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James Allison Sabio 35 | Inmunólogo experto en cáncer «En una década tendremos vacunas contra el cáncer de mama»

Cerramos esta semana la larga serie de entrevistas con grandes sabios de nuestra época que empezamos a publicar en abril con motivo de nuestro 35 aniversario y en colaboración con la Fundación BBVA. Y lo hacemos hablando con el padre de la inmunoterapia y uno de los científicos que más avances ha logrado contra el cáncer. Él mismo lo ha padecido: cuatro tumores diferentes a los que ha vencido con su propio tratamiento. Un testimonio excepcional.

Viernes, 23 de Diciembre 2022

Tiempo de lectura: 5 min

James P. Allison (Texas, 1948) es el padre de la inmunoterapia, un tratamiento frente al cáncer que consiste en estimular las defensas del sistema inmune del paciente para que ataquen a las células tumorales. Funciona con notable éxito en algunos tipos de cáncer, como el de piel (melanoma), laringe, vejiga… De hecho, ha logrado tasas de supervivencia de más del 50 por ciento en tumores avanzados, incluso con metástasis, que hace solo una década se consideraban incurables. Allison es inmunólogo y dirige el laboratorio de inmunoterapia del Centro MD Anderson de la Universidad de Texas, donde trabaja codo con codo con su esposa, la oncóloga Padmanee Sharma. Fue galardonado en 2018 con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de biomedicina, meses antes de recibir el Premio Nobel.

XLSemanal. Usted no solo investiga el cáncer, sino que lo ha padecido. Cuatro tumores diferentes, nada menos. ¿Ha cambiado su manera de pensar sobre esta enfermedad después de vivirla en carne propia?

James Allison. No, porque mis sentimientos se formaron, sobre todo, cuando murió mi madre de cáncer. Yo era un niño de 10 años y tengo grabado en mi memoria el momento en que me llevaron a su habitación a despedirme de ella. Mis dos tíos también murieron de cáncer y, más recientemente, mi hermano. Ahora sé lo que se siente yendo al hospital cuando eres un paciente, pero conocía mis opciones de tratamiento y sabía que era improbable que muriese. Reconozco que tuve un poco más de miedo con el cáncer de próstata que con el melanoma o el tumor en la vejiga, porque no estaba seguro de si sería tratable.

XL. Tener a una oncóloga en casa es una suerte…

J.A. ¡Y tanto! Mi mujer sospechó del cáncer de vejiga cuando vio sangre en el inodoro y me llevó directo al hospital. Es una doctora brillante y una gran compañera.

XL. Usted lleva más de medio siglo investigando. ¿Es una cuestión personal?

J.A. En realidad, yo no buscaba una terapia contra el cáncer. Solo quería saber cómo funcionan las células T desde que un profesor de la universidad nos habló de ellas en 1969. Me propuse resolver ese misterio.

XL. ¿Y en qué consistía el misterio?

J.A. Los linfocitos o células T son como soldados. Matan al enemigo: virus, infecciones... Circulan a millones por el cuerpo. Y tienen tres interruptores. Uno es como la llave de contacto de un coche. Las enciende. Pero eso no basta. Otro sería el acelerador, que las multiplica y las lanza contra la amenaza. Pero también necesitan un freno, porque sin control pueden acabar atacando a las células sanas. La inmunoterapia consiste en activar las células T y quitarles los frenos, pero solo durante el tiempo necesario para atacar al tumor.

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POR QUÉ PASARÁ A LA HISTORIA
Por descubrir la manera de dirigir las células T del sistema inmune del paciente contra el cáncer. La inmunoterapia se considera el cuarto pilar de la oncología, tras la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. Tiene menos efectos secundarios y genera una respuesta de memoria en el organismo.

XL. Usted patentó el primer medicamento antitumoral basado en inmunoterapia. Y sigue teniendo contacto con la primera paciente a la que se le administró, Sharon Belvin, que incluso lo acompañó a recoger el Premio Nobel. ¿Cómo está?

J.A. Está fenomenal. Tiene dos hijos adolescentes. Hace 16 años que se le diagnosticó un melanoma metastásico. No respondía a los tratamientos convencionales. Era una veinteañera a la que le daban meses de vida. Nuestra terapia todavía era experimental. Solo la habíamos probado con ratones.

XL. En 2011, la inmunoterapia fue aprobada por las autoridades sanitarias. ¿Cómo ha evolucionado en esta década?

J.A. Ha sido asombroso. En 2011, los pacientes diagnosticados con un melanoma en fase avanzada apenas sobrevivían siete meses. Y solo el 3 por ciento estaba vivo al cabo de cinco años. Básicamente, era una sentencia de muerte. Ahora tenemos un 20 por ciento de pacientes que están vivos al cabo de diez años. Y con la combinación de ipilimumab y otra molécula llamada 'PD-1' la tasa de supervivencia sube por encima del 50 por ciento.

XL. ¿Hay margen de mejora?

J.A. Sí, mucho. Mediante la combinación de tratamientos queremos llegar al 90 por ciento en melanoma. Hay al menos ocho moléculas nuevas que pueden combinarse y que se están probando en diferentes tipos de cáncer, con éxitos notables.

XL. ¿Por qué la inmunoterapia funciona bien con algunos tumores y con otros no?

J.A. Creemos que intervienen varios factores. Uno es que los linfocitos T atacan a las proteínas que han mutado. Son las mutaciones las que causan el cáncer. En pacientes con melanoma funciona muy bien porque los rayos ultravioleta han inducido las mutaciones. También funciona en el cáncer de pulmón, estómago y vejiga. Todos estos tumores tienen muchas mutaciones.

XL. ¿Cree que la inmunoterapia jubilará a los otros tratamientos: cirugía, radio y quimioterapia?

J.A. No, creo que esas terapias siempre estarán ahí. Es verdad que los efectos secundarios son grandes y que no solo matan las células tumorales. Pero también hacen que el sistema inmune entre en estado de alerta, porque producen infl amación, y eso activa los linfocitos T.

XL. ¿Tendremos algún día vacunas contra el cáncer?

J.A. Lo que tenemos ahora no son exactamente vacunas, aunque previenen que se desarrolle un cáncer que ya ha aparecido. Lo que se hace es secuenciar el genoma, encontrar la proteína que ha mutado y fabricar una versión química, es decir, un antígeno, que es como una diana para que el sistema inmune la reconozca. Un problema es que algunas células cancerosas no presentan antígenos.

«Mi madre murió de cáncer. Tengo grabado cuando, con 10 años, me llevaron a despedirme de ella. Mis dos tíos también murieron de cáncer y mi hermano»

XL. Me refería a una vacuna en el sentido tradicional, que se administre antes de que aparezca el cáncer.

J.A. Se está investigando. Por ejemplo, hay situaciones precancerosas, como el síndrome de Lynch asociado a pólipos en el intestino, que con frecuencia se convierten en tumores. Y, si encontramos algo que esté en esas células tempranas antes de que se vuelvan cancerosas, eso nos daría una diana para una vacuna. Creo que en diez años podremos tener vacunas para algunos tipos de cáncer, como el de mama.

XL. Hablando de vacunas, se acaba de retirar Anthony Fauci, el científico que lideró la lucha contra la covid-19 en Estados Unidos, y Elon Musk ha pedido en Twitter que sea procesado…

J.A. Es un ataque incomprensible. Conozco a Fauci desde hace 30 años. Ha dedicado toda su vida a ayudar a los demás. Lo acusan de cambiar de opinión, pero tomas una decisión según los mejores datos disponibles en cada momento. Y, si algo no funciona, lo cambias porque no eres idiota. Al principio se sospechaba que el virus podía transmitirse por contacto, luego se vio que era sobre todo por aerosoles… Fuimos aprendiendo sobre la marcha. A Fauci lo han denigrado por ser un científico excelente. Yo le doy las gracias por velar por nuestra salud toda una vida.


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