El viaje de Navidad con más obstáculos
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PCR obligatoria antes de volar, aislamiento, rutas saturadas, billetes caros... El COVID pone difícil la vuelta a casa de los riojanosTERI SÁENZ
Domingo, 6 de diciembre 2020, 08:22
Jorge vive prácticamente encerrado en su casa de Bruselas desde el viernes. En los últimos meses ha salido a cuentagotas, su actividad social se ha restringido y el grueso de su trabajo lo sigue realizando a distancia desde su habitación, pero a partir de este fin de semana su aislamiento voluntario es ya total. El día 14 tiene previsto tomar el vuelo que le llevará desde la capital belga hasta el aeropuerto de Loiu en Bilbao para desplazarse desde allí a Logroño. Su propósito es pasar las próximas navidades con su familia y no quiere que nada lo impida, aunque las trabas se multiplican.
El viaje de Jorge y sus ganas de celebración son los mismos que los últimos 12 años que lleva ejerciendo como periodista en el corazón de la UE. Sin embargo, la pandemia ha convertido lo que era una rutina en lo más parecido a una odisea, donde la logística y la capacidad de previsión compiten con las emociones. Al igual que el resto de españoles procedentes de un país o una zona considerada de riesgo, Jorge está obligado a certificar que no está infectado por SARS-CoV-2 en una prueba que debe realizarse al menos 72 horas antes de embarcar en el avión. Como explica desde Bruselas, la condición ha colapsado la capacidad de los laboratorios del país para gestionar unos test para los que ha habido dificultad desde hace meses y que tampoco resultan baratos: entre los 67 y los 135 euros, en función del tiempo de respuesta. «Desde que estalló la pandemia, el asunto de las PCR ha sido muy poco accesible y el impacto de la segunda ola no ha ayudado a mejorarlo precisamente», explica en relación a uno de los territorios europeos donde la enfermedad ha golpeado con más fiereza, obligando a exigentes restricciones.
La solución en su caso ha llegado a través de las instalaciones habilitadas en el propio aeropuerto de Bruselas para dar respuesta a la avalancha de pruebas que se están requiriendo en estas fechas. Jorge lo tiene todo organizado. Se hará directamente allí los análisis dos días antes de que parta su vuelto para tener así los resultados con la antelación suficiente antes de facturar. Sus planes topan con la única variable que se le escapa: la posibilidad de que sea asintomático y la prueba resulte positiva, lo cual frustraría su desplazamiento a Logroño y disfrutar con los suyos como ansía. «Para que eso no ocurra, voy a mantenerme autoconfinado hasta entonces», confirma para explicar todas las precauciones con las que está blindado su viaje más complicado.
Las razones para someterse a una PCR –única prueba aceptada hasta ahora con uso armonizado en el conjunto de la Unión Europea– antes de tomar un avión desde enclaves como Bruselas son de carácter económico además de sanitario. Las sanciones a las que se enfrenta quien no presente el documento acreditativo no son menores, oscilando entre los 3.001 y los 60.000 euros. Y con la precisión de que el documento no sólo es preceptivo para los adultos, sino también para los niños.
Los escollos y exigencias articuladas tanto desde los países de origen como en España han llevado a otros riojanos a descartar unas navidades en familia. Ni los esfuerzos previos ni las incertidumbres una vez en el destino les compensan, así que valoran ya la alternativa de algún tipo de celebración virtual, con felicitaciones y buenos propósitos pero sin contacto físico. Dejar pasar la Nochebuena y la Nochevieja más anómalas de la historia para poder celebrar las del próximo año con tranquilidad total.
Jorge no está dipuesto a renunciar. Con todas las precauciones y extremando la prudencia, su intención es compartir en Logroño con los suyos una de las fechas más señaladas del año pese a las complicaciones que van sumándose unas a otras. Sucede en su caso con el encarecimiento de los billetes y, sobre todo, el cambio de rutas en uno de los aeropuertos más frecuentados y con mayor tráfico. La compañía Brussels Airlines a la que tanto él como buena parte de los españoles residentes en la capital belga suelen recurrir ha dejado de operar sus conexiones directas, de forma que ahora es preciso hacer escala vía Frankfurt. «Si viajar en avión siempre es un poco engorroso, ahora lo es más porque los tiempos de espera se amplían y todo se hace más pesado», reflexiona.
La ida está jalonada de condicinantes y la vuelta tampoco anda exenta de ellos, con un estricto protocolo para garantizar la seguridad en ambas direcciones. Es decir, que igual que se blinda que no haya transmisión a la ida, el viajero no traiga de regreso consigo el virus.
Para certificarlo, en Bélgica las autoridades sanitarias obligan a los pasajeros que aterrizan en su territorio a registrarse en un localizador. Una vez controlados, se les conmina a permanecer en sus domicilios y somerterse a una nueva PCR hasta confirmar que están 'limpios' y pueden hacer una vida normal. «Mi previsión es estar de vuelta sobre el 10 de enero, pero las cancelaciones son habituales y no las tengo todas conmigo», asume.
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La actividad en Bruselas se ha amortiguado casi tanto como en otra ciudad de referencia en Europa como Ginebra, donde reside la también riojana Berta Bartolomé desde hace 18 años. El panorama en Suiza es desolador, y de entre todos los cantones, el suyo es uno de los más duros en las restricciones: museos, cines y restauración cerrados, educación universitaria exclusivamente on line, trámites administrativos a distancia...
La situación lleva a Berta a desear más que nunca reecontrarse aquí con los suyos en Navidad aunque, al mismo tiempo, las imposiciones para realizar el viaje le hacen dudar de su decisión final. El PCR obligatorio y cuyo coste en su lugar de residencia llega hasta los 240 francos suizos (más de 200 euros) les hará modificar la organización familiar de otros años. «Si finalmente nos decidimos a ir, mi marido y yo viajaremos en coche y mi hijo, en avión para que pueda regresar antes», anticipa, subrayando todas las medidas de seguridad y protección mutua que tomarán aquí para una celebración plena y en familia.
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