La travesía del Canal de la Mancha puede conducir, sorprendentemente, desde las costas europeas hasta Ruanda, a más de 6.000 kilómetros del Reino Unido. El primer ministro británico, Rishi Sunak, está empeñado en enviar migrantes irregulares al país africano. A lo largo de las ... próximas semanas se enfrentará a la tramitación parlamentaria de una segunda versión de su proyecto, tras el rechazo del Tribunal Supremo a la redacción interior. Entre otras críticas, los contrarios a la iniciativa aducen que el Estado africano es un régimen autoritario que podría reenviar a los solicitantes de asilo a sus países de origen, mientras que sus partidarios aseguran que se trata de una excepción positiva en un continente sometido al conflicto permanente.
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Los reproches al gabinete de Jean Paul Kagame son numerosos. El gobernante Frente Patriótico Ruandés reprime a todos aquellos que son percibidos como una amenaza para el Gobierno y no hay investigaciones creíbles sobre las desapariciones forzadas y las sospechosas muertes de opositores, según la ONG Human Rights Watch. El canario Ayoze O'Shanahan expone su postura tras siete años de residencia. «No es una dictadura en el día a día. La gente está contenta con la situación actual», asegura este periodista y propietario de una empresa audiovisual que proporciona medios técnicos a las productoras extranjeras que acuden a este país para grabar documentales o 'realities' de toda condición.
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El relieve de la antigua colonia belga, en cualquier caso, no se corresponde con sus escasos recursos naturales. La historia reciente la ha convertido en protagonista triste o afortunada. El genocidio de 800.000 personas de etnia tutsi o hutu en 1994, la guerra civil y el éxodo posterior, son lastres muy pesados. «El miedo a que vuelva a suceder ha impuesto cambios radicales», indica. «Ante esa espada de Damocles, la prosperidad es una herramienta para conseguir la estabilidad política», según O'Shanahan.
La ambición intenta contrarrestar la amenaza. El régimen ha puesto en marcha un programa para que Ruanda, un país de bajos ingresos, alcance las rentas medias en 2035 y las altas en 2050. «Eso en España no existe», lamenta. El milagro económico ruandés, con tasas de crecimiento que se hallan entre las más altas del mundo, resulta sorprendente. O'Shanahan lo relativiza, ya que el nuevo régimen partió de cero. «Este país ha resurgido de sus cenizas», alega. «En África, si consigues la paz ya creas progreso porque el desarrollo es muy escaso», añade.
Convertirse en vanguardia es el propósito general. La modernización no se ha limitado a dotarse de infraestructuras, sino que ha apostado por la proyección internacional y los nuevos medios. Ruanda posee un ministerio de TIC (tecnología de la información y las comunicaciones) y nuevos medios, y construye el Kigali Innovation City, un parque tecnológico y residencial sobre sesenta hectáreas cercanas a la capital. «Ya ha atraído a universidades extranjeras como la Carnegie Mellon, o la fundación sueca Norrsken, una incubadora empresarial», según el canario.
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No hay nada de la efervescencia y caos africanos en la capital Kigali. A la manera de Canberra u otras urbes diseñadas milimétricamente, se expande por amplias y pulcras avenidas flanqueadas por un 'skyline' de última generación. Pero todo en el país africano parece poseer un anverso brillante y cierto reverso un tanto tenebroso. Las 'slums' o barrios pobres han sido víctimas de la piqueta y se acusa a sus autoridades de expulsar del centro a niños de la calle, vendedores ambulantes, prostitutas y todos aquellos que no utilicen zapatos formales.
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La miseria acecha más allá de los límites de la metrópoli. La mitad de su población rural, que constituye el 85% de la total, subsiste bajo el umbral de la pobreza frente al 22% de los residentes en las ciudades, según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). Pero el Gobierno también intenta cambiar esta realidad. La denominada Revolución Verde quiere transformar este escenario de mera subsistencia fomentando los monocultivos comerciales y el uso de insumos como fertilizantes y semillas enriquecidas, un reto difícilmente asumible por la comunidad campesina.
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El acuerdo con Gran Bretaña para recibir extranjeros se inscribe en esta política que, inevitablemente, requiere de una generosa financiación exterior. El Gobierno de Sunak pagó más de 160 millones de euros para propiciar el primer acuerdo y, posteriormente, desembolsó otros 116 millones. El factor cultural también es relevante. El Ejecutivo de Kagame se ha alejado de Francia y Bélgica, antiguos tutores, a favor de Estados Unidos y Gran Bretaña. Además de incluir el inglés como idioma oficial, el país se sumó a la Commonwealth en 2009.
La corrupción puede arruinar esta sorprendente fuente de ingresos, pero, otra de las excepcionalidades ruandesas es la buena gobernanza. «La apertura de negocios es muy dinámica y el sistema fiscal funciona», aduce el promotor español. «Allí la iniciativa es vista de otra manera, más positiva, como una forma de impulsar la hostelería, por ejemplo».
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Los detractores apelan a la represión para denunciar el tratado. La extraña aprensión de Paul Rusesabagina, el héroe que inspiró la película 'Hotel Ruanda', fomenta las suspicacias. El hombre que salvó la vida a decenas de tutsis se volvió un crítico del régimen, fue secuestrado en Dubai y conducido a su país, donde resultó condenado a un cuarto de siglo de cárcel. En 2022 fue liberado gracias a presiones internacionales. Antes, la líder opositora Victoire Ingabire había permanecido en prisión durante ocho años. El cantante Kisito Mihigo, autor del himno nacional, también se volvió contra el régimen y fue castigado con una década de reclusión por terrorismo y, en 2020, hallado ahorcado en su celda.
España carece de embajada en Kigali y sus relaciones con Kagame no gozan de gran calidez. En 2008, el juez Fernando Andreu emitió una orden de detención contra cuarenta personas, integrantes de la cúpula militar ruandesa, por su implicación en la muerte de nueve cooperantes hispanos durante la ofensiva final tutsi. A resultas, Emmanuel Karenzi, ex jefe de la inteligencia, fue detenido en Londres, medida tachada de ultraje por el Gobierno ruandés.
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El año que viene Ruanda celebrará elecciones presidenciales. En 2010 Kagame las ganó con el 93% de los votos y siete años después obtuvo el 98,8% de los sufragios. Una nueva victoria se antoja inevitable. Esta contundente realidad tiene lugar en un país que también es modélico en su legislación contra toda discriminación por cuestión de género, raza o religión. «Incluso acoge a personas LGBTI que han huido ante el incremento de la persecución en la vecina Uganda».
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