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Definitivamente, esta edición del MUWI Fest 2022 supondrá un punto de inflexión. La jornada del viernes, con Rigoberta Bandini y Lagartija Nick como principales propuestas, reunió a la mayor cantidad de público que se recuerda en el festival, más de 4.000 espectadores. Desde ... primera hora, con el concierto de Niña Polaca, se percibió un buen ambiente ya que nunca había habido tanto público cuando los rayos de sol todavía azotan a los artistas sobre el Escenario Principal. El acierto de la organización al mezclar grupos y música tan dispar se demostró con la gran cantidad de público asistente, aunque todo éxito supone un sacrificio. El MUWI ha cedido protagonismo a las propuestas artísticamente vacías de contenido, efímeras y prefabricadas como Rigoberta Bandini y, en menor medida, Mueveloreina. ¿Es lo que el público quiere? Sí. Lo tiene.
No varió demasiado el espectáculo ofrecido por Rigoberta Bandini en Actual con el del MUWI, solo un escenario alicatado de lentejuelas y tres bailarinas disfrazadas de futbolista, tenista y gimnasta realizando de forma aleatoria coreografías premeditadamente pobres. La puesta en escena, con un teclado y una batería eléctrica infrautilizadas, para dar apariencia de que la mayoría de los ritmos que sonaban eran en directo, fue de nuevo espartana. No es que sea la propuesta de Rigoberta Bandini otra cosa que no signifique fiesta rápida, superficial y olvidable, ella misma ha anunciado su retirada, pero supone una contradicción digerir su música después de un directo de Lagartija Nick. Sonó a Báccara, versionó el 'La, la, la' de Massiel, interpretó sus canciones 'In Spain we call it soledad', 'Julio Iglesias', 'Perra' y, por supuesto, sacando los pechos fuera mientras cantaba el estribillo de 'Ay, mamá'. Ver un concierto de Rigoberta Bandini se está convirtiendo ya en como ver el mismo especial de Nochevieja de 1987, impactó la primera vez pero ya se ha quedado como algo infantil, para espantar a mojigatos. Desde luego que la semblanza a la madre merece respeto y hubiera merecido ir a Eurovisión por encima de la infame letra de la canción 'SloMo' de Chanel, pero para la sociedad vertiginosa que vivimos en la posteridad quedará su recuerdo como la artista que enseñó dos veces las tetas en Logroño. Y artísticamente, que es lo que se juzga, si es que eso es arte, ya se hizo hace más de tres décadas. Pero el público, como absorbido por el concepto del 'carpe diem' en el Renacimiento, estuvo encantado, entregado como en otros pocos directos del MUWI.
Todo lo contrario es Lagartija Nick, un grupo que parece que hizo un ejercicio de autodestrucción. Arrancó su directo con alto voltaje, con un sonido potente y canciones memorables, de mucho nivel, difícil de superar y para grabar a fuego, este sí, en la memoria del festival. No tocó Eric Jiménez (Los Planetas) de batería como se había anunciado sino David Fernández, quien estuvo a la altura, y tras un arranque brutal el grupo se adentró en un repertorio erudito, con canciones que repasaron toda su discografía tanto de la banda como de Antonio Arias en solitario, alejándose de sus temas más célebres. No sonaron '20 versiones', 'Lo imprevisto', 'Contar lo que no puedo contar' ni 'Buenos días, Hiroshima', pero sí 'Satélite', 'El teatro bajo la arena', 'Strummer/Lorca' y 'Vuelta de paseo', entre otras, con referencias a Lorca, Val del Omar, Enrique Morente y Joe Strommer. Asistir a un concierto de Lagartija Nick podría convalidarse por una asignatura del grado de Literaturas Comparadas. Alejados de un repertorio convencional, como para agradar, exclusivamente, a un centenar de fieles seguidores, Lagartija Nick ofreció un directo oscuro, tenebroso, un «bestiario» suicida.
La jornada la abrió Niña Polaca, un grupo en la onda de Carolina Durante, en la línea de punk pijo que abrieron Hombres G y pocas bandas habían transitado hasta ahora. Cada uno de sus cuatro músicos vestidos como si hubiera perdido las maletas en el aeropuerto, ofrecieron un concierto nervioso, intenso, loco, saltarín. Lo que más llama la atención de este grupo es la voz de rock radical vasco que ostenta el cantante, Álvaro Surma, que es tan chocante como ver actuar a La Polla Records en una Universidad. El repertorio finalizó con sus dos temas más célebres, 'Nora' y 'Madrid sin ti', dejando un buen sabor de boca. Quizá no muy intenso ni largo, pero suficiente para empezar.
La sorpresa fue Maren, una joven de 19 años que se presentó con más personalidad propia, mayor propuesta y mejor concepto que Rigoberta Bandini. Y, además, ofreció dos caras. La primera, en el breve acústico de la Sala Los Tinos, fueron cuatro canciones, como 'Estación espacial de Teruel' y 'En el túnel de lavado', sola a la guitarra, quizá con muchos nervios, hablando mucho, pero desprendiendo magia, brillando con un estilo propio, con personalidad radiante. Maren parece la versión femenina de Ángel Stanich y en el posterior concierto eléctrico, ya acompañada de banda, continuó hablando demasiado y el sonido no fue para tirar cohetes, pero aun así continuaba ostentando algo. Es carisma, una forma de cantar singular, una voz envolvente y golosa que recuerda a Lourdes Hernández. Solo hay algo que reprocharle: 'La Voz Kids'.
También actuó Mueveloreina, antes de Rigoberta Bandini, y logró una sobresaliente respuesta del público con su su movida música discotequera. La banda es un dúo, Joaco J. Fox como productor y Karma Cereza como cantante, con poco mérito en el directo. Desde luego, actuaron como magníficos teloneros de Rigoberta Bandini, propiciaron baile con ritmos tontos, desde el 'trap' hacia la cumbia, el 'techno' y el 'reggaetón'. «No sé pa dónde voy, pero voy», cantan en 'Voy'. Mueveloreina es un grupo de Holika, pero estábamos en MUWI.
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