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Pastor, eremita y santo
La vida de San Millán

Pastor, eremita y santo

Nacido en Berceo, Emiliano fue discípulo de san Felices en Bilibio, se retiró a la Cogolla, y terminó siendo padre del eremitorio de Suso

J. Sainz

Logroño

Jueves, 23 de mayo 2024

on qué estilo podrá el que está dado a las cosas de la tierra tratar las obras de un varón celestial, que si se compara con los varones de los siglos pasados es brillante como estrella de primera magnitud, y, si con los del presente, es ilustre en virtudes inimitables?»

De Æmilianus, el santo Millán de la Cogolla, narró sus maravillas el humilde Braulio de Zaragoza, según antes se las contaron a él de su propia voz Citonato, Sofronio, Geroncio y Potamia, discípulos de aquel en el eremitorio que fundó en Suso al cabo de sus muchos años este hombre, que, siendo de natural solitario, devino, en padre de una comunidad consagrada a la transmisión de la santidad y la sabiduría, una comunidad que habría de asombrar al mundo entero, y todo por su empeño en seguir en la tierra los más elevados caminos del cielo.

Corría el siglo V, cuando en la península ibérica pervivían los restos del imperio romano ya cristianizado y los bárbaros visigodos ocupaban el norte, siendo rey Eurico. Es época mítica de un primer cristianismo plagada de leyendas, símbolos nuevos, reminiscencias de tribus prerromanas y hechos fantásticos que se mezclan y nutren por igual historia y tradición. Amén del mester de clerecía:mucho tiempo después, en el siglo XIII, el poeta Gonzalo, paisano del mismo pueblo natal que el santo y hermano de la congregación que fundó, haría rimar en alejandrinos su vida y milagros en la 'Estoria del Sennor Sant Millan'.

De Emiliano a san Millán (Berceo, 473 - Suso, 574)

Hijo de una familia campesina, nació Emiliano en Berceo y dedicó sus años mozos a pastorear ovejas en los idílicos montes que anteceden a las altas cumbres llamadas de la Cuculla o la Cogolla (la actual sierra de San Lorenzo). Sin necesidad de otras distracciones mundanas, el muchacho se entretenía cantando con la cítara que él mismo tañía. Hasta que, a eso de los veinte años, sumido en un sueño místico, un ángel le transmite la llamada divina y emprende el camino de los riscos de Bilibio (en Haro), donde un ermitaño de nombre Félix o Felices le doctrinará para que siga su ejemplo.

Las Tablas de San Millán, historia gráfica medieval

Las Tablas de San Millán, procedentes del monasterio de Suso y actualmente en el Museo de La Rioja, son las puertas de madera de un tríptico de estilo gótico de finales del siglo XIV (del que no se conserva el cuerpo central). Están pintadas al temple por ambas caras con escenas narrativas. En la mitad superior de cada una de las puertas se representan diversas escenas religiosas relativas a la infancia de Jesús, la muerte de la Virgen María y otros episodios de los Evangelios Apócrifos (esos pasajes han sido obviados en estas páginas); en la parte inferior se representa la vida del santo Æmilianus en dieciséis partes a modo de viñetas (son las que aparecen reproducidas aquí en orden cronológico).

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Tablas de San Millán: anverso

Las tablas dedicadas a la vida de Jesús o la Virgen, y las primeras cuatro de San millán han perdido la inscripción original. Las escenas de este lado de las tablas son individuales

I. Æmiliano,

joven pastor de Berceo, todavía imberbe, apacienta sus ovejas en el monte mientras tañe la cedra (instrumento similar a la cítara) sentado junto a un árbol y con un perro a su lado.

II. En el mismo escenario,

el pastor Æmiliano recibe la llamada religiosa por medio de un ángel que se le aparece desde lo alto en mitad del sueño.

III. Ya sin rebaño y sin perro,

Æmiliano camina hacia Bilibio en actitud devota para doctrinarse como ermitaño junto a san Felices.

IV. En Bilibio,

Æmiliano aparece postrado ante el maestro san Felices recibiendo de él educación por medio de libros, símbolo de sabiduría, y de su ejemplo ascético.

V. Tras su instrucción en Bilibio,

Æmiliano, ya maduro y con barba, regresa a su tierra para ser ermitaño en los montes de la Cogolla, llenos de alimañas: AQI VIENE A SAN MILLAN DE SUSO.

VI. Atraídos por su fama de santidad en vida,

hombres de diversa procedencia acuden a visitarle y Æmiliano los bendice, siempre con las escrituras a mano: AQI VIENÊ LAS GENTES A LE BUSCAR.

VII. En la misma escena,

Æmiliano aparecerepresentado dos veces:construyendo un templo y contemplando la naturaleza: AQI FACE LA IGLESIA DE LA COGOLLA.

VIII. Tras cuarenta años en la montaña,

Æmiliano visita al obispo de Tarazona, que lo ha hecho llamar, y recibe sus órdenes entre varios personajes: AQI VA ANTE EL OBISPO E RECIBE LAS ORDENES.

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Tablas de San Millán (reverso)

En este lado de las puertas cambia la disposición de las escenas, que ahora son dobles. Se conservan las inscripciones originales.

IX. Enviado como párroco a Berceo por el obispo,

San Millán, ya con aureola de santidad, calvo y sin barba, predica a las gentes: AQI PEDRICA (sic) EN BERCEO AL PUEBLO.

X. San Millán

da limosna a los pobres, lo que le acarreará acusaciones de dilapidar los bienes de la iglesia y le llevará a dejar enseguida la parroquia de Berceo:AQI DA LIMOSNA.

XI. De vuelta a la vida de ermitaño,

aunque no en su antigua cueva, valle arriba, sino en las del Aidillo, más cercanas al pueblo (el actual Suso), el santo doblega a un demonio: CON EL DIABLO.

XII. Ya en Suso,

desde el interior de la cueva, san Millán recibe discípulos, que se postran ante él, y sana a los enfermos llegados de muy lejos: AQI SANA LOS ENFERMOS

XIII. Entre las gentes que peregrinan a él,

San Millán continúa obrando milagros, como devolver la vista a un ciego: AQI SANA LOS CONTRECHOS (sic)

XIV. Más obras notables

para las que es requerido el santo: San Millán, acompañado por un discípulo, expulsa un demonio de la casa del senador Honorio: AQI ECHA EL DIABLO DE PALACIO

XV. Demonios con cabeza de toro

teas encendidas acosan a san Millán, postrado en el lecho por la edad, pero las llamas se vuelven milagrosamente contra ellos: AQI VIENEN LOS DIABLOS

XVI. Finalmente,

en Suso, san Millán muere en su lecho rodeado de sus discípulos, a los que lega su amor por la sabiduría, mientras los ángeles le aguardan (aquí la inscripción es ilegible).

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Pasados los años de instrucción (entre tres y cinco), regresó Emiliano a sus montes para huir del mundo y entregarse al ascetismo. Primero se instaló en las cuevas del Aidillo, próximas a Berceo (en el actual lugar de Suso), pero terminó desapareciendo de allí ante el agobio de las muchas gentes y energúmenos endemoniados que acudían a él a pedir favores, milagros y exorcismos.

La Cueva del Santo, la parroquia de Berceo y el eremitorio de Suso

Se adentró entonces valle arriba y se enriscó largo tiempo en aquellas soledades sobre el río de aguas Cárdenas (en la hoy llamada Cueva del Santo). «Caminó al sitio más elevado –cuenta Braulio–, dirigiendo alegre sus pasos por terrenos escabrosos. Ycuando llegó a lo más apartado y escondido del monte Distercio, y estuvo tan próximo a la cumbre cuanto le permitían la temperatura y los bosques, hecho huésped de los collados, privado de la compañía de los hombres, solamente disfrutaba de los consuelos de los ángeles, habitando allí por espacio de cuarenta años».

Pese a su aislamiento, la fama de Millán, santo en vida y vencedor de demonios, se extendió hasta llegar al obispo Dídimo, que lo hizo llamar a Tarazona para ponerlo bajo su control, ordenarlo sacerdote y nombrarle párroco de Berceo. Pero una vez más, la convivencia entre los hombres le sería dificultosa y breve. La avaricia no encajaba con su carácter generoso y todas las donaciones propiedad de la iglesia las repartía como limosna entre pobres y menesterosos, por lo que fue acusado de dilapidarlas. Dídimo, que solo atendió voces envidiosas, lo destituyó con gran enojo.

Libre de tales obligaciones, san Millán, que rondaría ya los setenta años, pudo volver entonces a las cuevas de Suso, esta vez de forma definitiva. Allí se formó en torno a él un eremitorio de discípulos que quisieron seguir su ejemplo ascético mucho antes de convertirse en cenobio. Allí continuó sanando enfermos y expulsando diablos. Allí comenzó a fraguarse una escuela de contemplación y estudio de los saberes. Yallí fue donde, rodeado de los suyos, encontró el fin de sus días.

Entre profecías como la de la destrucción de Cantabria, por fin el viejo pastor pudo entregarse a la mayor de las contemplaciones:«Casi un año antes de su muerte, el centésimo de su vida, habiéndole sido revelado, que llegaba el término de sus trabajos y había de gozar de la santísimas promesa del Omnipotente, trató de más rigurosa vida: y el que había consumido su cuerpo a fuerza de ayunos y vigilias, soldado veterano, comienza de nuevo nueva milicia, para que su fin fuese más ilustre; porque esto es ante Dios mejor y más laudable, diciendo él mismo: 'El que perseverare hasta el fin, ese se salvará'».

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