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Paracaidistas, en la jerga política, son los candidatos de los partidos que se presentan en lugares a los que no pertenecen. No es exactamente el caso de Raquel Romero porque nació en Logroño, pero también es cierto que su vinculación política regional hasta 2019 era ... nula. Ella asegura que desde que entró en Podemos en 2016 viajaba regularmente desde Berlín, su lugar de residencia, a La Rioja, aunque nadie la conocía en el ámbito político hasta que, a dedo, la dirección nacional la nombró candidata en las elecciones regionales.
Consiguió el único escaño de Podemos en La Rioja, con un batacazo electoral manifiesto, y se convirtió en la clave, junto con IU, para cambiar una etapa de 24 años del PP. IUse desmarcó rápidamente de la hoy consejera y los 'suyos' y dejó claro que trabajaría por un pacto pero desde fuera del Ejecutivo de Andreu, mientras que Romero desató la primera gran tormenta: el doble 'no' a la investidura de la presidenta, incluso pese a la presión de la organización nacional, que quería el acuerdo.
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El peso de la negociación lo llevaron los 'hombres de negro', los manchegos: Mario Herrera, Axier Amo y Francis Gil, otros tres paracaidistas, que exigían una consejería exclusiva y 'soberana'. La consiguieron un mes después a costa de un nuevo huracán:la agonizante gestora regional de Podemos había propuesto a Nazaret Martín como consejera, pero ni Romero ni sus asesores manchegos estaban dispuestos a ceder los diez puestos –altos cargos y eventuales–, con sus correspondientes salarios, que tan duramente habían negociado.
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El fuego 'amigo' (interno de Podemos) disparó contra Martín y la filtración de dosieres personales sobre su pasado la obligaron a renunciar dejando expedita la pista de aterrizaje para Romero y los manchegos, no solo en el Parlamento, sino también en el Gobierno de Andreu. Como consejera y diputada ha seguido en una tormenta continua, con momentos críticos, como la 'pillada' y posterior dimisión de Nochevieja de su director general Mario Herrera y, sobre todo ahora, tras su expulsión definitiva de Podemos.
Romero es una tránsfuga, según la definición del término del pacto de gobierno que ella misma firmó, aunque niega la mayor, como también reniega de Podemos, –«resta» en lugar de sumar, dice–, aunque fue la formación que propició su aterrizaje en paracaídas en el Parlamento regional y en el Gobierno de Andreu.
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