El 21 de noviembre de 2023, Irene Montero -rictus serio y retórica beligerante- entregó la cartera de Igualdad a una desconocida y contraridada Ana Redondo. El PSOE recuperaba en un tenso y atípico traspaso el departamento que fue caballo de batalla política para la ... formación del Gobierno de coalición con Unidas Podemos en la anterior legislatura. Y Pedro Sánchez apostaba por un perfil técnico y discreto pero sin pedigrí feminista para reconducir las aguas y recuperar un ministerio desprestigiado después de un periodo convulso por la controvertida 'ley trans' y, singularmente, el fiasco de la aplicación de la ley del 'solo sí es sí'.
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Con Redondo al frente de Igualdad y el objetivo de reducir el «ruido» que a ojos de Ferraz dejaron en herencia los morados, el PSOE ha tratado en este último año de encarrilar la situación con guiños a favor del feminismo clásico. Un sector encarnado en el partido por figuras como la exvicepresidenta Carmen Calvo -hoy presidenta del Consejo de Estado- y defensora a ultranza de los retos pendientes hacia la igualdad efectiva frente a las denominadas 'teorías queer'.
Este giro cristalizó la semana pasada en el congreso federal en Sevilla -en el que Calvo tuvo un papel reseñable- con la aprobación de varias enmiendas que representan la esencia de la doctrina clásica del feminismo: la expulsión de la militancia a los clientes de la prostitución, la eliminación de las referencias al término 'queer' y el resto de identidades y orientaciones no incluidas de las siglas LGTBIQ+ y el veto a la participación en competiciones deportivas de mujeres a las personas transexuales con «sexo biológico» masculino.
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La primera decisión aprobada, auspiciada por las mujeres del partido tras escándalos como el de la 'trama del Tito Berni', o el del exministro y número 3 José Luis Ábalos, provocó un cierre de filas en esta cuestión. Pero el nuevo posicionamiento en el ideario de la formación sobre las minorías sexuales -que pese a chocar por lo defendido en la 'ley trans', no supondrá ningún cambio en la norma- ha reavivado la guerra en el partido y con las formaciones a su izquierda. Más aún, en un momento de auge de la extrema derecha en todo el mundo con discursos dirigidos a perseguir a estas minorías y el crédito feminista de la izquierda minado por el 'caso Errejón'.
Los socialistas se esmeran en recordar que el movimiento nunca ha sido monolítico y el secretario de política LGTBI, Víctor Gutiérrez, aseguró el lunes que en Sevilla «se han decidido por votación unas cosas», pero que «el sentir de gran parte de la militancia y de la inmensa mayoría» de las personas que votan al partido «es otro».
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La ministra trató de zanjar la cuestión -«no vamos a dar ni un paso atrás en derechos», adujo- insistiendo en que el PSOE «siempre ha estado a la vanguardia de los derechos». Pero su inesperada salida de la Ejecutiva y de la secretaría de Igualdad por Pilar Bernabé solo once meses después de su incorporación no ha hecho sino alimentar las dudas en un ministerio que no termina de desplegar su agenda.
Por el momento, el cambio de timón y la apuesta por un «feminismo transformador» no han servido para unificar al movimiento, que el pasado 25 de noviembre volvió a marchar dividido por el Día Internacional de la Violencia contras las mujeres.
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Ya al inicio de su mandato, Redondo tuvo que lidiar con las críticas por el nombramiento de Isabel García como directora del Instituto de la Mujer con acusaciones por parte de la izquierda por sus discursos «abiertamente transfóbicos». García fue cesada en julio pero por otra polémica, los contratos de su empresa para gestionar los puntos violeta en distintos ayuntamientos.
Tampoco ha habido avances en una de las apuestas del PSOE para la legislatura, la norma para endurecer la persecución del proxenetismo y un gesto más a la facción clásica del feminismo partidario de abolir la prostitución. La iniciativa se topó en mayo con el rechazo de Sumar y del resto de socios parlamentarios del Gobierno en el Congreso.
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«Yo creo que Ana está teniendo una gestión muy similar a la de otros ministros», resume un cargo del PSOE, que alude al «momento de convulsión política por la falta de Presupuestos» y a la endiablada aritmética parlamentaria -«las mayorías parlamenterias son las que son»-, reconoce, para justificar el fracaso de la norma en la Cámara baja y la inacción que se achaca a este ministerio después de que Montero hiciera de él su fortín en la pasada legislatura.
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