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Elena Betés Creadora de Rastreator "Con 11 años no sabía leer, memorizaba, hasta que me diagnosticaron dislexia. Sé lo que cuesta llegar"

Fundó Rastreator en 2009, el comparador líder en España en seguros, telefonía, finanzas, coches, viajes, energía... El portal fue vendido por 560 millones en 2020, aunque Betés sigue vinculada y se dedica a fundar otros Rastreators por el mundo.

Lunes, 01 de Noviembre 2021

Tiempo de lectura: 6 min

Esta madrileña de origen canadiense, nacida en Ottawa hace 44 años, no se ha dejado impresionar nunca por los 'techos de cristal' y tampoco la maternidad ha frenado su carrera profesional. Al contrario, los desafíos, la impulsan aún más lejos.

XL SEMANAL. No es habitual que alguien 'presuma' de sus fracasos, pero usted lo hace incluso en su perfil de Linkedin.

Elena Betés. Si no te caes, no aprendes. Yo intenté montar dos veces un comparador de precios y las dos fracasé. La última, en Alemania. Falló una ronda de financiación y me vi con un bebé en brazos y en la quiebra. Pero ese momento fue clave porque me hizo madurar.

XL. Y volvió a España y fundó Rastreator...

E.B. Sí, porque no me rendí y porque, a pesar de todo, alguien creyó en mí. La idea era buena.

XL. El mundo empresarial está lleno de buenas ideas que no cuajan como producto.

E.B. Por eso es tan importante relativizar. Las empresas solo son vehículos de inversión. Son barcos. No pasa nada si se hunden, mientras se salve la gente que va dentro. Lo que importa son las personas. Yo a Rastreator lo quiero como a un hijo, pero si mañana no damos el servicio que tenemos que dar, entenderé que desaparezca. De joven era muy dramática. Pero mi abuelo decía: «No pasa nada. Y si pasa, se le saluda». Lo tengo en un cartel en la oficina.

"Es muy importante relativizar. Las empresas solo son vehículos de inversión. Son barcos. No pasa nada si se hunden, mientras se salve la gente que va dentro. Lo que importa son las personas"

XL. ¿Y ahora qué hace?

E.B. Me dedico a la expansión internacional. Yo soy muy largoplacista, pero la vida es finita. Procuro organizar mi vida en ciclos de siete años. Me fuerzan a pensar si lo que estoy haciendo me ayuda a evolucionar como persona o me he estancado.

XL. A pesar de tenerlo todo tan planeado, se fue a Alemania sin saber alemán... O sea, a la aventura.

E.B. Sí, pero fue una decisión muy meditada, aunque asumas un riesgo. Forma parte de esos ciclos de siete años. Cuando me fui a Alemania llevaba ya tiempo emprendiendo en España y me daba cuenta de que el mercado español, en ese momento, no funcionaba. Lo que yo necesito para ser feliz es estar involucrada, tener retos. Me va el follón.

XL. ¿Las mujeres lideran de otra manera?

E.B. Siempre se ha dicho que el liderazgo femenino se basa en la empatía, la versatilidad, la colaboración... Pero es que son cualidades que funcionan. Y más ahora, en un entorno tan cambiante. Las mujeres ya no tienen que hacerse hombres para liderar. No tienen que ser muy mandonas. Hemos encontrado nuestro lugar. Ahora son los hombres los que están evolucionando hacia un liderazgo femenino.

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Si pasa, se le saluda... A Elena Betés la honran tanto sus saltos como sus caídas. «Si no te caes, no aprendes —dice—. De joven, yo era muy dramática. Pero mi abuelo decía: 'No pasa nada. Y si pasa, se le saluda'. Lo tengo en un cartel aquí, en la oficina».Antón Goiri

XL. Pero la inercia es grande...

E.B. Yo empecé trabajando de auditora en una empresa donde todos los socios eran hombres. Y las dos directivas que había, profesionales estupendas, no tenían familia ni pareja. Además, el nivel de exigencia que se les pedía era muy superior. Tenían que estar todo el rato demostrando lo buenas que eran. Y encima nunca se las consideró socios potenciales. Vi eso y me dije: aquí solo he venido a aprender. Y me fui en cuanto pude.

XL. ¿No se quedó para romper el techo de cristal?

E.B. Los techos de cristal es más fácil romperlos desde fuera. ¿Techos de cristal? Yo los iba a romper todos. A cabezazos. Pero yo quería tener el control de mi destino. Al menos, quería tener la percepción de que nadie iba a decidir por mí.

"Empecé en una empresa donde todos los socios eran hombres. Y las dos únicas directivas, profesionales estupendas, debían demostrar lo buenas que eran todo el tiempo. Nunca se las consideró socios potenciales. Vi eso y me fui en cuanto pude"

XL. ¿Y decidió trabajar por cuenta propia?

E.B. Exacto. Mi padre siempre ha sido mi referencia. Una persona que hace muy bien su trabajo, que está en el mejor momento de su carrera, cuando más útil puede ser... Y lo prejubilan. Fue el momento de abrir los ojos. Me dije a mí misma que nunca me iban a hacer algo así. Por eso me hice emprendedora. Pero emprender no es glamuroso. Casi todos empezamos pidiendo dinero a familiares y amigos. Y eso te condiciona, porque no eres capaz de tomar muchos riesgos.

XL. ¿Le es difícil conciliar?

E.B. ¿De que te vale ser la jefa del mundo mundial si no puedes mantener un equilibrio con tu vida familiar? Para mí es muy importante ser madre. Y se puede tener una idea, desarrollar conceptos de negocio y estar muy involucrada, ¡pero no las 24 horas! El talento que prioriza es mucho más eficiente que el que está todo el tiempo en la oficina o pendiente del móvil. Te tiene que dar el aire. Yo voy por ahí abrazando árboles.

XL. ¿Es una metáfora?

E.B. No, lo digo en serio.

XL. Es que mi madre también lo hace. Con los árboles de su jardín (tiene cierto pudor). Son tres. Y dice que mueven las hojas cuando los abraza aunque no haga viento.

E.B. [Se ríe]. Yo no tengo ningún pudor. Voy por el parque con mis hijos y nos abrazamos a los árboles. El ser humano tiene que conectar con el mundo que le rodea. Y la naturaleza te recompensa si lo haces. Te carga de energía. A mí se me ocurren muchas cosas andando por la calle. Porque ves otro horizonte más allá del despacho o de la pantalla. Y más cuando trabajas en una plataforma tecnológica, que es como estar dentro de una burbuja. Durante la pandemia nos dimos cuenta de lo importante que era comunicarnos. Estamos cambiando nuestro modelo de negocio a raíz de lo que aprendimos durante los confinamientos.

XL. ¿Qué aprendieron?

E.B. Pusimos en marcha una iniciativa de voluntariado para llamar a nuestros clientes y preguntarles qué tal les iba. Hablábamos con ellos, no para venderles nada, sino para ver cómo estaban. Y vimos que la tecnología se queda muy corta sin el factor humano. Ahora hemos pasado de tener solo a programadores y gente de marketing en plantilla a contratar a asesores para hablar con los clientes.

"Para mí es muy importante ser madre. Y se puede tener una idea, desarrollar conceptos de negocio y estar muy involucrada, ¡pero no las 24 horas! Te tiene que dar el aire"

XL. ¿Y qué perfil buscan a la hora de reclutar?

E.B. Estamos contratando a algunos exempleados de banca afectados por los cierres de sucursales. Pero lo que buscamos es diversidad. Como todo cambia tan rápido, o tengo muchos puntos de vista o me pierdo. Las empresas que no son diversas tienen más problemas para competir. Y no solo es una cuestión de género. Para mí el género está superado. Yo hablo con alguien y no le veo el género.

XL. ¿Y eso cómo se hace?

E.B. Fomentando las bajas por paternidad, haciendo que todos seamos corresponsables, que no esté mal visto que sea el hombre el que lleva el niño al dentista... La gente que es feliz en su vida y en su trabajo es mejor en lo que hace, más creativa. A veces, ese equilibrio hay que forzarlo. Yo promocioné a una chica que estaba embarazada. Dio a luz, disfrutó de su baja y se reincorporó a su puesto. Y fue la mejor decisión empresarial que he tomado. Pero no nos podemos quedar ahí, la diversidad hay que entenderla en un sentido amplio...

XL. ¿Por ejemplo?

E.B. Las empresas diversas tienen mejores ratios de supervivencia y crecen más que las empresas que captan talento solo en los viveros habituales. Si solo reclutamos en las universidades, al final dejas gente fuera que es muy potente, pero que viene de otros entornos socioeconómicos.

XL. ¿Es su caso?

E.B. No, yo vengo de colegio privado y universidad de élite, pero soy consciente de que esa es mi debilidad. Tengo que formar equipos con gente que venga de otros sitios porque si no, seguro que nos gustamos todos mucho, pero no vamos a abrir los ojos. Sé lo que cuesta llegar. Con once años no sabía leer. Iba a 3º de EGB y memorizaba las palabras. Hasta que me diagnosticaron dislexia. En aquella época no se oía tanto. La dislexia me dio un plus de resiliencia. Yo contrato por actitud, no por aptitud, porque he trabajado muchísimo para demostrar que no era tonta.

Etiquetas: Tecnología
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