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Durante el último mes, los escaparates de los comercios de toda La Rioja sólo han acaparado polvo. Con las puertas del comercio no esencial cerradas, el latido de pueblos y ciudades se ralentizó, la vida callejera se refugió en la intimidad del hogar. Durante un ... mes, los maniquís de las tiendas de moda dejaron de ser el centro de las miradas de los transeúntes para convertirse en los indisimulados voyeurs de una ciudad lánguida a la que el virus le había ahogado uno de sus motores. Ayer, muchos de ellos lucieron sus mejores galas para dar la bienvenida, otra vez, a sus invitados.
El comercio riojano reabrió ayer sus puertas repleto, más que de clientes, de incertidumbres. Por un lado, la más evidente, la económica, la de cómo serán capaces de enjuagar la falta de ingresos que arrastran desde el cierre decretado el pasado 22 de enero; por otra, y a más largo plazo, el efecto invisible de la pandemia: el cambio de hábitos de compra del consumidor al que los confinamientos le han reorientado hacia las grandes plataformas de venta a través de Internet. «Hay estudios que dicen que Amazon cierra cada día 18 tiendas en España», lamentaba al otro lado del mostrador Félix Mayoral, responsable de la firma L'UOMO, ubicada en el Paseo de las Cien Tiendas de Logroño.
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No fue la mañana más agradable para hacer compras. No, al menos, en Logroño, en donde por momentos llovió con relativa intensidad. Pero el escenario ya era distinto. Atrás quedaban 30 días de puertas cerradas, de escaparates oscuros, de luces apagadas y de paseantes con las manos vacías que pasaban de largo por calles especialmente silenciosas y vacías. Ayer, pese a la lluvia, las sensaciones eran diferentes. «Da gusto volver a ver a la gente en la calle, pasear, ver las tiendas con las luces encendidas», decía Raquel Elvira, de las tiendas Éclat ubicadas en la capital.
Pese a ser lunes y pese a que la jornada invitaba más al recogimiento doméstico, en todas las zonas comerciales se vivieron reencuentros con los clientes más habituales. Muchos de ellos, especialmente madrugadores, apuntaban varios comerciantes del centro de Logroño. Y es que, quizá confiando en que el ajetreo fuera menor a primera hora de la mañana, la mayor presencia de compradores se registró en los momentos posteriores a la reapertura. Tampoco fue una llegada masiva de clientes. «En nuestras tiendas no se forman aglomeraciones, somos espacios pequeños y siempre cumplimos todas las normas», insistía Elvira.
Félix mayoral, responsable de l´uomo
Ese argumento, el de la seguridad, es defendido por todos. «Los clientes siempre han sido muy respetuosos. No superaban el aforo y se quedaban fuera haciendo fila», aseguraba Rafael Arruga, responsable de la juguetería Children's, en la calle Juan XXIII. «Ha sido un cierre injusto, ha sido una expropiación. Si nos cierran apoyándose en el bien general nos tendrán que indemnizar. Si no, es un robo a mano arada», decía, visiblemente afectado, Félix Mayoral, asegurando que ese cierre va a acelerar el proceso de virtualización de buena parte de las compras que tradicionalmente se realizaban de forma presencial.
Con aforos limitados, con códigos QR en la mayor parte de los establecimientos, con geles hidroalcohólicos a disposición del visitante, la alegría de poder volver a trabajar (muchos de ellos con parte o toda la plantilla en ERTE) chocaba con lo que veían en sus almacenes: una campaña de rebajas fracasada, una nueva temporada llamando a las puertas, sin Logrostock (la versión virtual no convence a muchos) para deshacerse de ese producto acumulado y sin eventos sociales que inviten a reforzar el consumo. Así, hay quien ya piensa en el 2022. El 2021 está perdido.
Enrique Fernández reabrió ayer Cuplé, la tienda de moda que dirige en Calvo Sotelo y poco antes de las 12 continuaba 'pegándose' con la página de la ADER para tramitar las últimas ayudas anunciadas. «Abro con esperanzas», decía optimista pese a asumir que «el cierre llegó en el peor momento, en el que teníamos que liquidar las existencias de la temporada anterior. Enero fue un mes caótico que sólo dio números rojos. No es que no hubiera beneficio, es que las ventas no cubrieron los gastos», explicaba apuntando que en líneas generales el consumo ha caído y que a ello hay que sumar el hecho de que «no hay eventos sociales a la vista y eso hace que mucha gente no vea la necesidad de comprar ropa o complementos». También añade el hecho de que «el cliente ha reorientado su consumo hacia Internet. Muchos vienen a preguntarte por cosas concretas que han podido ver en la red». Con una empleada en situación de ERTE, confía en que «la gente pierda el miedo» y regresa a las tiendas, un entorno que, defiende, «es seguro».
«Desde primera hora de la mañana ha estado entrando gente en la tienda y ya hemos hecho alguna que otra venta», decía animada Raquel Elvira (Éclat) al mediodía de ayer. Era el reestreno del comercio riojano, que no es ajeno al «miedo a que vuelvan a cerrar», asumía Elvira. «¿Los indicadores del semáforo? Quien no nos dice que mañana los vuelvan a cambiar», lamentaba. «No está demostrado que el comercio sea vector de contagio, no hay aglomeraciones, cuando alguien se prueba algo le pasamos el vapor. Somos un sitio seguro», explicaba asumiendo que el gran reto es «hacer que desaparezca el miedo que pueda tener la gente». Hay otros retos vinculados a la pandemia. Además de el de las compras por Internet, el de una vida cada vez más doméstica: «Esta mañana una clienta se ha llevado un par de prendas. Me ha dicho que no se llevaba nada más porque apenas sale a la calle. La gente trabaja en casa, no tiene que vestirse todos los días para ir a trabajar y eso hace que las ventas se resientan considerablemente», completaba.
Azucena García, dependienta de Hora y Plata, en Calahorra, levantaba la verja de la tienda en la que trabaja con «muchísimas ganas de empezar». «Aunque el día no ha salido muy bueno, el pensar que tienes que volver a trabajar y a hacer lo que te gusta cada día te da mucho ánimo», decía. «Me comentaba una clienta que tenía muchas ganas de ver todo abierto, que da mucha alegría; y la verdad es que el comercio da mucha vida a la ciudad», aseguraba.
«¿Tendremos que volver a cerrar?». La duda sobre la posibilidad de vivir otro cierre del comercio no esencial «te asusta». «Pienso cada día en qué año me puede esperar, en cómo vamos a seguir viviendo si otra vez nos mandan a casa de ERTE...», explicaba sin pasar por alto como el comercio en Calahorra se ha visto afectado doblemente por la pandemia. Por un lado, por el cierre de la actividad no esencial y por otro, por la pérdida de clientes de zonas fronterizas de Navarra por el cierre perimetral. «Esta navidad se ha notado mucho», lamentaba.
Alegría al abrir las puertas, sí, pero también incertidumbre. «Tenemos todas las tiendas llenas de género, bien sea de calzado o de ropa, y no sabemos qué nos espera… si nos van a volver a castigar o no, no sabemos si va a venir gente o no…». Es la descripción que Iván Sáenz, presidente de la Asociación Arnedo Shopping Factory, realizaba ayer de los sentimientos del colectivo desde su tienda en El Raposal.
El final del confinamiento perimetral de las localidades riojanas abre una leve esperanza al motor comercial y turístico de Arnedo. Pero, con los productos de verano esperando a colocarse cuando los de invierno no han salido, necesitan más. «Tener La Rioja abierta es otra alegría, pero necesitamos que nos abran todas las comunidades, sí o sí. Con un año ya cerrados, el castigo está siendo muy duro y estamos perdiendo mucho», lamenta.
Tras el cuarto cierre en Arnedo, insta a las autoridades a aprender y a ir por delante del virus. Y vuelve a reivindicar ayudas. «Sólo han llegado las del Ayuntamiento», reprocha.
De las aulas de la Academia de Música Lenguaje para el Alma de Alfaro se escapaban en la tarde de ayer redobles de batería, ritmos al piano… «Tengo la sensación de estar en septiembre y comenzar el curso. Sentimos emoción y muchas ganas de volver a ver a los alumnos», asentía su directora, Arrate Sánchez.
Además de defender el entorno seguro de las academias de enseñanzas no regladas y su espíritu didáctico, también subraya que se convierten en un espacio liberador para los niños. «Tienen muchas ganas. Porque tampoco tienen mucho más ocio. Ellos están sufriendo mucho esta pandemia: no pueden salir con sus amigos, ni celebrar cumpleaños… Éste es un punto de encuentro cultural y educativo, pero también social», describe.
Junto a la reivindicación de las ayudas comprometidas, la Plataforma de Academias de La Rioja mantuvo una reunión con el Gobierno de La Rioja y acordaron aumentar su aforo del tercio establecido hasta el 50%. «Se agradece que hayan escuchado nuestras propuestas», afirma.
Abel Sainz y Zahara Ruiz tienen el negocio diversificado. Ayer abrieron al público la oficina Sanda Viajes en el polígono de La Rate, anexa a su bar restaurante y también cuentan con un taxi con nueve plazas. Los tres sectores se han visto mermados con la pandemia y el trabajo reducido al mínimo.
«La crisis nos afecta por triplicado y las ayudas no son suficientes. Cerrar un mes ha sido la puntilla. Esperamos que la situación mejore aunque sea poco a poco y no volvamos a lo anterior para evitar nuevos cierres», explican.
Dicen que en la agencia de viajes hay cierto movimiento, principalmente con cruceros para familias, sin gastos de cancelación ni de reserva de plazas. Por ahora, nada de viajes en interior.
El taxi se dedicaba principalmente a las salidas de los jóvenes a las fiestas y eso ha desaparecido. Los traslados actuales son de clientes que acuden a realizarse pruebas de COVID-19.
Y el bar restaurante, con las restricciones, ha motivado que se acojan al ERTE y un considerable descenso de actividad.
La intensa lluvia no acompañó la reapertura en Haro. Pero, a pesar de ello, un goteo constante de clientes se acercaba a la tienda Susana B Complementos.
– ¿Cómo lleva la reapertura de su comercio?
– Tampoco hay mucho movimiento. Veo otros establecimientos en los que sí hay cola, de cosas más necesarias, pero claro, lo mío que son complementos, no. Yo he perdido todo el mes de rebajas, y eso se nota muchísimo. ¿Y ahora qué hacemos con todo esto? Casi que tengo que regalarlo. Todo al 50%.
– ¿Qué le parece esta vuelta a la 'normalidad'?
– Me parece bien, pero creo que esta nueva fase igual está siendo precipitada, ya que hemos pasado de la nada al todo. Pero si la gente se comporta y las cosas van bien, confiemos en que todo fluya y en que la situación mejore.
– ¿Qué espera para los próximos días?
– Yo espero que la gente se anime, que salga, por favor, cumpliendo todas las medidas necesarias para que esto no se vuelva a repetir, para que podamos seguir trabajando y haya una continuidad.
Sin movilidad no hay viajes, y sin estos no hay movimiento en las agencias.
– ¿Qué supone para su negocio la reapertura de hoy?
– En mi caso no hay muchos cambios, porque llevamos un año sin poder trabajar. Mientras tengamos las restricciones, sobre todo de movilidad, no hay nada que hacer. Mi trabajo consiste en que la gente se pueda desplazar. Hasta entonces, es inviable.
– ¿Comprende, en términos de eficacia, las medidas que se están llevando a cabo?
– Las comprendo, y cuanto antes erradiquemos al virus, mejor para todos. No llevamos sin ingresos desde marzo, sino desde unos meses antes. Empezamos a hacer reservas en octubre y noviembre del 2019. En marzo empezó el confinamiento total, con lo que todo ese trabajo previo se vino abajo, ya que tuvimos que devolver todas las reservas y el dinero.
– ¿Qué puede hacer, o está haciendo, ante esta situación?
– Nada. Informaremos y realizaremos reservas, con la esperanza de que cuando se levanten las restricciones se puedan llevar a cabo.
Al frente de su comercio textil, Rafael Díez se encontraba ayer tratando de acceder a la página de la ADER, a fin de solicitar la correspondiente ayuda.
– ¿Cómo se ha recibido la reapertura del comercio?
– Con mucha ilusión. Teníamos muchas ganas de volver a subir la persiana para ponernos a la faena. Esperábamos que se hiciese ya, porque se habían tomado todas las medidas para evitar contagios en tiendas, y creo que era un poco absurdo tenernos cerrados durante tanto tiempo.
– ¿Cuál es el principal problema, al margen de que no entra dinero en la caja?
– Además de que no tenemos ventas, el género que tenemos almacenado se devalúa por el paso del tiempo. Por si fuera poco, el cierre nos pilló en plenas rebajas y ahora ya estamos fuera de temporada para poder seguir con ellas, ya que ahora no te va a venir la gente a comprar ropa de invierno.
– ¿Cómo ve el futuro?
– Con esperanza. Trataremos de hacer pequeñas campañas para tratar de recuperarnos un poco.
«Tenía bastantes ganas de abrir porque un mes estando en casa, sin trabajar, se nota mucho», confesaba ayer entre cliente y cliente Verónica Echarri, responsable de una peluquería y centro de estética en el centro de Lardero. A ella muchos clientes la llamaban para reclamar sus servicios a domicilio, pero, objetaba Verónica, «acudir a una casa que no es la tuya y exponerte no era plan».
Así, lo cierto es que tiene la agenda casi completa esta semana: «Los clientes, en el momento que nos han dejado abrir, han venido. Esta semana tenemos bastante trabajo, he empezado a las 8.45 horas y no he parado». «Por lo menos, y con las medidas de seguridad de siempre, podemos abrir, y esperemos poder seguir así y que no nos cierren», desea.
Marisa López Lázaro, Peluquería Marisa (Villamediana de Iregua)
A Marisa López Lázaro, propietaria de la peluquería con su mismo nombre en Villamediana, la reapertura de su negocio le parecía «muy bien, siempre y cuando mantengamos la distancia de seguridad que debemos mantener». Y es que es un pequeño establecimiento, con el aforo reducido, solo caben tres personas, es decir, dos clientas y ella. «Voy dando citas. Es lo que hay, no queda otra. Si la sociedad hacemos las cosas mal…», justificaba Marisa, consciente de la situación. Cuenta con mucho trabajo acumulado, aunque no puede atender a todas las clientas tan rápidamente como quisiera. «Tengo toda la semana ocupada», expone, aunque también se queja: «Ahora nos cobrarán la cuota de autónomos, pero a ver si nos dan la ayuda que han dicho que nos van a dar».
Como anécdota, cuenta cómo la que iba a ser su primera clienta después de un mes tuvo que cancelar su cita: «Las clientas estaban deseando venir, como una mujer de 84 años con la que había quedado a las 8.30 horas porque tenía que hacerse permanente y tinte, toda la mañana aquí, y resulta que me llamó el día anterior para anular la cita porque le habían citado para vacunarse a las 8.45, así que, bueno… le he dado cita nueva el jueves». A pesar de todo, Marisa asegura estar «contenta por volver a trabajar otra vez, que es lo que he hecho toda la vida y me gusta».
Informa Diego Marín
María José Pérez | Librería Lápices de Quel
María José Pérez comenta que como papelería podía abrir, pero en su negocio tiene otros muchos productos cuya venta no estaba permitida durante el cierre (regalos, objetos de decoración, ropa...).
La papelería es algo puntual así que decidió cerrar. «El 2020 ha sido un año bastante malo. Todo repercute y no sabes cómo va a ser el futuro. hay mucha incertidumbre», afirma.
«La gente compra mucho menos, porque no sale y no sabe si va a tener trabajo en unos meses», añade María José.
Esta comerciante queleña indica además que los hábitos de compra han cambiado. «La gente compraba en internet antes, pero en los tres meses del primer confinamiento que estuvimos cerrados se acostumbraron todavía más. Ese cierre benefició al comercio en internet y perjudicó a las tiendas de la calle», lamenta.
Ve el futuro muy negro, aunque espera que la situación cambie y continúa luchando. En el último mes de cierre ha aprovechado para renovar parte de su establecimiento cambiando algunos productos. En ese sentido ha introducido pequeños electrodomésticos que ahora muestra en uno de sus escaparates reduciendo la venta de ropa.
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