La UD Logroñés rompe su pasado

UD Logroñés y Mirandés trasladaron su clásico enfrentamiento a Segunda División. Para ambos era importante ganar. La UD Logroñés sumaba demasiadas semanas sin ganar e incluso agobiada mental y físicamente. El Mirandés aterrizaba en Logroño tras enlazar dos derrotas, en Copa y Liga, y lo mejor para superar los malos momentos es generar los buenos. Deberá esperar.

La nieve aprovechó la noche para dejar su bucólica tarjeta de visita. Hacía mucho tiempo que no se veía la ciudad tan blanca. Lógicamente, esa nieve condicionó el partido. Advertía Sergio Rodríguez que este encuentro era como jugar lejos de Las Gaunas porque no habían pisado el nuevo césped. La nieve fue el otro condicionante, el gran condicionante. Así, no es de extrañar que el técnico apostar por dos puntas, con un especialista como Vitoria acompañado a Leo Ruiz, presumiendo que sería muy difícil jugar por abajo. Los acompañó de hombres de mucha calidad, caso de Andy, Paulino o Bogusz, mientras que a Olaetxea lo centró para barrer la medular. Otro jugador listo en condiciones climatológicas adversas.

El Mirandés, sin embargo, entendió mejor lo que demandaba el césped. Su banda izquierda, la de los banquillos, estaba impracticable, por lo que se escoró hacia la derecha para dar más protagonismo a Víctor Gómez y Jirka. De hecho, un centro del segundo acabó con el balón en los pies de Iván Martín, que desde dentro del área estrelló el cuero en el poste derecho de Dani Giménez. Estaba claro que tanto la lectura del partido como elegir los tiempos y no asumir riesgos con el balón en los pies serían determinantes. Ese primer remate tuvo su continuidad en varias acciones desde la esquina que impedían a los locales alejarse de su área. Concedía jugadas a balón parado con suma facilidad. Hasta ocho córners en la primera mitad.

Sin embargo, el fútbol no premia en ocasiones la continuidad y sí el detalle. En una de las primeras aproximaciones, Andoni López, que suplió a última hora a Iñaki Sáenz, recogió un balón rechazado en la línea de tres cuartos para centrar hacia el punto de penalti. Ahí descubrió la UD Logroñés la debilidad mirandesa. Paulino cortó en diagonal, se adelantó a Jiménez y ganó la espalda a Berrocal para conectar con el balón, que tocó el palo derecho antes de alojarse en las redes. Primer disparo entre los tres palos, primer gol. La vieja UD Logroñés reaparecía, aunque dos minutos después Sergio Moreno se adelantó la zaga local, pero no precisó su testarazo.

El partido no tenía continuidad en el fútbol. Era una cuestión de acierto. Como todos los encuentros, pero este sábado más por los condicionantes. Dos lances blanquirrojos pudieron traducirse en dos goles más, pero ni Olaetxea, tras una dejada de Vitoria de cara, ni Leo Ruiz, tras un soberbio centro de Paulino, las aprovecharon y ese desacierto se tradujo en el castigo al que perdona. Una acción a balón parado permitió al Mirandés empatar segundos antes del descanso, después de que Berrocal estrellase el cuero en el larguero, nadie despejara y Meseguer lo empujara sobre la misma raya de gol. El empate premiaba el acierto y castiga la ausencia del mismo.

Ahora bien, de la misma forma que el Mirandés entró mejor en el primer periodo, la UD Logroñés creció con el paso de los minutos. Ya lo había hecho en la primera mitad, pero la segunda lo confirmó. Sergio Rodríguez fortaleció el eje de la medular al incluir a Sierra. Recolocó a Olaetxea en la izquierda y siguió cumpliendo. Además, Paulino tenía ahora un terreno más propicio para seguir desarrollando su fútbol del uno contra uno. No participó mucho, pero cuando apareció fue letal. Una recuperación en la línea de tres cuartos concluyó con un centro con mucha rosca que se metió entre Lizoain y Trigueros, botó en el primer palo y se fue al segundo para que Vitoria girase el cuello para marcar. Gol con la firma del ariete vasco, que pudo repetir poco después. Una vez más el acierto marcaba diferencia. El campo no estaba para jugar, por lo que era fundamental ser contundente.

La UD Logroñés lo estaba siendo en el área rival, pero además, había corregido su generosidad con las acciones a balón parado. Ni un saque de esquina y muchas menos faltas cercanas al área. Cierto que pudo marcar en la recta final Jirka a balón parado. Medina fue más rápido que Trigueros en el rechace de Dani.

Ese susto fue el último. El pitido final acabó con la ansiedad riojana. Y si no la había ya, refuerza igualmente la mente. Veintisiete puntos a falta de un partido. Bien, no, mejor.