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El reloj marca la 1.00 de la madrugada. Oficialmente ya es domingo pero dentro de los cuerpos de los jóvenes riojanos se siente la euforia del sábado noche. Pero este no es un sábado cualquiera, es el último día que podrán salir antes del inicio de las clases. El ir y venir de personas auguran una noche movidita en el parque del Ebro, una más. Ya se escuchan a los grupos cantar, las risas contagiosas provocadas por el alcohol y el tintineo de las botellas dentro de las bolsas de plástico.
Los grupos, muchos de ellos sin mascarillas, van tomando posiciones sobre el muro de hormigón que colinda con el río, cerca de las patrullas de la Policía Local que hay repartidas por la larga travesía. Tres coches, seis hombres en total, para controlar una fiesta a la que se espera que acudan miles. Pero no solo lo hacen los más jóvenes de la región sino que ya es habitual ver a personas de las comunidades limítrofes en el botellón de Logroño. «Se está produciendo un efecto llamada», comenta uno de los policías. Algo que corroboran los que, semana tras semana, no se pierden la cita con el nuevo ocio nocturno logroñés. Beatriz, de 18 años, y su grupo de amigos relatan como «varios conocidos de Pamplona y Bilbao vinieron el fin de semana pasado para salir de fiesta. En sus ciudades tienen muchos más problemas para hacerlo, así que vienen a Logroño y el domingo vuelven a sus casas».
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Pero no solo se acercan los de las regiones más cercanas, sino que muchos turistas que se aproximan a La Rioja para conocer la zona deciden terminar su noche bebiéndose unas copas en un banco del parque del Ebro tras el cierre de los bares del caso antiguo de la capital. Carmen es una de ellas. Desde el Puerto de Santa María, y animada por unas conocidas de la ciudad, finalizó su ruta turística en el botellón. «Estuvimos tomando unos pinchos en La Laurel, después fuimos a la Plaza del Mercado y, como no había ningún otro sitio donde seguir la fiesta, hemos terminado aquí».
A las 2.30 horas empieza a llegar el pelotón. Con el cierre del ocio nocturno, cientos de jóvenes bajan, alguno junto a sus altavoces, para continuar con la noche. «Nos reunimos aquí porque no tenemos ningún otro lugar donde hacerlo. Si los bares y discotecas estuvieran abiertos no haríamos botellón», asegura Beatriz.
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A su lado, en otro pequeño grupo, está Álvaro, de 25 años, que apostilla que «somos jóvenes, hemos estado muchos meses encerrados en casa, es normal que nos queramos juntar con nuestros amigos y pasarlo bien. Muchos somos responsables, llevamos la mascarilla y solo estamos con siete u ocho personas, no es todo como se ve desde afuera».
Los problemas llegan próximos al amanecer, cuando toca desalojar. Los últimos rezagados quieren más y los efectos del alcohol provocan que, como ocurrió el pasado fin de semana, dos jóvenes fueran arrestados por agredir e insultar a los policías. Algo que «no representa a la juventud riojana», manifiesta Marta, una de las que presenciaron los incidentes citados. «Estamos totalmente en contra de la violencia, no se puede cruzar esa línea, y siempre son los mismos los que se meten en líos. Pagamos justos por pecadores», finaliza enfadada.
La vista ahora está puesta en las próximas fiesta de San Mateo, que se espera que sean multitudinarias. «Van a acudir miles de personas pero no solo de aquí. Jóvenes de Navarra, País Vasco o Burgos, por ejemplo, vendrán al botellón porque en sus comunidades han suspendido las fiestas patronales, cosa que aquí no», confirma uno de los policías.
«La vamos a liar, saldremos dos o tres días de la semana», comenta María, entre risas, con un grupos de amigos que apenas llega a los 16 años. Del lado contrario, Breatriz y su cuadrilla tantean la posibilidad de no bajar al parque del Ebro durante San Mateo «porque pasamos de movidas, básicamente. Con toda la gente que va a haber aquí será un peligro», relatan con preocupación. Marta, por su parte, opina que «igual no es para tanto, tengo muchos conocidos que aprovechan esos días para irse de vacaciones así que no creo que acuda tanta gente, sobre todo durante la semana. Lo fuerte vendrá el sábado».
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Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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