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Adiós a Francisco, «un Papa en medio de la gente»La plaza de San Pedro del Vaticano volvió este sábado a ser por un día 'caput mundi' (el centro del mundo) con la celebración del ... funeral del Papa Francisco, fallecido el pasado lunes a los 88 años de edad tras 12 años de un pontificado con el que sacudió los cimientos de la Iglesia con su voluntad de abrir las puertas de la comunidad católica a todas las personas, sin importarle las manchas doctrinales de cada uno. En una solemne ceremonia simplificada en algunos puntos por voluntad de Jorge Mario Bergoglio, aunque que no distó mucho de la que tuvo lugar el 8 de abril de 2005, cuando se celebraron las exequias de Juan Pablo II, el purpurado Giovanni Battista Re, prefecto del Colegio Cardenalicio y de 91 años, se encargó de presidir la liturgia en la que participaron más de 400.000 personas.
Entre ellos había algunos de los hombres más poderosos del planeta, encabezados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien estuvo acompañado por su esposa Melania. Nuestro país estuvo representado por los reyes, don Felipe y doña Letizia, que estuvieron sentados en primera fila de la zona de autoridades. Acudieron a las exequias representantes de 130 países, de los que 50 eran jefes de Estado y 10 soberanos reinantes.
Uno de los mandatarios internacionales presentes fue el presidente ucraniano, Volódimir Zelenski, quien aprovechó las exequias para mantener en la basílica vaticana un encuentro con Trump en el que tratar la situación de las conversaciones con Rusia para intentar poner fin a la guerra en su país. La cita fue considerada «muy productiva» por Washington, lo que supone un punto de inflexión significativo tras el aterrador encuentro entre Trump y Zelenski en la Casa Blanca del pasado 28 de febrero.
Resultaba muy llamativo ver a ambos sentados frente a frente en dos sillas en una esquina de la basílica, casi como si estuvieran confesándose. Fue el servicio póstumo por el diálogo de Francisco, quien estos últimos años había ofrecido sin éxito a la Santa Sede como mediadora en el conflicto. Los presidentes de Estados Unidos y Ucrania también pudieron verse con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el primer ministro británico, Keir Starmer. Además Trump, que logró estar en primera fila en la ceremonia, un lugar que en principio no le correspondía, intercambió un apretón de manos con Felipe VI.
Concelebraron el funeral unos 5.000 sacerdotes, obispos y 224 cardenales, que divididos en dos columnas flanquearon la salida y posterior entrada del féretro con los restos mortales de Francisco a hombros de 16 sediarios pontificios desde la basílica vaticana hasta la plaza de San Pedro, donde fue colocado delante del altar. Tras las lecturas en distintos idiomas, entre ellos el español, el cardenal Re ofreció en su homilía un retrato de Francisco deteniéndose en los principales hitos de sus más de 12 años de pontificado.
El decano del Colegio Cardenalicio, que nunca fue considerado un 'bergogliano' pero al que el Papa apreciaba porque le decía a la cara cuando no le gustaba alguna de sus decisiones, destacó el «temperamento», «liderazgo personal» y «fuerte personalidad» en el gobierno de la Iglesia católica que tuvo el argentino. Esas palabras iniciales debieron de sonar bien a algunos de los purpurados presentes, que se opusieron a las reformas de Bergoglio, al que acusaban de autoritarismo, y que abogan ahora por elegir a un próximo obispo de Roma más preocupado por la tradición y la doctrina y menos por las aperturas pastorales.
Será a partir de la semana que viene, cuando se retoman las congregaciones generales, las reuniones previas al cónclave, cuando los purpurados irán delineando quién constituye la figura más adecuada para convertirse en el próximo Papa. Todavía no hay fecha para el inicio de las votaciones en la Capilla Sixtina, pero se cree que podrían comenzar el 5 ó 6 de mayo.
Tras reconocer el peculiar carácter de Bergoglio, Re celebró también la entrega del argentino, conocido por ser un trabajador inagotable. Se «gastó sin medida, especialmente por los últimos de la tierra, los marginados», dijo. Francisco fue «un Papa en medio de la gente, con el corazón abierto a todos», y también «un Papa atento a lo nuevo que surgía en la sociedad y a lo que el Espíritu Santo suscitaba en la Iglesia».
A continuación recordó Re el «vocabulario característico» de Bergoglio, que llevó al Vaticano algunos de sus modismos porteños, su «gran espontaneidad» y «manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia». Esa cercanía tampoco gustó a algunos, que pretendía más solemnidad de parte de un sucesor de san Pedro. Para el nonagenario cardenal italiano Francisco fue un Papa «rico en calor humano y profundamente sensible a los dramas de hoy», que compartía «las angustias, sufrimientos y esperanzas de nuestro tiempo de globalización», que a él le gustaba presentar como un «cambio de época».
También destacó el decano del Colegio Cardenalicio en su homilía el «carisma de acogida y escucha» de Bergoglio, que junto a su «modo de comportarse propio de la sensibilidad actual», logró «tocar las corazones» de tantas personas, buscando así «despertar las energías morales y espirituales». Re citó algunos de los textos magisteriales más importantes de Francisco, como la encíclica 'Fratelli tutti', con la que quiso impulsar la fraternidad frente a la «cultura del descarte», o la 'Laudato si'', dedicada a la protección del medioambiente.
También aplaudió su trabajo por la paz, haciendo llamamientos a favor de «la sensatez, a la negociación honesta para encontrar posibles soluciones, porque la guerra es sólo muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor que antes: siempre es una derrota dolorosa y trágica para todos».
Una de las últimas citas de Francisco que recogió el decano del Colegio Cardenalicio en su homilía fue la de que hay que «construir puentes y no muros», una exhortación que probablemente no gustó mucho escuchar a Trump, cuya política migratoria fue duramente criticada por Bergoglio. Re terminó su alocución recordando como el Papa siempre pedía en sus discursos y a las personas con las que se reunían que rezaran por él: «Querido Papa Francisco, ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero».
Concluida la ceremonia, el féretro con los restos mortales de Bergoglio ha sido conducido en una comitiva fúnebre hasta la basílica de Santa Maria la Mayor, a unos 6 kilómetros de distancia. El recorrido ha sido más rápido de lo previsto, sin detenciones, y una de las imágenes más icónicas del ha sido su paso por el Coliseo. En los laterales del santuario, una representación de marginados aguardaban la llegada del Pontífice para darle el último adiós. Dentro de la basílica, los sedarios pontificios, encargados de trasladar al Papa a hombros, han detenido el ferétro ante la imagen de Santa María de las Nieves, por la que el Bergoglio sentía devoción. Allí cuatro niños desfavorecidos han depositado varias flores blancas.
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