Secciones
Servicios
Destacamos
Si algo ha conseguido primero el confinamiento, después la desescalada y, por fin, la nueva normalidad, además de contener provisionalmente el avance de la pandemia hasta agosto, ha sido pervertir la percepción del paso del tiempo. ¿Cuándo fue la última vez que las calles de ... La Rioja se convirtieron en una pasarela de niños y mayores con mochilas, almuerzos, bostezos y algún que otro lloro? El 10 de marzo fue el último día de madrugones y la última jornada en la que las ruedas de las mochillas rompieron el silencio matinal de pueblos y ciudades. No han pasado ni seis meses, pero la sensación es que ha pasado mucho más tiempo. El contexto ha alterado esa percepción.
Pues esta mañana, 180 días después y con la excepción de Alfaro, donde el curso comenzará el próximo lunes, aquella estampa se ha repetido en toda la región. Los estudiantes, en pleno repunte de casos y hospitalizaciones vinculadas al COVID-19, han vuelto a las aulas. Todo ha sido diferente: mascarillas, tomas de temperatura, caminos señalizados en los centros, desinfección de calzado y manos, patios sectorizados y una entrada escalonada de los alumnos en todos los centros para evitar aglomeraciones y poder mantener la distancia entre los diferentes grupos burbuja. Tan diferente que, con medio rostro oculto por las mascarillas, las sonrisas quedaron en un segundo plano y solo a través de los ojos se podía interpretar si el alumno en cuestión regresaba o no satisfecho a las aulas.
La de esta mañana ha sido la primera prueba de fuego para los planes de contingencia y salud elaborados por todos los centros educativos en base a las instrucciones remitidas desde la Consejería de Educación. Una prueba, en algunos casos breve y sin todo el alumnado en los centros ya que algún centro (el Escultor Daniel y Tomás Mingot, por ejemplo) han optado por una incorporación progresiva de sus alumnos. Más allá de eso, desde la Consejería de Educación informaban poco antes de las 11 de la mañana que a tenor de lo sondeado con los diferentes centros todo había transcurrido «con normalidad y sin incidencias reseñables».
Quizá la gran duda radicaba en el impacto del absentismo, en conocer hasta qué punto las familias entendían que los centros educativos no eran espacios seguros. La Consejería de Educación, en una nota remitida cerca de las 15 horas, apuntaba que «el 92,5% del alumnado de Infantil y Primaria« había acudido a las aulas. Los datos correspondientes a etapas superiores »aún no están disponibles, al producirse las presentaciones de forma escalonada«, justificaba Educación.
Por localidades, donde más niños han faltado a las aulas ha sido en Haro, uno de los epicentros de la pandemia en La Rioja. En la capital jarrera uno de cada cuatro alumnos de Infantil y Primaria se ha quedado en casa (han acudido el 75% de los matriculados). En Logroño, la asistencia ha sido del 91,9%, mientras que en Calahorra han ido a las aulas el 93% de los alumnos, unos porcentajes que, dice Educación, se han replicado en el resto de localidades. En todo caso, la Consejería desvincula las ausencias del miedo al contagio asegurando que «la práctica totalidad de los casos de alumnos que no han asistido a clase en esta primera jornada se encuentran en sus domicilios confinados por razones sanitarias o bien por sufrir alguna indisposición de carácter médico«.
Esa sensación de normalidad es la que se ha vivido desde primera hora en todos los centros de la capital riojana. El primer test de los planes de contingencia han servido, también, para poner de relieve algunos problemas: el más relevante, la tardía incorporación de algunos docentes interinos, que han llegado hoy al centro sin instrucciones precisas. A él se suman los logísticos: termómetros colapsados, cierta lentitud en el acceso a los centros, ausencia de mascarillas FPP2 para los docentes y falta de espacio en los accesos de determinados centros que provocaban aglomeraciones de padres, por lo que se solicitará al Ayuntamiento de la capital que valore la oportunidad de suprimir los aparcamientos más próximos a los accesos y reservar dicho espacio al igual que se ha reservado en otras zonas para las terrazas de los establecimientos hosteleros.
Más
África Azcona
Ernesto Pascual
A esa normalidad se ha referido la presidenta del Gobierno de La Rioja, Concha Andreu, en la visita junto al alcalde de Logroño, Pablo Hermoso de Mendoza, del dispositivo instalado en la zona universitaria para los vendimiadores. «Todo el mundo está concienciado y hemos visto que se ha actuado con mucha responsabilidad en este primer día, pero también es importantísimo decir que todas las normas sanitarias de lavado de manos, distancia y mascarilla deben llevarse a rajatabla, no sólo en el ámbito escolar, sino en todos«. Por eso celebró la concienciación y el compromiso de la comunidad educativa, incluidos los padres, y pidió también un mayor esfuerzo en este sentido en cuanto al ocio: «Hemos visto lo que ha pasado Alfaro con las 'no fiestas', algo que espero no vuelva a repetirse por el coste económico que supone para la propia localidad y el por el gasto sanitario que implica y no podemos permitirnos».
Más
Hermoso de Mendoza, por su parte, ha apuntado que «si hay algo esencial es la educación y la comunidad educativa, profesores y trabajadores, pero también padres y madres están dando ejemplo». Así, tras acudir a la apertura del colegio Caballero de la Rosa, con «un seguimiento escrupuloso de los protocolos» ha recordado que en estas primeras semanas se incidirá en la educación cívica en las clases: «Muchas veces son los propios críos los que advierten a los padres de cómo hay que hacer las cosas bien y esta educación cívica es la mejor garantía para que las escuelas sean seguras».
Frente a esa normalidad alegada desde la administración educativa, también ha habido quien ha criticado abiertamente lo actuado hasta ayer desde Educación. Es el caso del director del IES Tomás Mingot de Logroño, que ha considerado que el inicio del curso «ha sido precipitado» lo que implica que «no haya garantías de que vaya a salir bien». Según explicaba «el equipo directivo acumula un estrés brutal y falta el 10% de la plantilla de profesores» que están siendo sustituidos por otros docentes del centro. El centro, por cuestiones de organización, ha decidido espaciar el regreso a las aulas: hoy acuden por primera vez al centro los alumnos de 1º de la ESO y de 1º de Bachillerato, mañana lo harán los de 2º de ESO y Bachillerato y el miércoles los de 3º y 4º de la ESO para, el jueves, reincorporarse todos a las aulas.
Pero el coronavirus no ha podido con los nervios del primer día de muchos de los alumnos riojanos. Nervios y puntualidad máxima, una de las claves para que todos los protocolos funcionen correctamente. Hasta los más pequeños lo ha interiorizado. «Quiero entrar ya, que quiero ser puntual», le decía en las puertas del edificio de Infantil y Primaria de Jesuitas una pequeña a su padre, que se mostraba confiado en el correcto funcionamiento de todos los planes de seguridad activados: «Este colegio siempre ha tenido un orden y gracias al patio y a las instalaciones pueden desarrollar el protocolo de una manera fácil y segura», decía.
No demasiado lejos, en el Divino Maestro de Logroño, uno de sus docentes aseguraba que los niños llegaban con la rutina casi aprendida de casa por lo que la gestión del acceso al centro se estaba cumpliendo sin problemas mientras algún padre, desde el exterior de centro, trataba de ver qué sucedía en un patio al que tienen prohibido el acceso mientras en su fuero interno las sensaciones encontradas eran evidentes: «Tanto el pequeño como el mayor necesitaban volver a clase para socializar un poco... pero siempre queda el miedo de que se junten con tantos amigos», decía una de las madres del centro.
Esos recelos también existen entre el profesorado. «Todos tenemos respeto. No es un curso ordinario, porque las medidas son muchas. Pero teníamos muchas ganas de que el curso comenzase y de que continúe, sobre todo, de manera presencial, que es lo que hemos planteado desde este centro», explicaba desde Marianistas la directora del centro, Chus Sauca, sorprendida con la agilidad del acceso al centros de los alumnos: «Ha sido bastante más rápido de lo previsto», aseguraba.
Desde Alcaste, su directora, Irene Parra, apuntaba estar «tranquila» toda vez que «los protocolos son bastante seguros. A esto hay que añadirle que tenemos alumnos que sabemos que van a respetar las medidas del plan de contingencia. Siempre pensando que pueden ocurrir cosas. De ahí, que extrememos todos las precauciones».
Con casi 51.000 alumnos convocados a las aulas, prácticamente todos han asistido al primer día de colegio de este curso y el absentismo, superior en todo caso a otros años, ha sido minoritario. Y no, ayer no se pusieron demasiados niños enfermos, como especulaban diferentes grupos de wasap. Desde el Hospital San Pedro de Logroño se apuntaba que durante la jornada de ayer el servicio de Pediatría completó 27 atenciones, «muchas menos que la media de asistencias a niños en domingo».
Desde el sindicato ANPE, en una primera valoración de la vuelta a las aulas, lo tildaron de positivo si bien, recordó su presidente, Gustavo Navas, aún hay muchos frentes que abordar y cuestiones que solucionar para que los centros sean un entorno seguro.
Navas, ha felicitado el trabajo realizado por los equipos directivos «que se han encargado de informar a todas las familias de qué tenían que hacer, horarios, etc. Tienen todo organizado después de una semana en la que con los docentes han completado jornadas de 12 y 14 horas de trabajo». Un esfuerzo extra que Navas vincula a la «falta de liderazgo de la Consejería» a la hora de tomar decisiones sobre el inicio del cuso escolar.
Junto a ello, Navas denuncia que «los profesores no están recibiendo mascarillas para poder desarrollar su trabajo y son ellos quienes tienen que adquirirlas. Las que ha enviado Educación son para reposiciones por pérdidas o roturas, por lo que reclamamos que se dote a todos los docentes de mascarillas». Además, en línea con lo reclamado por otras organizaciones, también reiteró la necesidad de hacer pruebas PCR a todos los docentes, y recordó que en Madrid el control serológico del cuerpo docente ha revelado 2.000 positivos que ahora se someterán a las pruebas PCR.
Entre las reivindicaciones de ANPE también figuran la necesidad de que Educación «respete los horarios laborales de los profesores», que se solucionen los refuerzos que los centros podrán contratar para el personal de refuerzo para atender a los alumnos del comedor, y el de limpieza de los centros. A todo ello suma «la precaria situación de los trabajadores de la Consejería de Educación que se encargan de recursos humanos». «Tienen unos medios muy escasos para gestionar a los 4.000 profesores de la publica y los 1.400 de la concertada. Tienen muchos menos trabajadores que otras áreas de personal de Consejerías con menos trabajadores a su cargo», asegura. Eso hace, sostiene, que los centros no encuentren un interlocutor cuando tienen que hacer gestiones de personal o que los llamamientos a profesores interinos salgan con errores.
Desde UGT, Alicia Romero reconocía que la sensación de normalidad se ha extendido por todos los centros educativos ”más allá de las dificultades en entradas y salidas y otras cuestiones que deberán ir adaptándose a lo largo del curso”. Un periodo lectivo que califica como “una mochila de incertidumbre” frente a la que han trabajado los equipos directivos y docentes, cuyo trabajo ha elogiado. “Han hecho un trabajo ímprobo y denodado y en algún caso se ha organizado, para los alumnos más mayores, un sistema de semipresencialidad que no es una improvisación como en el caso de marzo”, ha dicho recordando a la Consejería su compromiso de incorporar 220 docentes como refuerzo.
Mikel Bujanda (CCOO) también ha destacado ese trabajo de los docentes y la normalidad vivida en la primera joprnada de clase. En todo caso ha defendido la necesidad de que el Ejecutivo sea más ambicioso y afronte “un descenso de las ratios a 20 alumnos por aula, que es el número que se marcó como recomendado por parte del Ministerio”. Más allá de eso, y ante los problemas de espacio en algunos centros, ha recordado que la distancia de un metro y medio es obligatoria y que “en algún centro no se está cumpliendo. Educación y Sanidad deben ser más estrictos”.
Entre las tareas pendientes, Bujanda ha incidido en la necesidad de hacer pruebas PCR a todo el personal de los centros educativos, ya que los colegios “son una vía de detección y freno del coronavirus”, y ha conminado al Ejecutivo central a que solucione cómo se resolverá la situación laboral de los padres en el caso de que su hijo sea confinado tras haber estado en contacto estrecho con un positivo.
La CSIF por su parte insistió en que son «insuficientes los desdobles que se están llevando a cabo en los centros, que, además, no disponen de un número adecuado de espacios ni de docentes». En un comunicado consideraron que la seguridad de los centros es «irreal» y tras los resultados de las pruebas serológicas a docentes realizadas en Madrid, reiteraron al consejero de Educación, Pedro Uruñuela, su petición de aprobar las PCR para todos los profesores de la región y así «poder comenzar el curso con las mayores medidas de contención posibles».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Cinco trucos para ahorrar en el supermercado
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.