11-M 20 años
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11-M 20 años
Dónde están hoy los condenados del 11-M: solo tres de los 18 permanecen en la cárcelLos principales responsables del mayor atentado de la historia de España nunca se enfrentaron a los tribunales: se suicidaron en un piso de Leganés tres semanas después de colocar las bombas en los trenes de cercanías de Madrid. Pero sí lo hizo el resto de la célula terrorista que atentó en el corazón de la capital. Veinte años después del 11-M, solo tres de los 18 condenados por la Audiencia Nacional cumplen sus penas en prisiones españolas. Jamal Zougam, Otman el Gnaoui y el minero asturiano Emilio Suárez Trashorras fueron sentenciados a miles de años, aunque precisamente este marzo llegarán a la mitad de su condena real, que será de 40, el máximo permitido por la legislación penitenciaria vigente en 2007, cuando se dictó el fallo. De los otros condenados, once fueron expulsados o extraditados y los otros cuatro, ya en libertad, han tratado de rehacer sus vidas.
Zougam (Tánger, 1973) es el único autor material de los ataques que no se suicidó en Leganés. Este marroquí, ligado a las redes del yihadismo en España desde la época de Abu Dahdah, el líder de Al-Qaeda en la península detenido en 2001 en la 'operación Dátil', colocó la última bomba «en el cuarto vagón del tren 21713, que salía de Alcalá a las 7:14 horas y explosionó a las 7:38», según la sentencia de la Audiencia Nacional. Zougam, que antes de los atentados trabajaba en un locutorio del barrio madrileño de Lavapiés, también proporcionó tarjetas de teléfono a los miembros del grupo.
Especial 11
Lourdes Pérez
Jesús J. Hernández, Izaskun Errazti
El tribunal presidido por Javier Gómez Bermúdez consideró a Zougam autor de 191 asesinatos y dos abortos no deseados, 1.856 asesinatos en grado de tentativa, cuatro delitos de estragos terroristas y pertenencia o integración en organización terrorista y lo condenó a 42.922 años. Permanece en la prisión de Teixeiro (La Coruña) en primer grado, el más severo.
Las risas de Rachid Aglif y Abdellah El Fadual, con Jamal Zougam a la izquierda y Rafá Zouhier detrás, durante una sesión del juicio del 11-M, se grabaron en la memoria colectiva de los españoles, todavía conmocionados por el ataque terrorista. Tres años después de los atentados, desde el 15 de febrero hasta el 2 de julio de 2007, el pabellón de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo de Madrid acogió el mayor proceso judicial de la historia de España. El primer día, unas 650 personas, entre el tribunal, acusados, víctimas, abogados, fiscales, periodistas y funcionarios, acudieron a un espacio que estaba protegido por 200 policías. El 31 de octubre de 2007 el juez Javier Gómez Bermúdez leyó la sentencia.
Una pena similar, casi 43 milenios, recayó sobre Otman el Gnaoui (Tetuán, 1975), un terrorista que desde un segundo plano resultó fundamental en el atentado. El Gnaoui participó en el transporte de los explosivos, acompañando en otro vehículo al que llevaba la carga principal, desde Asturias hasta la casa de Morata de Tajuña, donde se prepararon las bombas. El tribunal lo condenó por los mismos delitos que a Zougam y cumple la sentencia en la cárcel de León, también en primer grado, pero con principio de flexibilidad, según fuentes de la Audiencia Nacional.
42.922 años
son a los que fueron condenados Zougam y El Gnaoui, las sentencias más duras de la historia en España.
La perspectiva de pasar otros 20 años de prisión ha terminado por romper a José Emilio Suárez Trashorras (Avilés, 1976). El minero, que fue sentenciado a 34.715 años, reclamó la semana pasada la eutanasia. «Después de veinte años en la cárcel, de no recibir ningún tratamiento, de estar en aislamiento durante años y de numerosos traslados… Todo se hace ya tan insoportable que el sufrimiento y el estrés que me acarrea están repercutiendo en mi salud física, así que prefiero la eutanasia», confesó Trashorras a su abogado. Su papel en el atentado fue clave: robó los explosivos en Mina Conchita y se los entregó a los yihadistas. La sentencia lo consideró cooperador necesario en 191 asesinatos consumados, 1.856 asesinatos en grado de tentativa, cuatro delitos de estragos terroristas y uno de falsedad documental, aunque rebajó la pena respecto a los otros dos condenados porque se tuvo en cuenta el atenuante de sus problemas psicológicos.
Aunque está en segundo grado penitenciario, Trashorras no ha disfrutado aún de ningún permiso que le haya permitido salido de la cárcel. Sufre un trastorno mental, se muestra totalmente arrepentido y desde que entró en prisión ha pedido en varias ocasiones perdón a las víctimas. «Lo siento mucho. Me gustaría reunirme con todos y cada uno de ellos para pedirles perdón y explicárselo todo a todos», le dijo a su abogado en uno de sus últimos encuentros en la cárcel de Villabona, en Asturias.
Los otros quince condenados por el 11-M han saldado durante los últimos 20 años sus deudas con la justicia, pero solo los que tienen nacionalidad española permanecen en el país. El resto, en aplicación del artículo 57.2 de la Ley de Extranjería, que avala la expulsión de un foráneo que haya sido condenado a más de un año de cárcel, fue devuelto a sus países de origen.
La justicia española devolvió a Marruecos a Abdelmajid Bouchar, 'el Gamo' (Ait Lahcen, 1983), condenado a 18 años por pertenencia a organización terrorista y tenencia de explosivos. Bouchar estaba en el piso donde se suicidaron los terroristas. Al bajar la basura, vio a los policías, avisó a sus compañeros y echó a correr. Mediofondista en un club de Leganés, escapó corriendo y en su huida llegó a Serbia, donde fue detenido en 2005 y extraditado a España.
Rachid Aglif, 'el Conejo' (Khouribg, 1979), también fue condenado a 18 años por integración en banda armada y tenencia o depósito de explosivos. Se le expulsó a Marruecos en abril de 2022, cuando quedó en libertad en España. El tribunal también sentenció a 14 años a Hassan el Haski, alias 'Abu Hamz' (Guelmin, 1983), dirigente del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), que al quedar en libertad el 3 de junio de 2019 fue extraditado a Marruecos para cumplir otros diez años por los atentados contra la Casa de España de Casablanca en 2003.
Además, doce años de prisión por pertenencia a organización terrorista recibieron cinco condenados: Youssef Belhadj, alias 'Abu Dujanah' (Touzine, 1976), el enlace entre los terroristas de Madrid y el GICM, que quedó libre el 28 de enero de 2017; Fouad El Morabit (Nador, 1973), liberado el 25 de marzo de 2016; Hamid Ahmidan (Tetuán, 1977), primo de Jamal Ahmidan, 'el Chino', cabecilla de la célula, que se suicidó en Leganés, fue condenado primero por la Audiencia Nacional a 23 años, aunque el Tribunal Supremo rebajó su pena a 12, quedó libre el 21 de marzo de 2017; Mohamed Bouharrat (Tánger, 1979), el captador y recopilador de información que salió de prisión el 30 de octubre de 2022; y Saed el Harrak (Beni Guerfet, 1974), liberado el 25 de octubre de 2017. Todos fueron expulsados a Marruecos.
Rafá Zouier (Casablanca, 1979), confidente policial que antes de los atentados se dedicaba al trapicheo de droga y que puso en contacto a 'El Chino' con Trashorras, fue condenado a diez años por tráfico de explosivos, salió de la cárcel el 16 de marzo de 2014 y fue expulsado a Marruecos. Y por falsedad documental fueron condenados a dos años Nasredine Bousbaa (Constantina, 1961), un argelino que quedó libre el 1 de octubre de 2010 y fue devuelto a su país, y el libanés Mahmoud Slimane, 'Gaby' (Beirut, 1960), que abandonó la prisión en 2007 y fue el único al que se le permitió residir en España.
Entre los españoles, Antonio Toro (Avilés, 1977), cuñado de Trashorras, fue absuelto por la Audiencia Nacional, pero el Supremo lo condenó después a cuatro años por tráfico de explosivos. Los tribunales acumularon sus condenas previas por tráfico de drogas y cumplió 18 años de cárcel hasta quedar en libertad el 30 de marzo de 2022. Sergio Álvarez, 'Amokachi', (Avilés, 1981) fue sentenciado a tres años por transportar los explosivos y salió de prisión el 19 de agosto de 2011. Antonio Iván Reis, 'Jimmy' (Oviedo, 1982), también fue condenado a tres años por el transporte de la dinamita y volvió a la calle el 6 de octubre de 2011.
El 11 de marzo de 2004, Gabriel Montoya Vidal, 'Baby' o 'el Gitanillo', tenía solo 16 años, pero ya había vivido demasiado. El primer condenado por el 11-M era un adolescente de Avilés que había crecido entre la violencia y la droga. Ahí encontró al minero Suárez Trashorras, que se convirtió en su segundo padre. Trashorras le introdujo en los bajos fondos de la ciudad asturiana y pronto le dio dos importantes encargos: acompañarle a él y a unos «moros» a robar explosivos a la Mina Conchita y después trasladar mochilas llenas de esa dinamita a Madrid. Tras los atentados, un Juzgado de Menores condenó a Montoya a seis años de internamiento y a cinco en libertad vigilada. Ya en la calle, trata de volver a vivir lejos de la delincuencia.
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