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Hace tres semanas, los veraneantes comenzaron a llegar a Ezcaray para pasar la época estival al amparo de sus cumbres y de su climatología idílica. Arribaron desde Madrid y del País Vasco, principalmente, y al principio se mostraron sorprendidos de que los residentes en la villa se protegiesen del coronavirus a sí mismos y a todos los demás con una mascarilla. No lo entendían, pues Ezcaray se les aparecía como una imagen mariana impoluta, llena de vida y ajena al drama llamado COVID-19, según los comentarios que este periódico pudo recabar este martes in situ.
Veintiún días después, los foráneos poco a poco van haciendo suya la disciplina de los oriundos: mascarilla, sí o sí, aunque Lorenzo casque de lo lindo, según nos explicó Judith, de 'Garnacha Edulis', todavía asombrada por las declaraciones de la presidenta del Gobierno riojano, Concha Andreu, quien el lunes apuntó directamente a los veraneantes de Ezcaray por «no tomarse en serio esto» como argumento para justificar la imposición del uso obligatorio de la protección facial en La Rioja. «A mí me pareció un comentario demasiado desafortunado porque dio la impresión de que criminalizaba a unos grupos determinados de personas», se lamentó Judith. En este sentido añadió que un turista que se sintió directamente apelado por el reproche de Andreu recordó que «La Rioja fue una de las comunidades que mayor índice de incidencia de contagios había registrado de España en relación a la población durante la pandemia a diferencia de su comunidad». Por lo que entiende que el comentario de la jefa del Ejecutivo regional «estuvo fuera de lugar». Judith mostró su confianza en poder salvar un año nefasto, porque previa a la epidemia, la temporada de Valdezcaray fue desastrosa, ya que solo se pudo abrir las estación de esquí durante una semana. Además precisó que al principio pudo haber algo de mala praxis entre los visitantes que empezaron a multiplicar la población de la localidad, y, si hoy en día persisten algunas conductas inadecuadas, suelen producirse coincidiendo con «el vermú y de los vinos de la tarde».
En las antípodas a esta opinión, las reflexiones que recabamos de Merche y Arrate, vecinas de Elgóibar (Guipúzcoa) que este martes apuraban su aperitivo tras la caminata matinal hasta Valgañón: «Pues lo que ha dicho -en referencia a Andreu- es verdad». Ambas explicaron que «todavía llegan veraneantes del País Vasco que se muestran sorprendidos de que la gente aquí llevemos mascarillas». «El otro día llegaron unos de Lasarte», apuntaban, a los que le parecía «hasta extraño» tener que llevar protecciones faciales «y no querían ponérselas». «Y esto no es ninguna broma», enfatizaban: «Con lo que hemos pasado; para que ahora algunos imprudentes la líen».
Las amigas además coincidieron en señalar que «en el País Vasco ha habido demasiada relajación; ya desde la fase 3 (de la desescalada) en la que se pudo salir a la calle, hasta las amigas con las que quedabas a tomar un café en Elgóibar te decían que llevar mascarilla era una tontería». «Ójala que allí se imponga el uso obligatorio de las mascarillas como han hecho aquí y que los mayores también se conciencien, porque este no es solo un problema de los jóvenes».
Y de «los residentes». Al menos en la opinión de Ivo, a las puertas de la librería 'El velo de Isis', que regenta en la plaza de la Verdura. A su juicio, «todos en general» parecen haberse relajado, «como si el riesgo no existiera», y «a nosotros ya nos han cancelado varias ferias», el motor principal de su negocio, prueba del peligro que aún amenaza, porque ningún científico ha podido asegurar que el COVID-19 se tome vacaciones.
Este periódico intentó insistentemente este martes sin éxito ponerse en contacto con el alcalde de Ezcaray para conocer su opinión.
Al margen del uso obligatorio de mascarillas, Ezcaray tiene prohibido a los clientes de los establecimientos hosteleros consumir de pie en las terrazas (en las que las mesas cumplen la separación espacial reglamentada con el fin de prevenir posible contagios) para evitar que se formen grupos de personas que impedirían mantener el distanciamiento social. Desde este martes, la protección facial es ineludible en todo el territorio regional (en los bares solo se puede prescindir de la mascarilla en el momento de la ingesta de la consumición para inmeditamente volver a ponérsela), si bien todavía se podían ver ayer bastantes personas sin mascarilla en los veladores de Ezcaray. Otra medida adoptada por los comerciantes de la localidad riojalteña, en concreto los dedicados al negocio textil, es que los clientes higienicen sus manos con geles hidroalcohólicos antes de tocar la ropa.
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Sergio Martínez | Logroño
Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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