Durante toda la semana, la portavoz de la Casa Blanca, Karin Jean Pierre, había hecho equilibrios para desviar las preguntas de la prensa sobre los inquietantes lapsus del presidente. El domingo confundió a Francois Mitterrand, que murió en 1996, con Emmanuel Macron. El miércoles, a ... Helmut Kohl, fallecido en 2017, con Ángela Merkel. Y el jueves, a Adel Fata El Sisi, con «el presidente de México», además de referirse a Hamás como « la oposición», y quedarse paralizado al intentar recordar la iglesia a la que pertenecía el rosario de su hijo, fallecido de cáncer en 2015.
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Todos los esfuerzos de su portavoz por explicar esas confusiones, que «no son infrecuentes» entre quienes hablan a menudo frente a las cámaras, se fueron al traste cuando el fiscal especial Robert Hur escribió en su informe de 345 páginas sobre el manejo de documentos clasificados por parte del presidente que éste «aparenta tener limitaciones significativas» a nivel cognitivo. «No se acordaba ni de cuándo murió su hijo». La aseveración, que repite nueve veces, no está avalada por ninguna evaluación médica.
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«Cómo demonios se atreve a sacar eso», espetó el mandatario ante la prensa, resentido por el dolor que aún le causa la muerte de su hijo favorito. Lo dijo enfurecido, con algunos improperios y agarrones con la prensa, a la que culpó de explotar sus lapsus y traspiés para transmitir la percepción de que es demasiado mayor para seguir en el cargo. Con esa adrenalina lanzó algunos dardos en respuestas ágiles e irónicas que animaron el intercambio dialéctico, como la de poner como ejemplo de su mala memoria que sigue dándole la palabra al corresponsal de Fox.
Hasta ahí, el encuentro mediático para atajar el daño del informe -que en cualquier caso le exonera penalmente de haberse llevado a casa documentos secretos- podía haber ido bien, si se excluye la mala imagen de un presidente fuera de sí que pierde los nervios. Muchos agradecían ver que ese hombre frágil, a menudo perdido o caído en el escenario, tiene todavía la energía combativa para defenderse del sambenito de la demencia senil que le ha colgado la derecha. Para los telespectadores de Fox, donde se explota cada uno de sus lapsus o traspiés hasta la saciedad, la ristra de despistes no fue ninguna sorpresa, pero arruinó la cura de imagen del mandatario.
El 75% de los votantes encuestados para NBC esta semana dicen estar preocupados por la edad del presidente. El informe del fiscal en el que le describe «agonizando para recordar los acontecimientos y esforzándose para leer y relatar sus propias anotaciones » ha venido a reforzar el temor de una noción preconcebida de que ya no está en condiciones para dirigir el país más poderoso del mundo.
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Al invocar «las deterioradas facultades de su avanzada edad » como argumento para no perseguirle criminalmente por su descuido con los documentos clasificados, Hur se convierte en el niño del cuento que se atreve a gritar que el emperador va desnudo. Y lo malo es que, efectivamente, va desnudo, como demostró él mismo en su intento de frenar esa narrativa.
«Lo peor que puede pasar en política son las cosas que confirman las sospechas preexistente de la gente, porque son las que viajan más rápido», dijo a 'The New York Times' David Axelrod, arquitecto electoral de la campaña de Obama, que en noviembre pasado se convirtió en el barón disidente con la línea oficial del Partido Demócrata al denunciar las debilidades de Biden como candidato por su edad. «Esto va a ser un gran problema», avanzó entonces, «Aparenta la edad que tiene, no está tan ágil frente de las cámaras como un día fuese y eso alimenta una narrativa sobre sus competencias que no está arraigada en la realidad», declaró profético.
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Su rival, Donald Trump, que a pesar de tener solo cuatro años menos y cometer el mismo tipo de lapsus no enfrenta esa imagen, explota la debilidad de su enemigo. «El informe confirma que un anciano con mala memoria está llevando a Estados Unidos a un pantano de guerras, un desastre inflacionario y una falta de oportunidades para los contribuyentes» dijo el estratega jefe de Trump, Chris LaCivita, al describir el «dañino informe que lo define».
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Nada de lo que pueda hacer el presidente de aquí a noviembre cambiará su reloj biológico. El botox y la nueva dentadura que le salvó en la anterior campaña se han quedado viejos. La estrategia de limitar su exposición a las cámaras, hasta el punto de rechazar este domingo una entrevista con CBS en el preámbulo de la Super Bowl, solo sirve para reforzar el temor de que Biden no llegará hasta noviembre en las papeletas o de que, si lo hace, pagará el precio frente a su rival.
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