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Paula Domaica dejó su ciudad natal, Logroño, para emprender una experiencia única: ser estudiante de Erasmus. Fue en el mes de septiembre cuando decidió acogerse al programa de movilidad internacional para cursar Ingeniería Mecánica en Rumanía. Desde entonces, ya son tres meses sin ver a ... su familia. Tiene ganas de regresar y de estar con los suyos, sobre todo, porque se acerca Navidad. Pero no sabe cómo será la vuelta. Los vuelos se han reducido y encarecido.
Ahora ya no hay tanta flexibilidad para escoger una fecha en la que viajar. Y, lo que es peor, que a esta situación se le suma la incertidumbre asociada a las restricciones de movilidad. Sabe que, aunque su intención es regresar a mediados de diciembre, puede haber factores que lo impidan. «No sé a qué medidas tendré que enfrentarme. Todo depende de las restricciones de cada país. En el caso de España, necesito un resultado negativo en la PCR», asegura. Una medida que tiene un coste demasiado alto para ella, pero que resulta «adecuada» para prevenir posibles contagios. Pero, aún así, los ánimos no cesan. «Estoy nerviosa por cómo será la vuelta a casa, e impaciente por ver a toda mi familia», confiesa.
Y, aunque sabe que tiene que extremar todas las precauciones, sus sensaciones son positivas. «Me imagino un reencuentro muy emotivo con mi familia y amigos», añade. Pero su estancia solo se prolongará hasta enero. Su intención es regresar a Rumanía para continuar con sus estudios. ¿Podrá hacerlo? No hay nada seguro, pero lo intentará. «Espero que la situación sanitaria no empeore y que pueda volver sin complicaciones», concluye, confiada.
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