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¿Qué no puede faltar en la tienda de campaña de un 'holiker'? «Nos podrán faltar mantas, pero el vino, eso nunca», responde con mucho desparpajo Pablo Olarte, uno de los más de cinco mil jóvenes que han decidido disfrutar de otra de las experiencias del festival Holika: la acampada. Pablo está instalado, junto con otros 11 amigos, en la zona del 'glamping', donde los 'holikers' llegaban el pasado miércoles a 'mesa puesta'. Y es que para instalarse allí no se necesitaba cargar con la tienda de campaña. La organización ya se había encargado días antes de montarlas.
Así en apenas unas horas se hizo el 'vecindario'. Su vecinas son nueve chicas, que llegaron de Vitoria. «Son todos muy majos», dice sin pensárselo Paula Sánchez, una de las jóvenes vitorianas. Ellas vinieron junto a otro grupo de amigos, instalados en unas tiendas más alejadas, y que a las cuatro de la tarde, como la mayoría de los y las adolescentes del festival Holika, duermen a pierna suelta. «Estamos un poco cansados. A Juan Magán lo cogimos con unas ganas tremendas», apunta Pablo sobre la primera noche de los conciertos. Uno de los temas de conversación es el nombre del artista sorpresa de este sábado. «Tiene que ser Omar Montes», casi que reclama una de las amigas de Paula.
El cartel de conciertos es un punto a favor del festival Holika, pero la acampada, en un área arbolada junto al río Cidacos, es una oportunidad que muchos no querían perderse. «La experiencia está siendo muy guay, muy divertida y con muy buen ambiente», valora Paula.
En la otra zona de camping, en la parte del parque Cidacos aledaña al albergue juvenil, había que arrimar el hombro el miércoles para instalarse. Allí cada grupo traía su tienda y se la montaba. «Esto es supervivencia. Me gusta la idea, porque tienes que pasar los días con los recursos mínimos», explica Jon Zubeldia, de San Sebastián. Llegó el jueves con diez amigos y lo hizo cargado de tiendas, mesas, sillas y comida para prácticamente los tres días del festival. La llegada debió ser una 'odisea'. «Es que veníamos cinco personas, cargados con las cosas de diez, así que imagínate cómo fue entrar con todo...», relata.
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Llegaron cargados, pero ahora no les falta de nada. Tienen hasta «patatas cocidas sin pelar para una ensalada». Aún así, para próximas veces, «será mejor comprar la comida en las tiendas locales». «Hubiese sido mejor no venir tan cargados», reflexiona.
De fondo suena la música de una sesión de dj de tarde en el escenario exclusivo para los 'holikers' acampados. El ambiente es relajado y algunos de los grupos de las tiendas de alrededor se empiezan a preparar para los conciertos de la tarde. Los brillantes de pegatina y las trenzas no fallan en la mayoría de 'looks' de las chicas.
Para asearse el camping cuenta con una zona de duchas. «Están muy bien montadas. El agua sale fría, pero como hace calor se lleva bien», opina Jon.
El 'pero' se lo pone al espacio entre las tiendas. «Como vinimos el jueves, el camping ya estaba lleno y casi no teníamos sitio para montar. De hecho, hoy vienen otros dos amigos con una tienda, que si no la pueden montar tendrán que dormir repartidos en las de los demás», indica. «Lo más complicado de todo está siendo andar entre las tiendas sin pisar las cuerdas tensadas», dice.
Detalles, de todos modos, que no les impiden disfrutar de la experiencia. «Me gusta tanto el ambiente del camping como la música que han traído», afirma Nerea Zamora, en un grupo de 14 chicas y chicos que se han desplazado desde Pamplona.
Pasan la tarde plácidamente, semiacostados en sillas de playa, mientras hablan de los artistas que les depara la noche y los momentos vividos en la fiesta de Holika del primer día. «El que más me gustó, sin lugar a dudas, fue Trueno», dice rotunda Nerea.
La acampada del festival Holika termina este domingo. Momento en el que habrá que enrollar las esterillas y plegar las tiendas de campaña. Eso sí, las maletas volverán a casa aún más cargadas. De muchos y buenos recuerdos.
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Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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