Otro duro golpe. El 17 de agosto de 2017 una furgoneta acababa con la vida de quince personas en La Rambla de Barcelona. EFE

11-M 20 años

Un antes y un después en la lucha antiyihadista

La masacre de Madrid reveló la necesidad de reforzar los servicios policiales contra este terrorismo y la urgencia de cambiar los procedimientos empleados por las Fuerzas de Seguridad

Florencio Domínguez

Director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo

Domingo, 10 de marzo 2024, 00:13

El 11 de marzo de 2004 representó un antes y un después en la lucha contra el terrorismo yihadista. La masacre perpetrada por una célula vinculada a Al Qaeda puso de manifiesto no solo la necesidad de reforzar los servicios policiales que trabajaban contra este ... terrorismo sino, al mismo tiempo, la urgencia de cambiar los procedimientos que las Fuerzas de Seguridad habían empleado hasta entonces en la convicción de que España no era un objetivo directo de estos grupos.

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La Policía había detectado en su día a la célula de Al Qaeda organizada bajo el liderazgo de Abú Dahdah, Amer al Azizi y Mustafá Setmarian. Era una célula nacida en un entorno de ciudadanos sirios vinculados a la Hermandad Musulmana, que en los años ochenta habían huido de la represión de Hafez el Assad y se habían instalado en España. La célula no constituía una amenaza directa a nuestro país: reclutaba combatientes y los enviaba a entrenar a campos de Bosnia de Afganistán o, incluso, de Indonesia para ir luego a combatir a zonas de guerra; recolectaba fondos para financiar esas actividades, proporcionaba documentos falsos de identidad, recogía a terroristas heridos para ser curados en España. Nuestro país era espacio de apoyo logístico al terrorismo y retaguardia de actividades que se llevaban a cabo en otros países. En 2017, por ejemplo, la Policía Nacional detuvo a un ciudadano marroquí que años antes había combatido en Chechenia contra los rusos hasta que resultó gravemente herido. Regresó a la capital alavesa para ser curado de sus heridas. En septiembre de 2013 viajó desde Bilbao a Estambul y luego pasó a Siria para integrarse en el Frente Al Nusra (Al Qaeda). Recibió adiestramiento militar y regresó en octubre por discrepancias con Al Qaeda. Se pasó luego al Daesh y se dedicó a reclutar miembros para este grupo.

La no percepción de una amenaza inmediata permitió hacer una larga investigación hasta que, en noviembre de 2001, se desmanteló el grueso de la célula gracias a la operación Dátil. Tres meses antes se habían producido los atentados de Nueva York y Washington. La operación Dátil, subraya el catedrático Fernando Reinares, fue el golpe más duro que se ha dado a Al Qaeda en Europa aún hoy. Sin embargo, el deseo de venganza de ese grupo activó los preparativos del 11-M que no fueron detectados a tiempo por los servicios policiales.

Más de un millar de yihadistas han sido detenidos en España tras los atentados perpetrados en 2004

Los atentados contra los trenes evidenciaron que las operaciones de vigilancia de sospechosos durante mucho tiempo para acumular información sobre los yihadistas ya no podían mantenerse como se hacía cuando no se tenía conciencia de que España podía ser objetivo del yihadismo. La nueva estrategia de lucha antiyihadista debía conducir a detener cuanto antes a los sospechosos para evitar el riesgo de que perpetraran un atentado. Esa política se ha traducido en el arresto de 1.047 presuntos yihadistas en territorio nacional desde el 11-M y en 134 capturados en el extranjero como resultado de operaciones de los cuerpos policiales españoles.

De Al Qaeda hacia el Daesh

Hasta 2013, la mayoría de los arrestados eran simpatizantes de Al Qaeda y sus filiales, pero a partir de esa fecha las fidelidades de los extremistas en España cambiaron hacia el Estado Islámico, el Daesh, que todavía hoy, pese a su derrota en Irak y Siria, sigue siendo el grupo de referencia de la mayoría de los detenidos.

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La distribución de las cifras de detenidos evidencia en qué comunidades autónomas es más intensa la radicalización yihadista y, por tanto, es mayor la amenaza. Cataluña y Madrid son territorios que están a la cabeza: la comunidad catalana, entre 2015 y 2022, acaparó casi el 29% de los arrestos de sospechosos, mientras que en Madrid representó el 17%, según datos del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. No deja de ser significativo que las dos comunidades hayan sido los lugares donde se produjeron los atentados más importantes, en 2004 en la capital española, y en 2017 en Barcelona y Cambrils. Le siguen otros cinco territorios, cuatro de ellos mediterráneos, con más del 5% de detenciones. Se trata de la Comunidad Valenciana, con el 8,62%, Andalucía, con el 8,15%, Melilla, con el 7,22%, País Vasco, con el 6,3%, y Ceuta con el 5,36%. Con cifras que oscilan entre casi el 4% de Andalucía y el 0,23% de Asturias, se sitúan el resto de las comunidades.

Casi un 47% de los detenidos eran ciudadanos marroquíes, seguidos de los españoles que representan casi el 34%. Por detrás se sitúan los argelinos (7,63%), los paquistaníes (3,95%) y el grupo de otras nacionalidades, un poco más del 9% restante.

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La aparición del Estado Islámico movilizó a docenas de miles de musulmanes radicalizados de todo el mundo que se desplazaron a combatir a Siria e Irak, preferentemente, aunque luego también se registraron desplazamientos hacia la zona del Sahel en África. De Europa se estima que se fueron más de 5.000 combatientes lo que ha obligado a las autoridades de todos los países a hacer un seguimiento de estos individuos ante el temor de que regresaran con capacidad para actividades terroristas adquirida en las zonas de conflicto.

Según datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), 263 personas salieron de España hasta 2022 para combatir en las zonas de conflicto. La cifra es importante, pero si se compara con las de nuestros vecinos del sur (Marruecos, Argelia y Túnez) o los del norte (Francia o Bélgica) parece una cuestión menor. La mayoría, 232, eran hombres, pero también había 31 mujeres. De esa cifra, existe constancia del fallecimiento de 102 combatientes (casi un 39% de los movilizados) y de la vuelta de otros 63. A los restantes 98 se les considera ubicados todavía en Irak o Siria, aunque la cifra real podría ser menor.

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De los 63 retornados, en 2023 se encontraban encarcelados nueve en España y otros 14 en otros países. Otros 40 estaban en libertad, nueve de ellos en la península. Los informes elaborados por el CITCO sobre el perfil de los combatientes terroristas extranjeros procedentes de España indican que el 64% de los hombres eran de nacionalidad marroquí y el 15% tenían nacionalidad española. El resto es de otras procedencias.

La lucha contra el terrorismo yihadista se hace en la calle, pero también es muy importante la que se lleva a cabo en internet para detectar de forma temprana los procesos de radicalización. Las redes han sido también campo de operaciones para descubrir operaciones yihadistas y abortarlas. Una operación de las FSE en internet permitió obtener información sobre algunos dirigentes terroristas en zonas de guerra, información que sirvió a Estados Unidos para dirigir ataques contra esos líderes.

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El combate contra el yihadismo se da también, aunque parezca una paradoja, en las cárceles donde se vigila de cerca los procesos de radicalización de reclusos ingresados en prisión por delitos de régimen común. En España no ha habido episodios como los de las cárceles francesas, donde yihadistas han atacado a funcionarios o a otros internos causando muertos o heridos graves, pero sí ha habido procesos de radicalización. Entre 2018 y 2021 ha habido 33 detenciones derivadas de investigaciones realizadas en las prisiones.

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