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i un buen día lo tiene ante sus ojos, sepa que es algo único: algo nuestro que es de todos y algo de todos que no debería pertenecer a nadie. Pero no espere ver la octava maravilla de la edad antigua, al menos no en apariencia. Para apreciar su verdadero valor, su significado e incluso su belleza, hay que abrir otra mirada:la mirada, no siempre amable, del saber. O, más rara aún, la de querer saber. No es un libro deslumbrante, ni siquiera bonito;es un simple misal medieval de sermones antiguos cuya importancia se esconde en los márgenes:anotaciones de la mano anónima de alguien que escribe ya como habla el pueblo. Una glosa, doce renglones;un tesoro filológico considerado el primer vestigio del idioma español. Ytambién un icono de La Rioja, la tierra donde fue escrito, no por casualidad, y de la que falta desde hace demasiado. Pero para reclamarlo, antes hay que merecerlo. Hay que entender la paradoja:el códice más modesto es de todos el más valioso.
Y hay que hacer historia, la historia que comienza con la vida eremítica de san Millán en Suso y de la comunidad religiosa en torno a él. Millán o Emiliano había nacido en Berceo en el año 473, vivió como un anacoreta en las cuevas donde hoy está el monasterio primitivo, el de arriba (sursum) y allí fue enterrado en el año 574. La evolución del tipo de religiosidad existente en cada una de las diferentes etapas de su cronología (eremítica, cenobítica y monástica) corre pareja a las diferentes transformaciones constructivas que experimenta el edificio (cuevas, cenobio visigótico, monasterio mozárabe y ampliaciones del románico) y a la actividad que en él se desarrolla hasta convertirse en verdadero foco cultural medieval gracias a su scriptorium.
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«Lo verdaderamente significativo del papel emilianense, la impronta cultural y la personalidad histórica del monasterio de la Cogolla radica, ante todo, –según el profesor Claudio García Turza– en la altura, complejidad y riqueza humanísticas de las numerosas traducciones, interpretaciones y glosas que centraron la dedicación de sus monjes en la época medieval». Para este investigador, que lleva más de cincuenta años dedicado al estudio de los textos más antiguos del español, «San Millán de la Cogolla representa, por ello, el modelo medieval más cumplido de la filología genuina, aquella que precisa de la colaboración de múltiples y heterogéneos saberes y disciplinas para conseguir la comprensión cabal de los textos estudiados».
Habla de «una filología profesionalizada» antes de concluir el primer milenio, «aquella que para satisfacer tal finalidad requería, además del acopio y estudio de las obras humanísticas y espirituales del tiempo, la elaboración de glosarios temáticos e ideológicos, alfabéticos, bilingües, trilingües y la creación y copia de diccionarios enciclopédicos». Es decir, acumular libros, estudiarlos y reproducirlos.
En el escritorio de la Cogolla se escribieron durante los siglos X y XI algunas de las enciclopedias más ricas de cuantas conocemos en el ámbito hispano y europeo altomedieval; aquí se desarrolló ininterrumpidamente en aquella época una notable consagración profesional al cultivo de una filología pionera en Hispania y cuyos frutos se expandieron por todo el Occidente cristiano.
Y fue justamente esa vocación filológica, esa vocación de enseñanza y transmisión del conocimiento, esa dedicación al esclarecimiento textual, la que «atesoró en San Millán, también de modo sobresaliente en relación con las demás lenguas románicas, las primeras manifestaciones gráficas patentes de la lengua española».
En San Millán de la Cogolla se crea lo que constituye los fundamentos de la hispanoescritura, es decir, del nuevo modo de escribir a la española la lengua hablada. En rigor, el monasterio emilianense es el lugar de los orígenes de la escritura española.
«Si hoy escribimos como escribimos –afirma García Turza–, utilizando una técnica que tiende a la perfección fonográfica, seguramente se debe, en buena medida, a la decisión y empeño asumidos por los glosadores de la Cogolla de representar los sonidos de la lengua hablada mediante grafías específicas en cada caso. En el escritorio emilianense, en cierto modo, se funda la hispanoescritura. Los glosadores emilianenses se convierten así en los principales causantes de que nuestra escritura española se aproxime más que en otras lenguas a esa ortografía ideal, en que a cada fonema le corresponde una, y solo una, letra».
¿Qué son las Glosas Emilianenses?
Pequeñas anotaciones escritas en
romance y en euskera al margen de un
códice latino. Se considera el primer
testimonio literario del castellano
medieval.
Los textos se encuentran en el Códice
60 guardado en la Real Academia
de la Historia.
1
2
Glosa
principal
1
Ejemplo de glosa
2
Glosa ‘año’
Texto de la glosa principal
Con o aiutorio de nuestro dueno
Christo, dueno salbatore, qual dueno
get ena honore et qual duenno tienet
ela mandatione con o patre con o
spiritu sancto en os sieculos de lo
sieculos. Facanos Deus Omnipotes tal
serbitio fere ke denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen.
Traducción
Con la ayuda de nuestro Señor Cristo,
Señor Salvador, Señor que está en el
honor y Señor que tiene el mandato
con el Padre con el Espíritu Santo en
los siglos de los siglos. Háganos Dios
omnipotente hacer tal servicio que
delante de su faz gozosos seamos.
Amén.
¿Qué son las Glosas Emilianenses?
Pequeñas anotaciones escritas en romance y
en euskera al margen de un códice latino. Se
considera el primer testimonio literario del
castellano medieval.
Los textos se encuentran en el Códice 60
guardado en la Real Academia de la Historia.
1
2
Glosa
principal
1
Ejemplo de glosa
2
Glosa ‘año’
Texto de la glosa principal
Con o aiutorio de nuestro dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno get ena honore et qual
duenno tienet ela mandatione con o patre con o
spiritu sancto en os sieculos de lo sieculos.
Facanos Deus Omnipotes tal serbitio fere ke
denante ela sua face gaudioso segamus. Amen.
Traducción
Con la ayuda de nuestro Señor Cristo, Señor
Salvador, Señor que está en el honor y Señor
que tiene el mandato con el Padre con el
Espíritu Santo en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente hacer tal
servicio que delante de su faz gozosos seamos.
Amén.
¿Qué son las Glosas Emilianenses?
Pequeñas anotaciones escritas en romance y en euskera al
margen de un códice latino. Se considera el primer testimonio
literario del castellano medieval.
Los textos se encuentran en el Códice 60 guardado en la Real
Academia de la Historia.
1
Ejemplo de glosa
2
Glosa ‘año’
Texto de la
glosa principal
Con o aiutorio de nuestro dueno Christo, dueno salbatore, qual
dueno get ena honore et qual duenno tienet ela mandatione con
o patre con o spiritu sancto en os sieculos de lo sieculos. Facanos
Deus Omnipotes tal serbitio fere ke
denante ela sua face gaudioso segamus. Amen.
1
2
Traducción
Con la ayuda de nuestro Señor
Cristo, Señor Salvador, Señor que
está en el honor y Señor que
tiene el mandato con el Padre
con el Espíritu Santo en los
siglos de los siglos. Háganos Dios
omnipotente hacer tal servicio
que delante de su faz gozosos
seamos. Amén.
Glosa
principal
El mejor ejemplo de ese nuevo modo de escribir «a la española» la lengua hablada, el mejor ejemplo para adentrarse en el conocimiento del iberorromance hispano, lo encontramos sin duda en la llamada 'glosa emilianense 89', del Códice Emilianense 60. Aquella que ha llegado a ser considerada por los más reconocidos especialistas como «el primer texto escrito en román paladino».
En palabras de uno de ellos, Manuel Díaz y Díaz:«Los hispanistas deberían centrar su estima en el primer texto escrito en román paladino, porque es ahí donde ya está la lengua, que con sus vaivenes y sus crisis de crecimiento se ha convertido en una lengua universal».
Frente a otros vestigios escritos de otras procedencias, aquí se habla de 'texto' en el sentido riguroso del término. «Texto en que se escriben el léxico, la gramática y los sonidos del habla de aquel tiempo. El texto, pues, como un enunciado o un conjunto de enunciados orales o escritos donde todas sus secuencias de significado están cohesionadas o relacionadas entre sí, por lo que transmiten un mensaje coherente, es decir, un mensaje que adquiere una unidad de sentido. Estamos, en fin, nada más y nada menos, que ante el primer texto iberorromance genuinamente tal y constituido a la española en todos los niveles lingüísticos», como deduce Claudio García Turza.
La glosa más valiosa del códice, traducida al castellano actual y escrita a mano por Susana Sainz en el estilo de la grafía original.
Así pues, en el escritorio de San Millán de la Cogolla se produjeron las primeras manifestaciones gráficas patentes de la lengua española, pero también se escribieron durante los siglos X y XI las enciclopedias más ricas de cuantas conocemos en el ámbito hispano y europeo altomedieval y allí surgió, mucho tiempo después, una de las producciones literarias más cultas de toda la Edad Media con Gonzalo de Berceo, el primer poeta de nombre conocido, que animó la floración de una literatura estéticamente ambiciosa y de todo punto nueva en el concierto peninsular.
De ahí la importancia de San Millán para el conocimiento de los orígenes de la lengua y de la literatura españolas. Y de ahí también su importancia patrimonial e identitaria para una tierra que, más allá de ser o no cuna de un idioma universal, simplemente aspira a merecer tal símbolo y acaso a recuperarlo. Un simple códice para el hombre y una glosa para la humanidad. Doce renglones para empezar a hablar.
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