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No había una, sino dos cajas fuertes. Las dos estaban en la despensa, muy próximas al aseo de la planta baja en la que dejaron encerrado y moribundo a Guillermo Castillo, de 78 años, la madrugada del 2 de mayo de 2023. Pese a que ... registraron todas las estancias de la vivienda, los asesinos del hostelero no se percataron de la existencia de los dos cámaras, según el testimonio de los dos agentes del laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil que declararon este martes en la quinta sesión de juicio contra C.S.R., de 39 años, y A.D.G., de 54, por el llamado crimen de Cuzcurrita.
La jornada de este martes ha puesto de relieve las contradicciones de la versión de C.S.R., el portugués, pero también la brutalidad empleada en la agresión. Prueba de ello son las manchas de sangre halladas en el baño que demostrarían que los procesados dejaron a Guillermo Castillo encerrado en el aseo cuando todavía estaba con vida y sin posibilidad de defenderse ni de pedir auxilio.
Estos mismos agentes, que se encargaron de la inspección ocular de la escena del crimen el 2 de mayo, poco después de que apareciera el cuerpo sin vida del hostelero, detallaron que detrás de la puerta de entrada, que estaba acristalada a ambos lados permitiendo así ver el exterior, se encontraron huellas con manchas de sangre que indicarían que los procesados se asomaron para vigilar que no viniera nadie mientras registraban la casa en busca de un botín que estimaban en entre 50.000 y 60.000 euros. En el cerrojo interior también se hallaron manchas de sangre, de modo que tuvo que ser manipulado después de cometer el crimen. Así «se aseguraban de que nadie pudiera abrir la puerta desde la calle», precisó uno de los agentes.
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Durante su intervención en la Audiencia Provincial, y a preguntas de la Fiscalía y de las acusaciones particulares, estos mismos testigos explicaron que nada más abrir la puerta tuvieron la impresión de que allí se había cometido un delito violento. Y, por los restos hallados en el interior, así como por la posición en la que dejaron el cadáver en el baño –un habitáculo de 1,20 x 2 metros–, la agresión tuvo más de un autor. De hecho, para sacar el cuerpo del aseo fue necesaria «la acción de dos agentes».
En el juicio, que continúa este miércoles con la declaración de varios peritos forenses, comparecieron también dos agentes de la unidad orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil que elaboraron una reconstrucción virtual de los hechos siguiendo la versión que ofreció C.S.R., el único de los acusados que reconoció que estuvo en la casa de Guillermo Castillo la noche del crimen. A.D.G., el primer día de juicio, como ya había hecho antes en sede policial y judicial, declaró que ni siquiera se había bajado del vehículo y que, por tanto, no tuvo nada que ver con la muerte violenta del hostelero.
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De acuerdo con la reconstrucción efectuada simulando el mismo escenario del crimen y con un maniquí de las dimensiones de Guillermo Castillo, los agentes consideran poco creíble la versión del procesado. «Lo que dice C.S.R. no es verdad, lo que cuenta él no se ha producido así», subrayaron.
También este lunes, otro agente del Instituto Armado puso de relieve las contradicciones de las declaraciones de los acusados con respecto a la ruta que emprendieron la noche del crimen. Así por ejemplo, A.D.G. insistió en que nunca estuvieron en Lardero y, sin embargo, las antenas de telefonía les sitúan en este municipio antes de emprender rumbo a Cuzcurrita.
Otra de las contradicciones es la relativa a la relación que mantuvieron los dos encausados después del asesinato de Guillermo Castillo. A este respecto, A.D.G., que incrimina a su compañero de banquillo, sostenía que no habían vuelto a hablar y, sin embargo, en el registro de su teléfono móvil se detectaron 15 llamadas efectuadas a C.S.R desde su dispositivo y nueve de entrada. El contacto telefónico se interrumpió cuando A.D.G fue detenido en julio de 2023 por el atraco a una sucursal bancaria en la plaza de la Iglesia del logroñés barrio de Varea.
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Por su parte, el capitán de la Guardia Civil, jefe de la unidad orgánica de la Policía Judicial que estuvo en la entrada y registro de la vivienda de Pradillo, donde convivían C.S.R. y su novia, detalló que en la casa, de 3 plantas, se encontraron hasta 39 manchas de sangre, aunque, según dijo, «no es tan importante la cantidad como la localización». En cualquier caso, según recordó, no se llegó a determinar a quién pertenecían los restos biológicos.
El Ministerio Público solicita 27 años de cárcel para C. S. R .(23 por asesinato con alevosía y cuatro por robo con violencia) y 27 años y nueve meses para A. D. G. por idénticos delitos, mientras que las acusaciones particulares piden la prisión permanente revisable. Por su parte, las defensas solicitan la absolución, ya que se descargan mutuamente la responsabilidad en el crimen.
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