Secciones
Servicios
Destacamos
La UD Logroñés ganó en Oviedo, y de qué manera. Los blanquirrojos sumaron su primera victoria a domicilio (2-3) después de protagonizar un partido difícil de explicar, pues comenzó con un gol en propia puerta, vio como el VAR expulsaba a un adversario ... a los ocho minutos y anulaba el segundo gol ovetense, pero acabó con un triunfo de mayor valor que los tres puntos gracias al doblete de Leo Ruiz y al tanto de Roni en la vuelta a casa.
Una vez más, Sergio Rodríguez refrescó su once. Siete cambios respecto al partido del sábado. Refrescó nombres, pero no por mentes porque la UD Logroñés inició el partido con el mismo espíritu que le llevó a la derrota ante el Lugo. Espíritu asustado o ausente porque desde el primer toque de balón se vio superado por un Oviedo que también sumaba tres partidos sin perder.
El duelo se desarrolló por la incertidumbre que dan los golpes de fortuna, pero la UD Logroñés no arriesga en sus apuestas y tampoco ha tenido la suerte necesaria para mantener el botín con el que inicia los partidos. A los cuatro minutos ya mandaba el cuadro local, después de que Bobadilla marcase por la escuadra, en propia puerta, tras un centro de Nieto desde la derecha.
Oviedo
Brazao, Nieto, Grippo, Bolaño, Mossa, Sangalli, Tejera, Edgar, Nahuel (Viti, 81), Obeng (Mujica, 81) y Leschuk (Arribas, 12)
2
-
3
UD Logroñés
Santamaría, Iago, Gorka, Bobadilla (Clemente, 45), Iñaki, Sierra (Leo Ruiz, 29) , Paulino, Petcoff (Bogusz, 63), Andy, Rubén (Siddiki, 63)y Roni (Olaetxea, 79)
goles: 1-0, M. 4. Bobadilla, en propia meta; 1-1, m. 47, Leo Ruiz. 1-2, m. 49, Leo Ruiz; 2-2, m. 55. Obeng; 2-3, m. 70, Roni
Árbitro: Galech Apezteguía. Colegio Navarro. Amonestó a Sangalli, Tejera, Arribas, Andy, Petcoff y Leo. Expulsó por roja directa a Grippo (8').
Sin duda alguna fue un revés de la fortuna, pero no todo es mala suerte. Minutos después, el Oviedo se quedaba con diez hombres por expulsión de Grippo, roja que alentó el VAR. Quedaban 82 minutos. Y antes del descanso llegó otro golpe a favor. Arribas marcó ante la pasividad de la zaga local en el minuto 40. Todos miraron ese balón suelto en el punto de penalti y nadie fue a por él. Le dobló la mano a Santamaría con suma facilidad. Pero el VAR apareció y anuló el gol, bien anulado, porque Bolaño estaba en la línea de visión del portero. Ni un gesto de alivio, ni un gesto para alentar a los compañeros, ni un grito para romper el silencio mental. Mala señal.
Entre la expulsión y ese gol anulado medió más de media hora en la que la UDL, que había recurrido a Leo Ruiz, no se había acercado con peligro a la portería local. El Oviedo, con nueve, era superior. Superior en ritmo, en posesión, en toque, en llegada, en agresividad. Superior. Quizá esa UDL no se puede permitir tantas revoluciones. Era un equipo blando, tocado moralmente, sin experiencia en muchos de sus integrantes y, sobre todo, sin un centro del campo que maneje partido. Andy comenzó adelantado, pero acabó retrasando su posición. Pero Andy solo hay uno. Con bandas por dentro y moviéndose, pero de espaldas a la portería, lejos de esa imagen de extremo que encara y desborda. Un equipo al que el Oviedo desnudó de principio a fin. Sergio Rodríguez se refugiaba en su banquillo. Mala señal. Hablaba con Javier Pineda. ¿Qué hacer?
Sin embargo, el fútbol es un estado de ánimo y de esa UD Logroñés ausente se pasó a la ambiciosa. En un abrir y cerrar de ojos se había puesto por delante. Leo aprovechó un rechace de Branzao a remate de Clemente, que se había sumado al partido, para empatar y dos minutos después apareció el colombiano en el primer palo para volver a marcar, tras una jugada que nació en un robo de balón de Petcoff y abrillantó Roni. Todo era diferente. ¿Por qué? Fútbol que diría el castizo. Y fútbol quedaba por delante, mucho fútbol.
Noticias Relacionadas
Luismi Cámara
José Martínez Glera
Martín Schmitt
El Oviedo no se rendía. Es de tierra de reyes. Y la UD Logroñés da demasiadas facilidades. Se repitió la imagen del gol anulado a Arribas, pero desde el saque de esquina. Obeng fue el más espabilado de todos y disparo a bocajarro. Empate e incertidumbre. Nervios. Pero Sergio Rodríguez ya no era ese entregador engullido por su asiento de banquillo. Estaba activo. Quería. Sabía que era el momento y era el día. No podía fallar en un partido que, de alguna manera, se había puesto de cara.
Del miedo a encajar, a perder, se pasó a la ilusión por ganar, a la apuesta al todo o nada. Y fue el todo. Dio la alternativa a Magusz Bogusz y junto a él se sumó Siddiki. La UD Logroñés cambió. No había miedo, sino ambición. El polaco dio otro aire al equipo, Su empuje empujó al resto. Pudo marcar, pero de la buena respuesta de Branzao gestó el gol de Roni. Otro balón suelto dentro del área, tras un rebote en la espalda de Clemente. El ovetense fue el más listo y no dudo en celebrarlo, aunque fuera en casa. Se debe a la UD Logroñés.
Era un equipo, el riojano, desatado, llevando el encuentro al cuerpo a cuerpo a campo abierto. Leo Ruiz volvió a marcar, pero vio anulado su gol. Lo importante es que quería más este equipo. No comenzó bien, peor sí acabó bien y en el fútbol se trata de finalizar bien, aunque sea con individualidades más que por el bloque.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.