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2020 estaba llamado a ser el año de las series españolas, o al menos, por no ponernos demasiado solemnes, uno muy bueno para la ficción nacional. La crisis sanitaria que asola al mundo entero ha dado un vuelco a esta buena perspectiva y ... lo ha convertido en un ño plagado de incertidumbres por la paralización de rodajes, la cancelación de proyectos y los ajustes laborales acometidos en algunas productoras. Lo que vaya a suceder en los próximos meses es una incógnita, pero casi nadie duda de que esta interrupción pasará factura y lastrará la excelente marcha que llevaban nuestras producciones.
Y como muestra de la buena salud de este sector solo hay que echar un vistazo a lo que ya estaba rodado y que hemos podido disfrutar -en su totalidad o en parte- en las últimas semanas. A juzgar por algunas de esas propuestas es posible afirmar que nuestra industria experimentaba un crecimiento notable, por la variedad de temas, géneros y formatos que se atisban en las ficciones más recientes. La diversidad es un buen termómetro para calibrar el grado de madurez de nuestras series, dado que se les ha acusado en muchas ocasiones de repetir esquemas (tratando de emular éxitos pasados) y de renunciar a localismos por temor a despertar suspicacias o a no reunir a grandes audiencias. La aparición de nuevas plataformas, el cambio de hábitos y la consagración de algunos profesionales ha propiciado un avance que ya empieza a dar frutos esperanzadores.
2020 será el año del coronavirus, vale, pero también el de algunas primeras veces que merece la pena señalar en lo que respecta a producciones patrias. Una de las que más se ha hablado ha sido de la inclusión de ETA -asunto tabú durante décadas- entre los tramas centrales de varias apuestas audiovisuales. HBO se lanzó a producir la adaptación audiovisual del bestseller 'Patria' y a punto estuvimos de degustarlo. Su estreno estaba previsto para mayo, pero ahora se ha pospuesto sin fecha. Los primeros avances ya exhibían un nivel de calidad alto y una narrativa muy potente para retratar una complicada convivencia con la que se ha lidiado en el País Vasco. A este título se unió 'La línea invisible', producción que Movistar dejó en manos de Mariano Barroso para que narrase los primeros asesinatos acometidos por la banda terrorista. Estrenada la semana pasada ha permitido descubrir la valentía de director y cadena en algunos aspectos. Uno de ellos es el tono. Lo fácil quizá habría sido buscar un ritmo vibrante y salpicar la trama de escenas de acción, sin embargo se ha optado por una cadencia más pausada y fría. El cineasta ha seguido el sendero que tomó (y tan buen resultado le dio) en 'El día después', tratando de mostrar distancia de los acontecimientos. Por otro lado, hay que destacar también el tratamiento dado a los personajes, así como la pretendida huida de maniqueísmos y de juicios previos a la hora de abordarlos, para no predisponer al público. El resultado final no es redondo. La distancia impuesta hace que el espectador no termine de involucrarse y que un halo artificial recorra toda la producción. Aún así la trama está bien narrada y se debe aplaudir el intento por acercar a la audiencia a acontecimientos históricos cercanos no explorados todavía.
Lo de los Javis con la Veneno ha sido un coitus interruptus, pero apunta maneras. Apenas nos han podido enseñar un capítulo de la versión que han hecho de la biografía de Valeria Vegas sobre la popular colaboradora televisiva, pero han dejado con ganas de más. ¿Cuándo podremos continuar y confirmar las expectativas del primer episodio? Ni idea. Esa historia, por tanto, se halla en punto y seguido. ¿Por qué 'Veneno' ha gustado tanto? Una de las razones es que por primera vez en España se aborda la transexualidad sin caer en burlas, sin perpetuar estereotipos y con un desarrollo suficientemente largo como para ahondar en sentimientos, motivaciones y razones. La propuesta de Atresmedia va más allá de contar los éxitos y fracasos de uno de los muchos juguetes rotos de la etapa del 'Mississippi'. Coinciden Ambrossi y Calvo con Barroso en su obsesión por no sentar a sus personajes en un estrado, por no censurarles y por tratar de entenderles desde todas sus caras, por oscuras que algunas pudieran parecer. 'Veneno' será (eso esperemos) el retrato de Cristina Ortiz y de otras muchas, de las que no se atrevieron a dar un paso adelante como ella y de las que sí y la tomaron como referente. Un reparto ajustadísimo en sus roles y un tono costumbrista pueden dar grandes alegrías a este título que se encuentra ahora cerrado hasta nueva orden.
Buscar personajes en los márgenes es algo que a nuestra ficción le gusta pero que no ha experimentado con frecuencia. Salvando las distancias también sucede en 'El último show', sorpresa llegada de la mano de Aragón TV en torno a Miguel Ángel Tirado, o lo que es lo mismo Marianico el Corto, personaje cotidiano de la tele de los 90 al que muchos habían dado por muerto cuando dejó de aparecer en los medios, porque los medios dejaron de hacer programas en el que él tuviera cabida. Y de eso trata esta serie que casa con ese tipo de propuestas que tanto agradan a los americanos, en las que la vida real de los actores se mezcla con la de ficción y eso hace que el seguidor nunca termine de saber en qué escenario se halla. El proyecto parte de un caso concreto para hablar de otras realidades y tipos de seres de los que la sociedad se olvida o a los que da la espalda. Y en ese drama se instala para plantear una historia honesta y tierna. HBO pretende otorgarle una segunda oportunidad para que se vea más allá de tierras mañas y el próximo 17 de abril la incorporará a su plataforma donde seguro ganará proyección.
Lo de 'Vamos Juan' no es una primera vez al uso, pero lo tomaremos casi como tal. Y dejaremos la notable 'Vota Juan' como una digna antecesora, que funciona como una forma de abrir apetito antes de lanzarse de lleno a la serie política española que hasta ahora nadie se había atrevido a hacer, tal vez por temor a represalias. No queríais azúcar pues aquí está TNT para servir dos tazas. Cierto es que no hay referencias a ningún partido en concreto ni ideología, posiblemente para que el mensaje no se distorsionase ni manipulase. Porque la propuesta de Juan Cavestany y Diego San José pretende ser el retrato amargo de una clase política que ha caído en excesos y en prácticas más que cuestionables. A cada cual le toca después identifcar ejemplos a un lado u otro del espectro político. En un país poco acostumbrado a este tipo de comedias (los británicos son expertos en exponer la parte más grotesca de sus representantes institucionales) se han agradecido intentos anteriores, pero los que han acertado, con ese poso amargo, con el patetismo imprimido en todos los personajes, o con el humor negro, han sido los padres de Juan Carrasco. La madurez se demuestra en la aceptación de las críticas y eso por estos lares lo teníamos pendiente. Más allá de la importancia de su tono, no hemos de olvidar los aciertos en su forma, en un guion que no se distrae con secuencias de relleno, en cómo afila los chistes para que actuén como bisturí, o en su estructura de capítulos independientes que podrían funcionar de manera continuada como individual.
El repaso por la buena ficción nacional que nos ha deparado el comienzo de 2020 no podría cerrarse sin 'Perdida', posiblemente la que menos atención haya recibido de todas las citadas, aunque seguramente haya sido la más seguida por la audiencia. No olvidemos que la incidencia de las cadenas en abierto es de momento muy superior a otras ofertas (aunque estas logren mayor ruido temático). Antena 3 apostó de lleno por este thriller que juega a ser un puzzle en el que las piezas van encajando sin que decaiga el interés. ¿Y esto cómo se consigue? Organizando bien las historias que quieres contar (se cruzan varias líneas temporales) y no extirarlas demasiado y sin sentido. No cabe duda de que la decisión de Atresmedia de reducir la duración de sus ficciones favorece y mucho a propuestas como esta. 'Perdida' tiene claro lo que quiere ser y lo que no, y no realiza concesiones sin fundamento al público generalista (romances inesperados, personajes de todas las edades y condiciones, resoluciones sencillas para evitar que se pierda la atención). Es probable que se consuma mejor del tirón que aguardando al capítulo semanal.
Cualquier catálogo se pelearía por estos cinco títulos, que son los primeros de los muchos que están llamados a entretenernos en los siguientes meses. Cuando todo esto acabe será momento de apoyar también a nuestras producciones audiovisuales con el fin de que no dejen de crecer, sigan construyendo mundos tan imaginativos y sean capaces de traspasar fronteras.
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