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Si todo transcurre como tiene pensado, Berta Bartolomé cambiará este año su rutina navideña para runirse con los suyos. En vez de volar desde Suiza para recalar luego en Logroño, se desplazará con su marido en coche. La razón: la obligación impuesta a los pasajeros ... de avión de acreditar una PCR negativa tomada en las 72 horas previas al vuelo. «Además de un dineral, es un sinsentido», opina esta profesora de español y responsable de la fundación que vela por el legado de su abuelo, el escultor Daniel. «Es caro, sobre todo si como en nuestro caso tenemos que realizar la prueba tres personas». «Y un absurdo», continúa, «porque nadie garantiza que en los tres días que separan la prueba del embarque hayas podido infectarte».
Ante esta coyuntura, la decisión más probable es que ella y su marido viajen por carretera hasta La Rioja y su hijo tome un avión por razones de agenda. La opción no será cómoda. «Supondrán muchos kilómetros y pernoctar en Francia, con los consiguiente gastos de combustible y hotel», apunta. A esta situación se suma la dificultad para realizarse una prueba. «Hace un mes me sentí mal y acudí a Urgencias, donde me hicieron gratuitamente una PCR que confirmó que estaba contagiada; sin embargo, ahora nadie nos la financiaría a pesar de que es preceptiva para volar a España», explica.
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