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Delicados cíborgs envueltos en seda metálica y polvo de poliamida, criaturas acuáticas que flotan sobre volantes o formas serpenteantes que se retuercen alrededor del cuerpo. Los diseños de Iris van Herpen fusionan arquitectura, naturaleza, artesanía y tecnología para «esculpir los sentidos». Ese ha sido siempre su objetivo y ese es el título de la retrospectiva que le rinde homenaje ahora en el Museo de las Artes Decorativas de París.
La diseñadora holandesa, que aprendió en los talleres de Alexander McQueen y Claudy Jongstra, revolucionó la alta costura cuando presentó su primera colección impresa en 3D. Era el año 2010 y ahora su famoso vestido Skeleton, diseñado con esta técnica para evocar un caparazón óseo, se exhibe en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Y no es el único. El Victoria & Albert Museum de Londres, el Cooper-Hewitt Museum de Nueva York o el Palais de Tokio también recogen algunas de sus obras.
Su búsqueda experimental de tejidos creados a partir de la mezcla de materiales como el acero, la seda, la resina o el plástico reciclado ha llevado su moda a un universo futurista del que son fans grandes estrellas como Lady Gaga, Natalie Portman, Cate Blanchett o Rosalía. Van Herpen describe sus creaciones como «ilusiones ópticas» que están diseñadas para exagerar o mejorar el movimiento natural del cuerpo humano. Eso sí, esos vestidos translúcidos que recuerdan esculturas que desafían la gravedad son piezas únicas que requieren al menos 700 horas de trabajo artesanal y que llegan a alcanzar los 35.000 euros.
Y para celebrar ese enfoque único, el Museo de Artes Decorativas de París ha decidido dedicar una exposición a la artista bajo el título «Sculpting The Senses» (Esculpir los sentidos), una retrospectiva donde se fusionan moda, arte contemporáneo, diseño y ciencia. Una selección de más de cien piezas de alta costura que interactúan con obras de arte de creadores como Philip Beesley, Wim Delvoye, Rogan Brown, Kate MccGwire o Kohei Nawa.
«Sus creaciones sacuden los códigos de la indumentaria y son otras tantas aperturas hacia mundos a priori desconectados de su disciplina», explican en el catálogo de la exposición. «Sus encuentros y colaboraciones con creadores tanto del pasado como del presente son otras tantas incursiones en territorios desconocidos, cuestionamientos permanentes, alturas incomparables para sacudir el orden de las cosas y los fundamentos de la moda», añadía.
Por eso, cuando Philip Beesley le propuso visitar el Gran Colisionador de Hadrones (situado en un túnel de 27 kilómetros de circunferencia y una profundidad máxima de 175 metros bajo tierra, bajo de la frontera entre Francia y Suiza) ella aceptó de inmediato. Era lo más hermoso que jamás había visto. Llamó a su colección primavera 2015 Magnetic Motion y mostró al mundo vestidos translúcidos hechos de tela acrílica cortada con láser que se mueven y rodean el cuerpo de quien los usa como un campo de fuerza.