«Tengo la sensación de que gran parte de la ciudadanía lo estaba esperando, o incluso se podría decir que deseando». La frase, de ayer tarde, pertenece a Enrique Ramalle, el responsable de Salud Pública del ejecutivo riojano. Su sensación, aún preliminar pocas horas después ... de que se decretase el uso obligatorio de mascarilla, coincide en gran parte con la de los redactores de Diario LA RIOJA que ayer recorrieron algunas esquinas de la geografía regional. La mascarilla ganaba ayer la calle por mayoría absoluta, aunque para la deseable (aunque imposible) unanimidad aún queden reductos.
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María José González
Los riojanos, pues, se tapan en su mayoría nariz y boca, pero quizá deberían a la vez contener la respiración. La Rioja, igual que el resto de España, vive días en los que debe intentar contener la propagación de los casos para que no se vuelva a eso que se llama «transmisión comunitaria», que es una manera suave de decir «descontrolada». Por ahora, dados los números (24 el fin de semana, pero sólo tres el domingo y dos el lunes) parece estar consiguiéndolo, persiguiendo los casos con su «equipo COVID». Es decir, trazando un círculo alrededor de cada positivo confirmado y haciendo pruebas a todos los posibles contactos. Ahí entra la mascarilla, junto con la distancia y la higiene. Un caso puede ser cualquiera, pero su capacidad de propagación depende de lo que haga él y el resto.
¿Dónde están esas nuevas PCR positivas? Ayer el Gobierno de La Rioja actualizó la información por municipios, y la variación de la última semana dispersa los contagios. Gana Logroño (con 7), pero hay 5 en Cervera, 4 en Lardero, 2 en Calahorra y Alfaro y uno en Arnedo y Rincón. Ninguno de ellos, excepto el ya conocido de tres casos en el Hospital San Pedro, entra en la definición de «brote»: un contagio entre tres o más personas que no sean de la misma unidad familiar.
La situación ha provocado también un cambio en el perfil del positivo en coronavirus en La Rioja. A día de ayer sigue sin haber ni un solo positivo en las residencias riojanas, un símbolo de un hecho general. Y es que los nuevos infectados son más jóvenes... y también son más frecuentemente asintomáticos. Algo que, explicaba Ramalle, tiene su lado bueno y su lado malo.
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En un mar generalizado de mascarillas hasta los ojos, unos islotes de bocas destapadas destacaban en buena parte de La Rioja: las terrazas de bares y restaurantes, donde algunos clientes siguen sin ponerse mascarilla. Según explica Enrique Ramalle, lo que marca la norma para estos lugares es que el protector debe usarse siempre excepto en el momento de comer o beber. Si se trata de una consumición larga, la mascarilla debe volver entre trago y trago. Si se trata de algo más corto (Ramalle hablaba, por ejemplo, de un café) lo normal sería volver a ponérsela apenas terminado. ¿Y si se trata de un restaurante? «El consumir ahí se puede entender como algo más continuado». O sea, no hay que ponerse la mascarilla entre bocado y bocado. En cualquier caso, la lógica es fácil de entender: las mascarilla debe estar puesta todo el tiempo que se pueda. Y ojo, siempre manteniendo las distancias entre mesas y grupos.
Lo malo: los sintomáticos aparecen solitos, podría decirse, mientras que a los otros hay que buscarlos uno a uno. Y mientras tanto, ni ellos mismos saben que son portadores.
¿Por qué ahora el porcentaje de portadores asintomáticos que se detecta es mayor sobre el total? Por un lado, explica Ramalle, porque una buena parte sale del propio entorno hospitalario. «Queremos proteger todo lo posible los hospitales». Desde hace semanas, a todo aquel que ingresa por cualquier causa se le hace una PCR. Y de ahí salen muchos de los asintomáticos detectados. Por otra parte, también salen positivos sin síntomas de la ya mencionada búsqueda alrededor de los casos detectados. Y otros, de eventos como el de Tudela que la semana pasada dejó media docena de positivos a este lado del Ebro.
Pero este perfil tiene un lado positivo. Es bueno que funcione esa detección y además, junto con el descenso de la edad media de los infectados, resulta en que «la gravedad de los casos sea menor». De hecho, se mantiene intacta la cifra de tres hospitalizados desde la semana pasada
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