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Claudia Arancibia y Anakena, de seis años, conforman una de tantas familias monoparentales de La Rioja que salen adelante gracias a los malabarismos constantes de Claudia y al imprescindible respaldo de su madre. «Sin ella no podría, para mí sería imposible pagar a alguien o dejarla en una ludoteca», explica Claudia, que en determinadas épocas del año llega a compaginar hasta tres trabajos.
«Lo que digo siempre es que no pides limosna, porque asumes la responsabilidad de haber elegido tener un hijo sola, yo no pido que nadie se haga cargo, pero sí que haya recursos para poder compaginar la familia y el trabajo», acepta Claudia, y añade: «Que sea más fácil recurrir a un asistente social y que no te pongan mil pegas porque no estés en el umbral de la pobreza». «Los mecanismos de protección deberían ser automáticos, que no exigieran tanto papeleo y burocracia», apunta como una de las críticas reiteradas por este tipo de familias. «Cuando se necesita apoyo, tienes que presentar un montón de papeles para que te den una mísera ayuda –detalla Claudia–, que luego, encima, no te la dan».
Otra de las quejas es la referente a los «derechos desiguales» de los menores. «Está fatal que mi hija disfrutara sólo del permiso de maternidad que me correspondía a mí, el de 16 semanas, y los hijos del resto tuvieran el doble», se lamenta Claudia. Y como esto, otras reivindicaciones. «Ha cambiado la sociedad, ha cambiado todo, y los políticos también deberían cambiar su perspectiva y trabajar», reflexiona Claudia, que añade que «no se pueden esperar meses o años para que las cosas salgan y siempre estar en la lucha».
La salud, una situación límite
Enfermar es una de esas situaciones límite para las monoparentales. «Si nosotras nos ponemos malas, ¿quién cuida de los niños? ¡Ay, para mí eso ha sido horrible!», protesta Claudia, para criticar que el sistema no cubra esta problemática que tanto preocupa a las madres solas. Igual que cuando la que cae es la niña y Claudia se ve entre la espada y la pared: o falta al trabajo, que también puede acarrear consecuencias, o tiene que recurrir a una amiga o a su madre.
«Que en 2024 aún no haya una ley efectiva, que no haya nada… ¡Que estamos en Europa!», exclama, indignada. Y solicita más apoyo: «Es ridículo que, cuando te corresponde algún tipo de ayuda te den lo mismo que a las familias con dos progenitores». «Yo procuro que emocionalmente mi hija no tenga carencias, y materialmente, igual, que tenga lo mismo que el resto de los niños. Pero igualar la vida de dos personas con dos sueldos con uno solo es inviable», razona Claudia: «En la monoparentalidad estás tú con tus circunstancias, con tu dinero y con tu propia red de apoyo. A nivel gubernamental, leyes, Estado, no hay nada, ni apoyo, ni recursos».
«Yo digo mucho que soy monoparental, que muchas mujeres lo vean, que la gente se entere que sacas adelante a tu hija sola porque lo has elegido aunque sea duro», concluye.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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