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A un mes de los comicios legislativos anticipados en Alemania, el ataque a cuchilladas en la localidad bávara de Aschaffenburg con dos muertos, uno de ellos un niño de dos años, conmociona a la sociedad germana y calienta la campaña electoral con acusaciones de incompetencia ... y pasividad al Gobierno federal y a las autoridades del Estado federado de Baviera por parte de la oposición, mientras el canciller Olaf Scholz presiona a las autoridades locales para esclarecer el caso lo antes posible.
La agresión mortal acentúa además el ya de por si caldeado debate sobre la migración ilegal en Alemania, toda vez que un grupo de niños de una guardería que se encontraba de paseo en un parque de Aschaffenburg fue atacado por un refugiado afgano de 28 años, cuya petición de asilo había sido rechazada y, aunque dijo que quería abandonar voluntariamente el país, seguía sin ser deportado. Identificado como Enamullah O., el sospechoso tenía al parecer problemas mentales y recibía tratamiento psiquiátrico.
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Además de al pequeño de dos años, el atacante mató también a puñaladas a un hombre de 41 años, testigo casual de los hechos que intentó proteger a los pequeños, e hirió de gravedad a una niña de dos años, otro individuo de 61 que trató igualmente de defender a los menores y una de las educadoras de la guardería. Aunque trató de huir, Enamullah O., que residía en un centro para refugiados, fue detenido por la Policía tan solo doce minutos después.
El caso resulta aún más escandaloso por el hecho de que el sospechoso había sido detenido en otras ocasiones por violencia contra personas. El propio ministro de Interior de Baviera, el conservador Joachim Herrmann, reconoció la noche del miércoles que Enamullah O., que llegó a Alemania en 2022, fue arrestado anteriormente tres veces por agresiones físicas. Una de ellas por atacar a una mujer ucraniana con un cuchillo, aunque no llegó a herirla. En esos casos ingresó en un psiquiátrico que pudo abandonar siempre poco después.
Las revelaciones han alimentado el discurso de los partidos extremistas ante las inminentes elecciones. Tanto la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) con la extremista de izquierdas Alianza Sarah Wagenknecht (BSW) acusaron a los gobiernos alemán y bávaro de incompetentes para resolver un problema que se manifiesta ya casi de manera regular con ataques mortales a inocentes por parte de migrantes en muchos casos enajenados.
En la mente de todos está el reciente atropello masivo en un mercadillo navideño de Magdeburgo con seis muertos y cientos de heridos protagonizado por un psiquiatra saudí. Tanto en ese caso como en el de Aschaffenburg las autoridades alemanas no parten de supuestos terroristas y atribuyen los motivos a problemas personales de los autores de esos crímenes. En el caso de Enamullah O., la policía subrayó tras el registro de su habitación en una residencia de refugiados no haber encontrado indicio alguno de motivación islamista para su ataque los niños de una guardería.
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«Estoy harto de que cada pocas semanas se produzcan aquí este tipo de actos violentos protagonizados por autores que en realidad han venido a nosotros para encontrar aquí protección. Una falsa sensación de tolerancia es completamente inapropiada», afirmó el jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholz, en una primera reacción, mientras el líder de los conservadores germanos, el presidente de la opositora Unión Cristianodemócrata Friedrich Merz, exigió «respuestas políticas claras» a lo sucedido.
«Remigración ahora», fue la demanda clara en X de Alice Weidel, presidenta y candidata de AfD a la jefatura del Gobierno germano, en el que expresó su solidaridad con las víctimas del ataque de Aschaffenburg. La llamada «remigración», la expulsión y deportación incluso forzosa de refugiados y migrantes de Alemania, es una de las demandas de campaña de la formación xenófoba y antieuropea. Alternativa para Alemania es la máxima beneficiada electoralmente de las agresiones protagonizadas por refugiados y migrantes ilegales. Los sondeos la sitúan con un 20% de intención de voto en segundo lugar tras los conservadores.
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«El hecho de que no ocurriera nada después de Mannheim y Solingen es, ante todo, el fracaso del canciller y de su ministra del Interior, corresponsables políticos de cualquier otro acto terrible», manifestó por su parte Sarah Wagenknecht, líder de la formación de izquierdas que lleva su nombre, al referirse a otros atentados recientes protagonizados por peticionarios de asilo. Wagenknecht exige un giro radical de la política de refugiados y migratoria de Alemania. Aunque se sitúa en la otra punta del arco político germano, BSW tiene muchas demandas coincidentes con la ultraderecha.
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