desesperada del menor. «También se empezaron a escuchar como timbrazos» y como «Álex quería huir, le agarré de la camiseta por detrás, es verdad, y con una mano le tapé la boca y el otro brazo se lo puse en el cuello pero sin apretar, porque no tenía ninguna intención de matarlo, ninguna, y él se movía y por eso tiene esos roces en el cuello».
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Luego se percató de que el crío había perdido el conocimiento y lo primero que hizo, según ha narrado, fue salir a pedir ayuda. Para abundar en esta idea, en la del auxilio, ha detallado que lo hizo sin subirse la cremallera de los pantalones, –cuando le pillaron tenía la bragueta bajada– tampoco se puso el abrigo, pese a la temperatura exterior, y cuando comprobó que el ascensor estaba ocupado, bajó por las escaleras con el niño en brazos. «Ni le tapé ni le puse una manta encima y cuando le entregué al policía a Alex, se lo entregué, no lo escondí», ha insistido Almeida, quien ha replicado el mismo relato que minutos antes había esgrimido su abogado. Una repetición que, por cierto, ha merecido el reproche del magistrado que preside el juicio, Fernando Solsona.
Antes de concluir, el presunto asesino de Álex ha aprovechado su turno de réplica final para asegurar que está arrepentido: «Yo me arrepentí, no fue precalculado, me arrepentí de verdad, no sé qué mas decirle, lo siento, no era mi intención matarlo en ningún momento y pido perdón a todo el que haya hecho daño y a la familia».
Francisco Javier Almeida, que a lo largo de las siete jornadas de juicio se ha mostrado impasible, empleó unos tres minutos en un alegato final que los padres de Álex escucharon desde la rabia, el estupor y la indignación en la misma sala, a escasos tres metros del presunto asesino de su hijo.
De hecho, la madre del pequeño ha estado presente en todas y cada una de las desgarradoras sesiones, sólo se ausentó durante la declaración como peritos de las médicos forenses que practicaron la autopsia al menor. Y el padre, una vez que declaró como testigo el pasado día 22 sentado a menos de dos metros de Almeida, ha permanecido en la sala de vistas junto a su mujer. Junto a ellos, Gonzalo Martín, tío abuelo del niño y tío de los padres que ha hecho en todo momento de portavoz para salvaguardar la identidad de unos progenitores a los que el asesinato de su pequeño, según corroboró la psicóloga que les atiende, les ha provocado un «daño irreparable».
Ha concluido así la última sesión de juicio contra Francisco Javier Almeida para quien el Ministerio fiscal, que este martes ha elevado a definitivas sus conclusiones provisionales, pide una pena de prisión permanente revisable por el presunto delito de asesinato, más 15 años por la agresión sexual.
A todo ello y con el fin de blindar que Almeida pueda pisar de nuevo la calle, como ya ocurrió en abril de 2020 tras serle concedida la libertad condicional, la acusación pública solicita también que, una vez cumplida la condena, no pueda residir en La Rioja por diez años, además de que sea inhabilitado por el mismo periodo para ejercer cualquier cargo que implique contacto con menores.
La misma pena reclama la abogada Alicia Redondo, que dirige las acusaciones particular y popular, esta última en nombre de la Asociación Clara Campoamor. En sus conclusiones definitivas, ha añadido la agravante de reincidencia en los dos delitos, tanto en el asesinato como en el de agresión sexual, y eliminó el abuso de superioridad.
Por su parte, el abogado César Martínez, que defiende a Almeida, se mantiene en pedir la libre absolución del acusado y que, de forma subsidiaria, que se le apliquen las atenuantes de confesión y de reparación del daño.
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