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El Ministerio de Igualdad, emblemático en el «Gobierno progresista y feminista» de Pedro Sánchez, fue ayer escenario de una insólita batalla campal –retórica– entre la titular relevada del cargo, Irene Montero, y dos ausentes, el presidente Sánchez y la vicepresidenta Yolanda Díaz, que sobrevolaron ... como si estuvieran allí en un traspaso de cartera que acabó suponiendo un trago de cicuta para la ministra entrante, la socialista Ana Redondo. Ante ella, que a duras penas logró mantener la compostura en un ceremonial ceñido habitualmente al guion protocolario, Montero apuntó directa al jefe del Gobierno –«Hoy nos echa», retumbó el trueno en la despedida– y desgranó un discurso tintado con pinturas de guerra que anticipa que los morados van a fiscalizar con lupa cada decisión que emane de un ministerio erigido en su baluarte en el Consejo de Ministros.
Montero y los suyos –las suyas– vieron cómo ayer se consumaba su salida de ese fortín con la que el PSOE recupera Igualdad después de un cuatrienio convulso por la 'ley trans' y, singularmente, por el fiasco de la aplicación de la ley del 'solo sí es sí'. Podemos sintió como un agravio poco menos que insuperable que Díaz excluyera de las listas de Sumar a la número dos del partido, pero transigió, como lo hizo con la reelección de Sánchez, pese a que ya era obvio que ni Montero ni Ione Belarra iban a continuar en el Ejecutivo. A la vuelta de verano, y según fuentes consultadas entonces, Sumar se debatía entre pugnar por retener el ministerio o dejar que lo recobraran los socialistas, que es lo que ha acabado ocurriendo. La solución para que nadie de la plataforma magenta tuviera que sustituir a Montero, transformada en una suerte de 'marianne' del feminismo para Podemos y posible candidata a unas europeas de cisma con Sumar el próximo junio.
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La ya exministra estuvo arropada en su combativo adiós por quienes la han acompañado en estos cuatro últimos años, que transformaron el traspaso de la dirección del ministerio en un acto de reconocimiento de su labor y de reivindicación de lo hecho frente a Sánchez y frente a Díaz. El presidente les «echa», a ella y por extensión a Belarra del timón de Derechos Sociales, «precisamente por haber hecho lo que dijimos que haríamos: poner las instituciones al servicio del avance de los derechos feministas», clamó Montero entre las salvas de aplausos que pespuntearon su alocución. «Tengamos paciencia», pidió luego a los periodistas Ana Redondo, un ruego referido a ella pero que casaba, involuntariamente, con la electricidad vivida minutos antes. Mientras, en otra convocatoria paralela, la sustituida Pilar Llop, que se las tuvo tiesas con la número dos de Podemos cuando aún pilotaba Justicia por el reajuste del 'solo sí es sí', venía a reconvenirle, sin citarla, con un «hay que saber irse».
Pero ayer se visualizó lo difícil que es eso en política cuando se interioriza su ejercicio como una suerte de misión cortocircuitada por decisión de otros. Sánchez concedió Igualdad a Podemos en su negociación de 2019 con Pablo Iglesias, para disgusto de su entonces vicepresidenta Carmen Calvo –Redondo la mencionó en su discurso de aceptación de la cartera en medio de audibles murmullos de reprobación del equipo de Montero– y del feminismo histórico identificado con el PSOE. Y el presidente siempre dio cobijo a la dirigente de Podemos –de hecho, sacó del Consejo de Ministros a Calvo entre otras cosas por su oposición a la 'ley trans'–, hasta que estalló la crisis por la rebaja de condenas de cientos de violadores y abusadores por la falla en el 'solo sí es sí'. Aun así, incluso, Sánchez le siguió dando carrete hasta que se hizo imposible taponar la sangría provocada por el agujero en la norma y resolvió reformarla, primero con una proposición de ley elaborada con la letra del Ministerio de Justicia de Llop y, luego, con su refrendo en la Cámara baja gracias al apoyo del PP.
Montero no apostató en su despedida de la contestada gestión de su ley estrella: volvió a cargar contra «el machismo judicial» al que siempre atribuyó la traumática ejecución del 'solo sí es sí', enmarcándolo en una «ola reaccionaria» que tiene como uno de sus objetivos primordiales, denunció, los avances feministas. La exministra urgió a tomarse «muy en serio» esos movimientos reactivos y batallar contra ellos por «nuestros hijos, nuestras hijas y nuestres hijes». «El ruido es lo que nos hace seres políticos», enfatizó Montero en reproche velado a Díaz, antes de la traca final dirigida a la atónita Redondo.
«Ministra, te desearía suerte, pero no es lo más importante para una ministra de Igualdad. Sí que te rodees del mejor equipo, que no te dejen sola y que tengas la valentía para incomodar a los amigos de 40 y 50 años del presidente del Gobierno», invitó, retadora, a su sucesora, en alusión a la referencia que hizo Sánchez en campaña a la incomodidad de sus pares, varones, con las políticas sobre paridad de Podemos. El discurso de Redondo, que dio las gracias al zaherido jefe del Gobierno, cayó en el vacío en las crónicas del día.
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