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San Ezequiel y San Roque compartieron protagonismo en la procesión. E. P.
Fiestas de Alfaro

El legado del patrón que lo dio todo

Cientos de alfareños e invitados honraron en las calles a los patronos de sus fiestas, San Roque, en su festividad, y San Ezequiel

Martes, 16 de agosto 2022

Entre la feliz algarabía que recorre las fiestas de Alfaro durante estas fechas, alimentada por charangas, canciones y carcajadas, este miércoles llegó el momento para reducir velocidad y decibelios. El momento para vestirse de gala, reunirse y celebrar a quienes hacen posibles estas fechas posibles. ... Es el día grande de las fiestas alfareñas honrando a San Roque en su festividad y a San Ezequiel, compartiendo con ellos eucaristía y procesión por las calles de la ciudad.

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De nuevo en la plaza de España, los pasos de los alfareños y sus invitados se adentraron en la colegiata de San Miguel, que acogió la función religiosa por San Roque. Cientos de vecinos llenaron cada capilla de la iglesia para una eucaristía a la que también asistieron representantes políticos de la región, encabezados por la presidenta de la Comunidad, Concha Andreu, el presidente del Parlamento riojano, Jesús María García, y el alcalde anfitrión, Julián Jiménez Velilla, junto a buena parte de la Corporación. Entre los invitados, ediles de Aldeanueva de Ebro, Calahorra, Arnedillo... Y, por supuesto, las pregoneras de estas fiestas, las asociaciones de Mujeres de Alfaro y Sociocultural de Amas de Casa.

Junto a la presencia de los sacerdotes de la parroquia alfareña, el encargado de predicar el sermón fue Víctor Manuel Jadraque Campo, arcipreste del Iregua, párroco de Alberite y buen conocedor de la figura de San Roque.

Desde ese conocimiento, describió su vida y legado citando al 'Acta Gregoria', escrito anónimo de 1430 desde la región italiana de Lombardia de la que derivan la mayoría de sus biografías. Nacido en 1295 en Montpellier, donde murió el 16 de agosto de 1327, Jadraque afirmó que «su vida es reflejo de muchas virtudes y comportamientos cristianos». «Roque es peregrino, es eremita, atendiendo al mandato de su padre, el señor de Montpellier, entregó todas sus riquezas a los pobres, vivió la pobreza voluntaria, sufrió la pobreza de la enfermedad y, por último, la mayor de todas, la de la cárcel», describió.

Como legado, después de cumplir a los 20 años la voluntad de su padre de dar todo, peregrinó a Roma entre un continente asaltado por la peste. Su dedicación durante años a los apestados creó su legado y le convirtió en gran intercesor ante la peste, patrón de los enfermos y de los encarcelados.

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Tras la eucaristía, y con el repique de campanas anunciando su presencia en las calles, partía la procesión con las dos imágenes a hombros de los representantes de sendas cofradías: por delante, después de los gaiteros y de los gigantes y cabezudos bailados por la comparsa de Tudela, la de San Ezequiel; detrás, la de San Roque, secundada por la solemnidad sonora Agrupación Musical Alfareña.

Con cientos de participantes, trazó el recorrido habitual de la procesión, ascendiendo por la calle Losada para bajar por Mayor hasta la ermita de San Roque. A diferencia de otros años, y después de que no haya podido recuperarse la escuela de danzas después de la pandemia, no hubo bailes en honor a los santos patronos ante la ermita. Sin los guerristas desde hace años y sin danzas, la procesión quedó sin sus habituales bailes y trajes tradicionales.

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Por las céntricas y angostas calles Las Pozas y Argelillo regresó de nuevo a la plaza de España para guardar las imágenes de los santos en la colegiata de San Miguel. Los alfareños habían cumplido con la tradición. Tocaba ahora compartir vermú. Y dar buena cuenta del mandato de fiestas recibido por los patronos. Quedaba un día por delante por disfrutar.

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