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Domingo, 07 de Septiembre 2014
Tiempo de lectura: 9 min
Nada más entrar en el apartamento de Marianne Faithfull en París, me siento como si estuviera otra vez en el colegio y hubiera sido llamada al despacho de la directora. La mujer me regaña por todo: «¡Siéntese más cerca y hable más alto!». Después, me hace una advertencia sobre los «periodistas imbéciles». Más tarde, me reprende. «¡Lo que me está diciendo es absurdo! ¡Es la típica mentalidad puritana de mierda de la clase media inglesa!», aúlla cuando le pregunto si le sorprendió ver a su expareja Mick Jagger con otra mujer poco después del suicidio de su novia, LWren Scott. «Dejen en paz al pobre Mick, por favor. A Mick le encantan las mujeres. ¿Por qué no puede hacer una cosa así?»
«Ni siquiera me creo eso de que se lio con otra mujer después de lo sucedido. Lo que yo pienso es que hacía tiempo que había algo entre esos dos -agrega-. Y, bueno, espero que tenga más suerte con la nueva chica. ¡Porque claro que va a liarse con otra!».
Faithfull no tuvo una infancia fácil. Creció en Braziers Park, un pueblo cercano a Oxford, hasta que sus padres se divorciaron cuando ella tenía seis años y se fue a vivir con su madre a Reading, cerca de Londres, donde estudió en un colegio de monjas. Su madre tenía problemas con el alcohol. El año pasado, Marianne acudió a un programa de televisión, Who do you think you are? (¿Quién crees que eres?), para averiguar algo más sobre su familia materna. Su madre, Eva von Sacher-Masoch [pariente del escritor que da nombre al masoquismo], descendía de la aristocracia austriaca, fue bailarina en Berlín y después de la guerra se casó con un espía británico. Durante la contienda fue violada por un soldado soviético que también trató de violar a la abuela de Faithfull. Marianne cuenta que Eva mató al ruso de un disparo antes de que pudiera consumar el segundo asalto. «Me vino bien saberlo; empecé a entender a mi madre. ¡Que era una madre de aúpa!», explica. «Muchas de las cosas que decía cuando estaba borracha me sonaban a embustes. Pero es que estaba traumatizada por lo sucedido. Y por eso se dio a la bebida».
Marianne comenzó cantando en cafés y locales de Londres en los años sesenta. En 1964, en una fiesta de los Rolling Stones, la ‘descubrió’ el productor Andrew Loog Oldham. Ahí comienza su carrera. Ese año interpreta As tears go by, una canción escrita por Mick Jagger y Keith Richards. Y queda atrapada en el universo Stones.
A lo largo de su carrera musical, Marianne ha colaborado con grandes nombres. Damon Albarn, Jarvis Cocker, Polly Jean Harvey Y ha seguido grabando discos durante los últimos 50 años. Por eso encuentra desesperante y fruto de una mentalidad machista que la gente siga vinculándola a su imagen de juventud, cuando fue retratada como un hermoso ángel del rock convertido en una ‘drogata’ descarriada por culpa de Jagger, con quien estuvo saliendo durante cuatro años, entre 1966 y 1970.
En realidad, le molesta que le atribuyan a Jagger el papel de corruptor cuando en realidad ella siempre fue la más temeraria de los dos. ¿Cómo interpretar, si no, el collage de recortes de prensa que destaca en la pared de su sala de estar, que recoge la famosa redada policial de 1967 en casa de Richards? Jagger se confesó culpable de la tenencia de unas drogas que en realidad eran de Faithfull. A partir de ese momento, la opinión pública pasó a considerarla como una rubita ingenua dominada por los Stones.
Jagger y ella siguen viéndose. El cantante la llamó en 2006 cuando estaba recuperándose de un cáncer de mama. «Fue un detalle muy bonito», dice. ¿Ha hablado con él después del suicidio de LWren? Pues claro que no. Le envié un e-mail con un mensaje muy escueto: ‘Te quiero, estoy contigo, lo siento mucho. Si me necesitas, ya sabes’. Eso fue todo».
Faithfull también tuvo un amante que se suicidó. Howard Tose, drogadicto y mentalmente inestable. En los ochenta vivían juntos en Boston. Una mañana le dijo a Tose que iba a irse de la casa. Tose se levantó y fue al dormitorio mientras Faithfull se dirigía a la cocina. Cuando volvió, la ventana del dormitorio estaba abierta; Tose se había arrojado al vacío. Menciono el caso y le digo que supongo que sabe lo que es perder a alguien de una forma tan brutal. Pero se escabulle: «Eso no tiene nada que ver con el caso de L’Wren».
Siento mucha pena al pensar en la pobre LWren, porque está claro que no podía soportar su situación. «Estar con Mick es muy difícil, y lo mismo hubiera podido pasarme a mí. De hecho, yo me tomé una sobredosis de pastillas en Sídney». En 1969, Faithfull trató de suicidarse con barbitúricos cuando viajaba con Jagger en un avión que estaba a punto de aterrizar en Australia. Nada más llegar al hotel cayó en coma. Estuve inconsciente durante seis días y no me morí por un pelo. Y solo tenía 22 años». El año anterior, Faithfull se quedó embarazada iban a tener una hija, pero a los siete meses sufrió un aborto espontáneo.
Según explica, ser la novia del cantante de los Rolling Stones conlleva unas presiones enormes, «pero es evidente que hay muchas mujeres que están dispuestas a aceptarlo». En su autobiografía, Faithfull habla de las incontables aventuras de Jagger con admiradoras y, lo peor de todo, con la mejor amiga de Marianne y novia de Keith Richards, Anita Pallenberg. «Una tiene que ser muy fuerte, y la pobre L’Wren». Faithfull menea la cabeza.
A Faithfull se la ha involucrado en la muerte de Jim Morrison desde que ocurrió, en julio de 1971. Hace poco un periodista fue especialmente brusco: «‘Y bien, ¿mató usted a Jim Morrison?’, me preguntó. Así que me dije: ‘Ya está bien’. Y le respondí a ese tipejo: ‘Voy a contárselo todo, con pelos y señales’. Cosa que ahora mismo no tengo ganas de repetir, si no le importa».
Según explica Faithfull, vivía en París cerca del apartamento de Jim Morris en el que el cantante sufrió una fatal sobredosis de heroína. Aquella noche, ella estaba con Jean de Breteuil, conocido traficante de drogas, con el que tuvo una breve relación y quien murió un año más tarde. Jean era un camello de heroína. «Yo no tenía ni idea de cuáles eran sus planes para esa noche y sencillamente me tomé un puñado de pastillas para dormir y me quedé frita. Así que Jean se marchó a visitar al pobre Jim Morrison y le proporcionó el chute que acabó con su vida».
De Breteuil hizo correr la voz de que fue ella quien le pasó a Morrison la heroína que lo mató. Según Marianne, la gente estaba más que dispuesta a creerse la historia. «Entre otras cosas porque yo había escrito la canción Sister morphine«, la oda a la heroína que compuso con Jagger y Richards.
Después de la muerte de Morrison, Marianne que ya había dejado a Jagger dormía a la intemperie junto a un muro en el Soho. Heroinómana y anoréxica, vagaba por las calles. Aquello duró casi una década.
Faithfull dejó la heroína a mediados de los ochenta y asegura no haber vuelto a tocarla desde entonces. Hace 11 meses dejó el tabaco. ¿Es que ya no tiene ninguna mala costumbre? «Claro que las tengo», responde. «Cientos». Pasa a enumerarlas. «La soberbia y la envidia ya no. La lujuria ya no. La pereza, ese sí que es un defecto contra el que tengo que luchar con uñas y dientes. Con la gula también tengo que andarme con ojo. No sufro avaricia. Ojalá fuera al revés. Ahora tendría algo de dinero».
Vive en un piso muy bonito en la Rive Gauche. ¿Me está diciendo que no tiene dinero? «Pues no, no lo tengo, porque el dinero solo lo ganas actuando. La próxima gira no empieza hasta octubre. Y durante los primeros seis meses voy a tener que devolver el dinero a los amigos que me han estado ayudando. No sé manejarme con el dinero. Tengo que cambiar en este aspecto. No quiero volver a quedarme en la calle. La cosa ya no resulta divertida. Estoy a tres años de cumplir los 70».
¿Qué le diría la Marianne de hace 50 años a la Marianne de hoy? «Le diría ‘tampoco te lo has montado tan bien en la vida’. Yo no tenía pensado llevar una vida así. Lo que quería era ir a la universidad o a la escuela de arte dramático. Era una chica muy despierta, y la verdad es que fue bastante horroroso encontrarme metida en el mundo misógino de la música pop». Ya, pero también hay buenos recuerdos, ¿no? «Me gustó tener a Nicholas. Bueno, el hecho de tenerlo no me gustó. Lo que me gustaba era él».
Nicholas es su único hijo. Lo tuvo a los 18 años, durante su corto matrimonio con el galerista John Dunbar. Después tuvo otros dos maridos efímeros: el músico Ben Brierly, con quien vivió en una casa ocupada a finales de los setenta; y el escritor y actor Giorgio della Terza, con quien estuvo casada entre 1988 y 1991. Perdió la custodia de Nicholas durante su etapa de adicción a las drogas, pero madre e hijo hoy se llevan bien. «Llevamos años trabajándonoslo, desde que pudimos volver a estar juntos, cuando él tenía 15 años y me dieron permiso para ir de viaje con él sin más compañía. Le llegaron a contar las cosas más horrorosas sobre su madre».
Marianne asegura que su época de enamorarse y vivir en pareja ha pasado. ¿Desde cuándo? «Creo que desde que tuve el cáncer de mama». Le pregunto por su relación con François Ravard, su representante francés y antiguo amante. Faithfull cierta vez lo describió como su «amigo del alma», por mucho que se hubieran separado en 2009. «Nos queremos muchísimo. Pero se trata de un amor de otro tipo. Las cosas han cambiado». ¿El final de su relación con él le resultó difícil? «Mucho. Yo no lo sabía, pero resulta que puedo ser una mujer muy celosa». ¿Es que él estaba con otra persona? «Ajá. Pero bueno François puede hacer lo que le dé la gana. Yo creo que la gente tiene que ser libre de hacer lo que quiera. Bueno, con la salvedad de violar niños y de cometer asesinatos».
En lo referente a las ambiciones no satisfechas, Faithfull no siente nostalgia. «Yo he hecho todo cuanto me he propuesto. Y lo demás son tonterías. A estas alturas ya no tengo la menor ambición». Y, sin embargo, insiste en que eche una mirada a una imponente medalla de la Orden de las Artes y las Letras de la República Francesa. No hay muchas personas que la tengan. «Clint Eastwood, Bob Dylan dice abriendo mucho los ojos. Bueno, y ahora deje la medalla donde estaba», ordena a continuación. «Estoy cansada y tengo hambre. Páseme el bastón. Muy bien, gracias. Ahora puede irse».