Labores de desinfección, en mayo, de un colegio logroñés. Miguel Herreros

El curso de los abrazos prohibidos

Después de seis meses en casa, más de 50.000 alumnos riojanos regresan el 7 de septiembre a colegios e institutos entre fuertes medidas de seguridad | ¿Cuánto durará la nueva normalidad de las aulas? Toda respuesta incluye un asterisco que remite a la evolución del virus

Luis J. Ruiz

Logroño

Domingo, 30 de agosto 2020, 13:48

Medio año después, los colegios de La Rioja abrirán el 7 de septiembre sus puertas y más de 50.000 alumnos regresarán a sus aulas. Será, sin riesgo de caer en la hipérbole, el inicio del curso más extraño de la historia. Una vuelta ... al cole en la que las sonrisas de los alumnos estarán codificadas por mascarillas; en la que demostraciones de amistad y alegría recibirán advertencias reprobatorias; en la que los balones se quedarán en casa y porterías y canastas serán elementos decorativos; y en la que los patios serán más tristes que nunca.

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Del alero, buscando respuesta, penden tantas preguntas como familias afrontan el regreso a las aulas. Quizá la fundamental sea la cronológica. ¿Cuánto durará la nueva normalidad de las aulas? Toda respuesta incluye un asterisco que remite a la evolución del virus. Todas, también, asumen que antes o después habrá que confinar alumnos, 'grupos burbuja' o niveles completos o, en el peor de los casos, centros educativos. Eso si la presencialidad total, que es como –«a día de hoy», dice Educación– con la que arrancará el curso, se mantiene.

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La vuelta al cole tiene una hoja de ruta general, el plan de contingencia aprobado por la Consejería de Educación que los centros han adaptado a su idiosincrasia. Un corsé que ofrece una flexibilidad relativa a los equipos directivos y que quiere convertir los centros en espacios seguros. La inmunidad absoluta es una quimera. No solo en los colegios. Así, ante la imposibilidad de evitar positivos, el reto es su «detección precoz y gestión adecuada». Es el mensaje en el que insiste el consejero Pedro Uruñuela: «Los centros van a ser más seguros que piscinas, parques infantiles y reuniones familiares. Lo único diferente que tienen que hacer las familias es meter en la mochila una botella de agua» tranquiliza.

A día de hoy. Esa es la frase que preludia todas las respuestas que llegan desde Educación. Y es que todo puede cambiar. En horas. Así, «a día de hoy», se retomará la educación presencial generalizada en todos los niveles, los servicios de transporte, comedor, escuela matinal (madrugadores) y las extraescolares (que algunos centros han decidido no ofertar). Es el 'escenario 1', el más benévolo: todos a clase. Por si la cosa se tuerce, lo primero que aprenderán serán las herramientas tecnológicas de la enseñanza a distancia.

A partir de ahí, y como no se espera una vacuna en el corto plazo, todo es susceptible de empeorar y tener que activar el 'escenario 2', en el que los alumnos de Infantil y Primaria (hasta 12 años) seguirían en sus clases y se activarán fórmulas mixtas en niveles superiores, o el 'escenario 3': confinamiento, centros cerrados y alumnos y docentes en casa.

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El grueso del plan pivota en torno a un concepto de nuevo cuño: grupo de convivencia estable (o 'grupo burbuja'). ¿Qué es? En esencia, una clase concreta de alumnos y todos sus profesores en donde las relaciones son más flexibles (hasta los 6 años no es precisa la mascarilla, obligatoria en todo momento para el resto de edades salvo para la actividad física al aire libre o polideportivos) y sin necesidad de respetar la distancia social. Y burbuja porque no se relaciona con el resto de grupos del centro. Es la fórmula elegida para Infantil y Primaria (hasta los 12 años) ¿Eso evita posibles contagios? No, pero «permite una mejor trazabilidad y seguimiento» de los que haya (los centros deberán llevar un registro de quién entra en contacto con cada grupo). Para evitar los contactos, cada clase y sus profesores tendrán sus espacios asignados: su aula, sus 'rutas' de entrada y salida, su trozo de patio (hay centros que han sectorizado el patio), sus baños...

¿Y los mayores? Ahí se presume mayor responsabilidad y concienciación. Desde Secundaria el 'grupo burbuja' se sustituye por mascarillas y 1,5 metros de separación. Además, en los niveles más altos (3º y 4º de ESO, Bachillerato, FP) se garantiza «un mínimo» del 50% de presencialidad. Puede ser el 100%, sí, pero no necesariamente. De hecho, muchos centros han optado por que los alumnos acudan días alternos o por turnos.

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La Rioja, frente a lo que han hecho otras regiones, no ha tocado las ratios (salvo para incrementar la mínima de alumnos por aula en la red concertada), si bien la Consejería estudiará las peticiones de los centros públicos que quieran bajar en 1º de Infantil a 20 alumnos (la máxima legal es 25). Lo que sí ha hecho ha sido poner a disposición de los centros públicos un mínimo de 220 docentes para desdoblar grupos y reducir la densidad de alumnos por aula.

El Colegio de Enfermería insiste en la necesidad de la enfermera escolar

«No es una cuestión de oportunismo, lo venimos reclamando desde hace años», dice Javier Soldevilla, vicepresidente del Colegio Oficial de Enfermería de La Rioja, que defiende la necesidad de que cada centro cuente con una enfermera. La pandemia, abunda, ha creado la figura del coordinador COVID, que tendría que ser un sanitario, dice. «Los beneficios de contar con una enfermera van más allá de intervenir en el accidente, facilita la promoción de la salud y hábitos saludables, la detección de enfermedades, el acoso, la violencia... Aporta mucho valor y ahora podría detectar síntomas, planificar la intervención, los aislamientos. Es personal formado y clave en materia sanitaria».

Con 13,2 millones de euros sobre la mesa como inversión extra (el grueso va a la contratación de refuerzos), Educación ha adquirido a medias con el Ministerio ordenadores portátiles windows y chromebook, sumará 5.000 tablets a las 1.000 tablets repartidas durante el confinamiento (las 3.500 primeras se entregarán desde el 15 de septiembre) y se mejorará la dotación de los centros con 185 pantallas interactivas más, entre otros dispositivos.

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A partir de la estructura básica del curso, los equipos directivos han desbrozado la norma de Educación para implementar en sus planes de contingencia (aprobados el miércoles) las medidas que consideran más oportunas: flexibilización de horarios, entradas escalonadas, más turnos de recreo y de comedor, modificación de la jornada escolar, sectorización del centro y del patio, cambio de uso de espacios comunes (bibliotecas, salones, etc.), instalación de mamparas o paneles, solicitud de locales municipales, incremento de las actividades al aire libre...

El objetivo es convertir los colegios en una gran burbuja repleta de pequeñas burbujas. Y eso implica restricciones: el patio, por ejemplo, dejará de ser un espacio de socialización de las familias, que no podrán acceder a los centros, los balones se quedarán en casa, no habrá cepillado de dientes tras el comedor, las actividades deportivas serán de tecnificación y sin contacto físico...

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Todo está pensado y protocolizado. Todo ha sido estudiado con el objetivo que verbaliza el inspector médico de la Consejería, José Ignacio Aguado: «Conseguir que el colegio sea el lugar más seguro en el que puedan estar nuestros hijos». Las respuestas, el día 7.

El reto global de la vuelta al colegio

El land alemán de Mecklemburgo-Antepomerania (al noreste del país) protagonizó el regreso europeo a las aulas. Fue el 3 de agosto. Cinco días después se confirmó que este curso será complicado: dos centros cerraron sus puertas tras sendos positivos (una profesora de Secundaria y un alumno de Primaria). El continente se ha plagado de protocolos más o menos estrictos, con más o menos limitaciones y con un objetivo compartido: hacer viable la educación presencial ante la amenaza del coronavirus.

¿Qué han hecho otros países? En Francia, por ejemplo, no habrá grupos burbuja, pero se evitarán las grandes aglomeraciones en los centros y los mayores de 11 años deberán llevar mascarilla cuando no se pueda garantizar un metro de distancia.

Alemania sí apuesta por los grupos burbuja, pero elimina la mascarilla del interior de las aulas (no fuera), mientras que el sistema de Reino Unido es muy similar al español (grupos burbuja, sectorización, etc.), lo mismo que en Portugal. Italia, que empieza el curso el 15 de septiembre, ha invertido 2.900 millones para una vuelta lo más segura posible. 1.300 de esos millones se han destinado a 150.000 nuevas contrataciones.

En Países Bajos las clases empezaron la semana pasada sin mascarillas ni distanciamiento y llamando al alumnado a extremar las medidas de higiene. Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia ni exigen ni recomiendan usar mascarilla en la escuela, pero sí en el transporte colectivo (obligatorio en Dinamarca e Islandia); Suecia (el país nórdico con peores cifras) ni siquiera la aconseja.

En EEUU, con 14.000 distritos escolares, cada uno elegirá sus medidas. A modo de ejemplo, en las escuelas públicas de Chicago el aprendizaje será online mientras que Nueva York ha optado por un modelo mixto exigiendo distanciamiento y mascarilla.

Así, el país más exigente será China: aulas desinfectadas, mascarillas, códigos sanitarios para entrar en los campus y pruebas de ácido nucleico (detectan la presencia de material genético del virus) para asegurar la presencialidad en un curso con más de 200 millones de alumnos.

¿Y en España? Con el coronavirus de nuevo en expansión, Canarias y Asturias ya han retrasado su vuelta al cole mientras que otras regiones han modulado sus agendas y escalonado el retorno a las aulas. Más allá de las fechas, todas la regiones han establecido sus protocolos y el pasado jueves pactaron con los ministerios de Sanidad y Educación un paquete de mínimos: presencialidad hasta 2º de la ESO, mascarilla obligatoria desde los 6 años, un responsable COVID-19 en cada centro y distancia de 1,5 metros. Además, alguna región sondea o ha decidido ya hacer pruebas PCR a todos los docentes (Andalucía, Castilla-La Mancha, Galicia), otras han impuesto la jornada continua (Asturias, Aragón), Murcia ha reducido la presencialidad a 4 días en Infantil y Primaria en los grupos que sobrepasasen los 20 alumnos, mientras que varias regiones han bajado las ratios máximas sobre todo en Infantil y Primaria (Asturias, Cataluña, Madrid Valencia) y todas han reforzado sus plantillas docentes.

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