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Pocas veces ser exonerado de cargos judiciales ha tenido un costo político tan alto. Habría que remontarse al informe que presentó el entonces director del FBI James Comey sobre el manejo de correos electrónicos de Hillary Clinton en un servidor privado, que podían contener información ... clasificada. En conferencia de prensa, cuatro meses antes de las elecciones, explicó que ningún fiscal razonable llevaría ese caso a los tribunales, pero la acusó de ser «extremadamente descuidada » y pintó de ella un retrato que algunos culpan de haberla hecho perder las elecciones.
Algo así puede pasar con el informe que el fiscal especial Robert Hood ha enviado al Congreso, nueve meses antes de las elecciones de noviembre. Aunque no cree que pudiera ganar el caso en un juicio, por lo que ha elegido no presentar cargos, hace sangre hasta en nueve ocasiones con lo que más preocupa a los votantes: la edad de Biden.
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Mercedes Gallego
El fiscal de Maryland nombrado por Trump y fichado por el actual secretario de Justicia Merrick Garland, precisamente para dar una apariencia de independencia a la investigación, se hace eco de las teorías que circulan entre la derecha sobre el declive cognitivo del actual presidente, cuya memoria «parecía tener limitaciones significativas».
«En 2009, ¿sigo siendo vicepresidente? », le preguntó durante el interrogatorio de cinco horas, repartidas entre el 8 y el 9 de octubre pasado. El fiscal, que acusa sin cargos al ex vicepresidente de haberse llevado «deliberadamente» documentos clasificados de la Casa Blanca para compartirlos con el escritor fantasma de sus memorias, Mark Zwonitzer, ha tenido acceso a las cintas de las conversaciones entre ambos, que califica de «dolorosamente lentas », con el presidente « agonizando para recordar los acontecimientos y esforzándose para leer y relatar sus propias anotaciones ».
El informe sostiene que durante las entrevistas ocurridas en la oficina del fiscal, « la memoria de Biden era todavía peor », porque «no se acordaba ni de cuándo había muerto su hijo Beau». Esto pesó en su decisión de no presentar cargos, al considerar que el jurado lo vería igual que él, como «un anciano amable, bienintencionado, muy mayor y con mala memoria ».
El presidente tiene 81 años y, pese a que se presentó a las anteriores elecciones como un mandatario de transición que limpiaría la imagen dejada por Trump y pasaría el testigo a una nueva generación, aspira a otros cuatro años de mandato que le dejarían al frente del país más poderoso del mundo hasta los 86.
La Casa Blanca lo ha defendido recordando que en esos días el mandatario, que a diferencia de Trump ha cooperado plenamente con la investigación, se encontraba « en medio de una crisis internacional », al producirse justo al día siguiente de los atentados de Hamas en Israel que dieron pie a la brutal campaña de bombardeos en Gaza. Pese a ello, su cooperación fue «absoluta», otra razón por la que el fiscal especial ha elegido no presentar cargos.
En un comunicado, Trump ha destacado que del informe se extraen dos conclusiones, « el doble rasero » de la justicia que a él le enjuicia por lo penal al haberse resistido a la devolución de los documentos clasificados, y que Biden no está capacitado para optar de nuevo al cargo.
De lo que no hay duda es de que resulta un material demoledor para la imagen del mandatario en campaña, al que su rival y la oposición sacarán mucho partido.
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