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Las buenas sensaciones del jueves del MUWI Fest en el Escenario Revellín Ibercaja se confirmaron en Bodegas Franco Españolas ayer viernes. Nunca, en las seis ediciones de MUWI, los primeros conciertos reunieron a tantos espectadores como ayer Niña Polaca. Hubo buenas vibraciones desde el inicio, con un calor soportable, buen ambiente y una música dispar, cada una con sus propios seguidores. Niña Polaca ofrecieron un directo de punk reglamentario pero con voz de rock radical vasco, algo desaliñado y descoordinado en la puesta en escena pero con letras actuales que enganchan al público más joven.
Todo lo contrario fue Lagartija Nick, un grupo veterano para un espectador más adulto. El suyo fue un directo oscuro, tenebroso, muy intenso e intelectual. Los granadinos eligieron un repertorio alejado de sus canciones más conocidas y de sus últimos temas, pero con referencias a Lorca, Val del Omar, Morente y Joe Strummer, imprimiendo mucha calidad y una extraordinaria intensidad al Escenario Principal. Otro extremo fue el de Maren, que primero ofreció un breve recital en solitario a la guitarra en la Sala Los Tinos y, después, con banda, un concierto eléctrico, más movido. Maren está llamada a ser no solo una de las sorpresas de MUWI, también de la música actual, su música es agradable, su voz, una golosina, su forma de cantar es atractiva y singular, y su puesta en escena, vistosa.
Calle Laurel
Entrada Laurel y Capitán Gallarza: Fran Río (de 14 a 17 h).
Travesía de Laurel y San Agustín: Lugg DJ (de 14 a 17 h).
Concierto itinerante: Tomaccos (De 14 a 15 horas).
Bodegas Franco-Españolas
Escenario Principal: Jordana B (19.00), Los Fresones Rebeldes (20.20), The Prussians (21.45), La La Love You (23.05), León Benavente (00.50) y David Van Bylen (02.15).
Sala Diamante: Yahaira
Nave Los Tinos: La La Love You en acústico (20.00)
Escenario Viñas: Brummel.
Todavía quedaban por delante platos fuertes, como Muevelolareina y Rigoberta Bandini, pero el ambiente en el recinto fue el de las primeras y prometedoras ediciones, con ríos de gente yendo y viniendo de la zona del mercado al área de gastronomía, entrando y saliendo de la bodega y, en definitiva, recorriendo el espacio como si fuera una pequeña ciudad donde pasar 8 horas sin aburrirse. A las barras les faltaban camareros, que es lo mejor que le puede pasar a un festival. Todo transcurrió como si nada hubiera sucedido desde 2019, que es lo que más esperaba la organización.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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