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La séptima jornada de juicio por el crimen de Cuzcurrita se ha centrado estes jueves en el visionado de la reconstrucción que se hizo de los hechos el pasado 26 de enero. Ese día, los responsables de la investigación de la Guardia Civil, la juez, ... la fiscal, las acusaciones y las defensas se trasladaron a la localidad del hostelero para escuchar y ver 'in situ' la versión de los acusados sobre el papel que se atribuye cada uno de ellos la noche del 1 al 2 de mayo de 2023.
En el vídeo, como ya hicieron durante su declaración en el primer día de juicio, se ve y se escucha a los acusados cómo se incriminan mutuamente del asesinato de Guillermo Castillo, por el que la Fiscalía reclama 27 años de cárcel. El primero en dar su versión es A.D.G., de 54 años y apodado 'El pastelitos'. Su relato es el más breve porque se ciñe a la que dice que fue su participación en el suceso, es decir, que ese día C.S.R., de 39 años y nacido en Portugal, sobre las 22.00 horas fue a recogerle en el coche de su pareja, un Dacia Sandero, a su casa en el barrio de La Estrella y de ahí fueron directamente a Cuzcurrita.
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«Me dijo que le acompañara porque este señor le debía un dinero, que había trabajado para él». En el vídeo, que dura unas dos horas y media, A.D.G. asegura que se quedó en el coche aparcado ya en Cuzcurrita y transcurridos unos 40 o 45 minutos C.S.R. regresó al vehículo. «No le vi nervioso», indicó. En se momento le preguntó si le había pagado lo que le debía y le contestó que no. Hicieron una parada en Lardero para comprar droga. A.D.G. sostiene que también allí se quedó en el coche, C.S.R. subió y bajó con la misma ropa. «No le vi ninguna mancha. Trabaja en el campo y sí tiene las manos un poco descuidadas».
Sobre las 02.30 horas, el portugués le dejó cerca de la casa de su hermana y le dio 150 euros. Al día siguiente , hacia las 10.00 horas, se enteró de lo ocurrido. «Me quedé flipado cuando me dijo mi hermana que habían encontrado a un hombre muerto». Llamó a C.S.R., a quien había conocido en la cárcel en 2015, y éste le comentó que se trataría de otro hombre. A partir ahí, según su versión, rompió toda relación con el portugués. «Tenía que haber hecho caso a mi hermana porque C.S.R. no le hacía mucha gracia».
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El relato de C.S.R, en un vídeo que recoge momentos tensos con insultos entre los acusados el día de la reconstrucción de los hechos, es el más extenso. Coincide con A.D.G. en que le fue a buscar a La Estrella. A partir de ahí las versiones difieren y mucho. El portugués asegura que hicieron una parada en Lardero para 'comprar', pararon a fumar y de allí fueron a Cuzcurrita. «No teníamos más dinero, teníamos muy poco material y estábamos muy puestos de cocaína. Él quería atracar un supermercado en su barrio y yo para eso no valgo. Le dije que tenía un amigo en Cuzcurrita que me podía dejar algo de dinero».
Una vez en la localidad, pese a que él insistía en que A.D.G. se quedara en el coche, éste le hizo caso omiso. Llamaron a la puerta, Guillermo Castillo abrió y ambos entraron a la vivienda. «Guillermo se echó atrás al ver a A.D.G.» y A.D.G. «se tiró para el hombre del tirón». C.S.R. asegura que trató de separarle pero continuó dándole golpes mientras «Guillermo intentaba librarse y limpiarse la sangre de los tortazos que le había propinado».
«Estaba desbocado –asegura C.S.R. de A.D.G.– , les dejé y me metí. Guillermo soplaba sangre, como cuando una persona está cansada», detalla en la cinta. A partir de se momento, les dejó y empezó a registrar las habitaciones. «Temía ver algo desagradable, había mucha sangre, no quería ver más. Estaba más centrado en encontrar un botín». «Yo le conocía de hacía mucho y nunca le había visto así», dice C.S.R. de A.D.G. en la cinta y éste le contesta : «¡Qué me vas a conocer tú. Lo tenías bien estudiado. Qué buen amigo!», ironiza
En la vivienda del hostelero, según su versión, al preguntarle qué había ocurrido, A.D.G le dijo hasta en dos ocasiones: «Hombre muerto no declara». Mientras, A.D.G., en el vídeo, insiste: «Yo no estuve en esta casa, tiene una fantasía en su cabeza, yo aquí no vine con este tiparrajo, que es un asqueroso.». «He atracado bancos, pero jamás he puesto una brida, los he dejado sueltos, ni he puesto la mano a un cliente y menos a gente que me da trabajo para comer», se defiende.
En el relato de los hechos, C.S.R. apunta que regresaron al vehículo y, según su versión, A.D.G estaba manchado de sangre. Hicieron una parada a las afueras de Cuzcurrita para «una fumadita», y luego, otra en Lardero, para comprar cocaína y caballo con los 150 euros que le había dado A.D.G.. Allí, en la vivienda del traficante, según C.S.R., el otro procesado se cambió de ropa y la metió en una bolsa. «Él sabrá qué ha hecho con ella». La siguiente parada fue en La Estrella, serían las 04.00 horas, para dejar a A.D.G.. El portugués siguió hasta Pradillo, donde vive su novia. Eran las 05.00 horas y a las 07.00 estaba ya Laserna (Álava) trabajando. Tres horas y media después, le llamó su mujer para contarle que habían encontrado muerto a su «amigo».
Al día siguiente de lo sucedido le contó a un compañero de trabajo que temía lo ocurrido, «que se nos fue de las manos, se lo dije por desahogarme, yo tuve parte de culpa en ello. Que íbamos drogados, íbamos a pedirle dinero y terminó el hombre muerto».
El juicio encara la recta final con la declaración este viernes de los médicos forenses que hicieron la autopsia a la víctima. El lunes está previsto que las partes expongan sus conclusiones definitivas de los hechos para, después, conceder el último turno de palabra a los acusados. El martes, el magistrado entregará el objeto del veredicto a los miembros del jurado, que desde ese mismo instante permanecerán aislados para deliberar sobre la culpabilidad o no de los acusados.
El Ministerio Público solicita 27 años de cárcel para C. S. R .(23 por asesinato con alevosía y cuatro por robo con violencia) y 27 años y nueve meses para A. D. G. por idénticos delitos, mientras que las acusaciones particulares piden la prisión permanente revisable. Por su parte, las defensas solicitan la absolución, ya que se descargan mutuamente la responsabilidad en el crimen.
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