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I. Ugalde
Lunes, 13 de enero 2025
Durante décadas, los barrios adyacentes al Bosque Nacional de Los Ángeles, habían conformado una especie de gran familia, cuyas viviendas, ahora arrasadas por los incendios, habían sido heredadas de generación en generación. Eran mucho más que simples casas, era el fortín de los recuerdos. Por ... esa razón, muchas personas se negaron a abandonar sus hogares con la intención de poder salvarlos de las llamas con sus propias manos, como ya lo habían hecho en ocasiones anteriores. A otros, simplemente, el fuego les pilló desprevenidos al recibir las alertas de evacuación con apenas margen para huir o imposibilitados de hacerlo al encontrarse postrados.
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Ivia Ugalde
Los análisis de ADN realizados en las zonas donde los Bomberos han conseguido extinguir el fuego han permitido ponerle nombres y apellidos a más de media docena de las víctimas registradas, que este lunes se han elevado a 24. Sus historias no pueden ser más descorazonadoras.
Cuando a última hora del pasado martes las autoridades lanzaron el aviso de evacuación, a Victor Shaw, de 66 años, no hubo forma de moverlo de la casa en la que había vivido desde su infancia en el barrio de Monterosa Drive, muy cerca del bosque. Su hermana, Shari Shaw, que residía con él, cuenta que tuvo que marcharse sola al no poder persuadirle. Hizo las maletas angustiada, pero con la esperanza de volverlo a ver con vida. No fue así.
A Victor lo encontraron días después tendido en el suelo del patio delantero, agarrado a una manguera de jardín y con un tubo de canalón colocado sobre el brazo izquierdo. «Estaba aquí afuera intentando apagar el fuego él solo», contó William Jackson, uno de sus vecinos, a medios locales.
Victor le había prometido a su hermana que protegería la casa familiar, como lo había hecho su padre. Y cumplió su promesa hasta el final. La casa, adquirida por sus progenitores hace más de medio siglo, tenía «mucho significado para él», asegura Jackson, que lo recuerda como un hombre muy trabajador, que conducía un vehículo de donación de sangre y hacía repartos por encargo.
Cuando Jackson se mudó a Monterosa Drive, en la década de 1970, los padres de Shaw, Frank y Freddye Shaw, ya estaban en el barrio. «En aquella época, las casas costaban unos 50.000 dólares y ahora rondaban más de un millón o dos millones», cuenta.
Rodney Nickerson, de 82 años, era vecino de Shaw. Y, como él, murió en su casa de Pasadena, Los Ángeles. Las noticias que salían en los medios sobre el avance del fuego no parecían inquietar a este exingeniero espacial de la multinacional Lockheed Martin, quien tras su jubilación ejercía como diácono activo de su iglesia. «Sentía que no iba a pasar nada. 'Estaré aquí mañana', fue lo último que me dijo», declaró a la cadena de televisión local KTLA su hija Kimiko Nickerson. Por ese motivo, decidió quedarse en su vivienda.
Kimiko cuenta que su padre, que había comprado la propiedad en 1968, ya tenía décadas de experiencia lidiando con incendios y sus consecuencias. Pensaba que esta vez su lucha contra el fuego sería como las anteriores y se había equipado con todo el material necesario para intentar preservar la vivienda.
82-year-old Rodney Nickerson did not think the wildfires would reach his home in Altadena.
— Sky News (@SkyNews) January 10, 2025
He was asleep in his bed when flames engulfed the home he had lived in for more than 50 years. pic.twitter.com/GLVuecG0d4
Entrevistado también en medios locales, Eric Nickerson, hijo de Rodney, definió a su padre como «angelino desde el primer día». La familia era conocida ya que su abuelo había fundado la compañía de seguros Golden State Mutual Life, y más tarde un proyecto de viviendas públicas en el barrio de Watts había sido bautizado con el nombre del patriarca.
«Todo el mundo en esa comunidad de Pasadena Altadena ha estado allí durante años; estamos hablando de que todo el mundo se conocía. Todos compraron sus casas por 30.000 y 35.000 dólares a principios de la década de los 70, y ahora valen millones. Pero ahora, todas han desaparecido», lamenta Eric.
Erliene Kelley, de 83 años, era una técnica jubilada de la cadena de farmacias Rite Aid, a la que sus conocidos definen como «la vecina perfecta». «Era tan, tan dulce. Era un ángel. Cuando la ves, tienes una sonrisa», cuentan Rita y Terry Pyburn, una pareja que vivía en su manzana. La relación entre ellos era muy buena. Solían conversar a menudo sobre jardinería y noticias locales e incluso acostumbraban a dejarle pequeños regalos de Navidad.
El día en que Rita y Terry Pyburn abandonaron con prisa su casa para ponerse a salvo recuerdan que el «pánico» les invadió. «Todo el mundo se largó y a nadie se le ocurrió comprobar cómo estaba nadie más», se lamentan tras conocer la suerte de Kelley. «Hasta que empezamos a oler humo no nos preparamos para salir», cuenta el matrimonio, al recordar que la alerta de emergencia llegó después.
«Creo que el aviso lo recibimos demasiado tarde», reflexionan al asegurar que «desafortunadamente, no hubo buena comunicación» sobre el peligro real. Una información a tiempo quizá habría podido salvar a Kelley, quien, ajena a lo que estaba de verdad ocurriendo, se mostró «inflexible» a dejar su casa porque ninguno de los incendios anteriores había llegado nunca tan lejos. Así lo relató su nieta, Briana Navarro, en una entrevista.
Briana Navarro tells me her grandmother Erliene Kelley died in the Eaton Fire.
— Liz Kreutz (@LizKreutzNews) January 10, 2025
She says her grandma had lived in her home for 40+ years, been through multiple fires & didn’t think she needed to evacuate. But this one was different. The family believes she perished in their home. pic.twitter.com/KZywYQ0tMF
Rita y Terry Pyburn insisten en que todo ocurrió muy deprisa: «Habíamos oído inicialmente en la radio que todo lo que estaba al este de Lake Street había sido evacuado, y que aquí, en el lado oeste, estábamos a salvo. Pero no era cierto».
Randall Miod, un amante del surf de 55 años, pasó los últimos instantes de su vida tratando de plantar cara al fuego en su casa ubicada en la ciudad costera de Malibú. Su madre, Carol Smith, ha sido la encargada de dar a conocer en la cadena de noticias CNN el fallecimiento de su hijo, a quienes sus amigos llamaban cariñosamente 'Randy'.
Carol ha explicado que Randall le había dicho en la última conversación que mantuvieron que tenía una manguera con la que pretendía proteger la vivienda en la que había vivido durante décadas. «Su hogar representaba una valiosa posesión para él. Era la única casa que había tenido. Ahora me doy cuenta de cuántos recuerdos tenía en esa casa y puedo entender por qué no quería irse», ha asegurado.
NEW: A close friend of the victim who died in the #PalisadesFire in the home on PCH in Malibu tells me he was 54-year-old Randall Miod. I’m told he was trying to protect his home of 30 years and his kitten when he was overwhelmed by the fire, & his family has been notified. RIP. pic.twitter.com/ZYYCQAuGBy
— Bill Melugin (@BillMelugin_) January 11, 2025
Como recuerdo a 'Randy', sus amigos y familiares han publicado en las redes sociales numerosos mensajes de despedida que han acompañado de fotos en las que se le ve disfrutando del surf y con rostro sonriente en su casa cerca de la playa. El hogar por el que se dejó la vida.
«¡El patio está ardiendo!», fueron las últimas palabras que escuchó Hajime White de su padre Anthony Mitchell cuando le llamó sobresaltado para avisarle de lo que ocurría. El hombre, un vendedor jubilado de 67 años, había sufrido una amputación y vivía con su hijo veinteañero Justin, con parálisis cerebral, en su casa de Pasadena.
Con claras limitaciones para emprender una rápida huida, ambos murieron mientras intentaban ponerse a salvo, explicó White al diario 'The Washington Post'. Mitchell, padre de cuatro, abuelo de 11 y bisabuelo de 10, quizá habría podido escapar de las llamas si hubiera contado en ese momento con la ayuda del otro hijo que vivía con ellos, el cual se encontraba hospitalizado por una infección.
El cadáver de Mitchell fue hallado junto a la cama de su hijo, una escena que White describió como una muestra del amor y compromiso que su padre tenía por Justin. «Nunca lo iba a dejar atrás, pasara lo que pasara», ha asegurado, rota por el dolor de la pérdida de ambos, que ha devastado a toda la familia. «Es como si me hubiera caído encima una tonelada de ladrillos», confiesa.
El australiano Rory Callum Sykes tenía 32 años y una meritoria trayectoria como orador motivacional que le hacía merecedor del cariño del todos. El joven, que adquirió fama por su faceta de actor infantil, era considerado un ejemplo de superación. Pese a haber nacido ciego y con parálisis cerebral en 1992 en Gran Bretaña, superó múltiples cirugías y terapias que le devolvieron parcialmente la vista y le permitieron caminar.
Su madre, Shelley Skyes, ha confirmado la noticia de su muerte, en trágicas circunstancias, a través de una emotiva publicación en la que recuerda a su hijo como «un maravilloso regalo». Junto a ella, el joven -que a los ocho años alcanzó notoriedad como estrella del programa infantil británico 'Kiddy Kapers'- había fundado Happy Charity, una organización dedicada a ofrecer apoyo a personas con discapacidad. A través de esta asociación, Callum se dedicaba a transmitir mensajes de esperanza y superación por todo el mundo.
??????????MOTHER OF 'KIDDIE KAPERS' ACTOR BREAKS DOWN DESCRIBING MOMENT HE DIED IN LA FIRES
— Mario Nawfal (@MarioNawfal) January 12, 2025
Rory Callum Sykes, a 32-year-old former child star and motivational speaker, tragically died in the Los Angeles wildfires after a blaze destroyed his family's Malibu home.
Sykes, who gained… https://t.co/kgrSO9DgWS pic.twitter.com/R5Q2ZGAxQC
«Tengo el corazón roto», ha confesado su madre, quien ha relatado al canal australiano 9News los desesperados esfuerzos por salvar a su hijo. Con un brazo roto intentó sin éxito levantarlo del suelo mientras trataba al mismo tiempo de apagar las cenizas que caían sobre el tejado de la casa, pero no tenían agua desde hace días. «Él me dijo: 'Mamá, déjame'. Pero ninguna madre puede dejar a su hijo», explica entre lágrimas al recordar a Callum, quien falleció por intoxicación con monóxido de carbono, según precisaron los Bomberos.
Annette Rossilli, de 85 años, era una firme defensora de los animales que vivía en su casa de Pacific Palisades, en Los Ángeles, con cinco mascotas: un perro, un canario, dos loros y una tortuga. Cuando llegó el aviso de que debía marcharse de su hogar por el avance de los incendios, decidió no hacerlo, según informó, en declaraciones a la CNN, Luxe Homecare, la compañía que le proporcionaba atención domiciliaria.
El cuerpo de Rossilli fue localizado el pasado miércoles por los bomberos en el interior de su automóvil. La empresa que le brindaba cuidados en casa la describió como una persona muy querida y conocida en su comunidad, por haber dirigido durante décadas un negocio de fontanería junto a su esposo.
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