Hansel Emmanuel Soñar con la NBA aunque solo tengas un brazo
Hansel Emmanuel Donato, un dominicano de 18 años que perdió un brazo a los 6, deslumbra con sus habilidades al mundo del baloncesto. Y ya ha fichado por la Liga universitaria, la puerta a la NBA.
Y si llega a la NBA? Altamente improbable solo con un brazo, dicen los augures del baloncesto. Hansel Emmanuel Donato, sin embargo, no piensa desistir de su gran sueño. Bien sabe ya que en la vida no hay nada imposible.
A sus 18 años, este
Y si llega a la NBA? Altamente improbable solo con un brazo, dicen los augures del baloncesto. Hansel Emmanuel Donato, sin embargo, no piensa desistir de su gran sueño. Bien sabe ya que en la vida no hay nada imposible.
A sus 18 años, este espigado dominicano de 1,93 metros de altura y 75 kilos gana concursos de mates, dribla a velocidad endiablada, anota tiros de media y larga distancia, hace bandejas, da asistencias, rebotea, defiende, pone tapones y goza de una comprensión profunda del juego. Tanto que en 2021 fue la estrella del Life Christian Academy, su equipo, en el camino hacia el título para institutos de secundaria de Florida. ¡En su primera temporada! Para la próxima ya lo ha fichado Tennessee State University, un club de la NCAA, la Liga universitaria, gran puerta de acceso a la NBA, a cuyo draft podría acceder en un par de años.
A los 6 años se le cayó un muro encima y pasó dos horas entre los escombros
Jugar entre los mejores del mundo, enfrentarse a sus grandes ídolos LeBron James y Kevin Durant, sería la culminación de una ilusión que creyó truncada con 6 años, cuando a este hijo de una celebridad local del baloncesto dominicano criado en Los Mina, uno de los barrios más miserable de Santo Domingo, se le cayó un muro encima y pasó dos horas entre los escombros. Recuperarse le llevó más tiempo todavía. «Necesitaba ayuda con todo: atarme los zapatos, vestirme... –rememora–, pero Dios y el sueño de ser como mi papá me inspiraron. La discapacidad no es nada, le pasa a cualquiera. No hay que rendirse nunca».
Esa es su gran enseñanza. Y nadie ha aprendido más con su ejemplo que su propio padre. Conocido como Kikima, Hansel Salvador fue quien primero soñó con un futuro en la elite para su hijo, hoy apodado Kikimita. Le inoculó el baloncesto en las venas desde que comenzó a dar sus primeros pasos, circunstancia que, llegada la desgracia, proporcionó al pequeño una razón para superarse. A Hansel Emmanuel no lo detuvo haber sido despojado de su brazo izquierdo; él quería seguir jugando. «Yo me hundí, mi vida se vino abajo –rememora el padre–. Al saber que tenían que amputarle el brazo, sentí que todo había terminado».
El niño, sin embargo, perseveró. Recuperó primero el ánimo y, pese a las reticencias de su padre, volvió a coger la pelota para iniciar una inesperada progresión. «Yo tenía miedo por él –admite Salvador–. De que le golpearan los otros jugadores, de que pudiera salir malparado...». Miedos que fueron difuminándose con el tiempo, a media que el chaval comenzaba a desarrollar habilidades con un solo brazo para las cuales el resto de los mortales necesitamos dos. En realidad, la inmensa mayoría ni siquiera con cuatro lograríamos acercarnos...
Paso a paso, Kikimita prosiguió su camino, alcanzando la titularidad en los equipos de su escuela y, más tarde, del instituto. En los tiempos de Internet, era cuestión de tiempo que su destreza a una sola mano transcendiera el ámbito local. YouTube e Instagram le dieron el empujón que necesitaba. Alucinado con lo que veía en aquellos vídeos rápidamente viralizados entre los aficionados al baloncesto, Moises Michael Cruz, entrenador del instituto Life Christian Academy, en Kissimmee, muy cerca de Orlando, contactó con su padre y le propuso mudarse con su hijo a Estados Unidos para que estudiara en el centro y jugara en su equipo.
Los medios locales lo entrevistan después de cada partido fuera de casa y los fans hacen cola para obtener su autógrafo y retratarse con él
«Como mi hijo era menor me vine yo también –declaró entonces su padre a un diario local–. Él dice que llegará a jugar en la NBA, pero yo solo espero que puedan ver de lo que es capaz». Su llegada a Estados Unidos, hace ahora un año, amplificó la viralización de sus evoluciones en la Red. Se aceleraba con cada partido. En su primer torneo, el Orlando Winter Showdown, promedió 25 puntos y 11 rebotes. Unas cifras brutales para cualquier jugador. Más difícil todavía, las mantuvo durante toda la temporada, convirtiéndose así en pieza clave para la conquista del campeonato estatal de la categoría. Una de sus canastas, incluso –debidamente viralizada–, fue candidata al premio ‘Jugada del año’: Hansel rebasa a un defensor amagando un tiro y esquiva al siguiente que le sale al paso con un giro de 360 grados culminado con una suave bandeja. La pelota queda enganchada entre el aro y la tabla, a un pelo de ser canasta. Nada que impidiera incluir la maniobra, que llegó a ser emitida por los informativos del canal deportivo ESPN, entre las mejor valoradas de la temporada.
Así las cosas, no podía tardar en llegar la llamada. En agosto pasado, ya campeón, sonó el teléfono. Tennessee State, universidad con equipo de baloncesto en la NCAA –y miembro de la HBCU, entidad de ámbito nacional anterior a la Ley de Derechos Civiles de 1964 que promueve la enseñanza superior entre la comunidad afroamericana–, le ofrecía una beca para el próximo curso. Su primera oferta. Tiene lo que queda de curso para recibir más y, mientras eso llega, allá donde va recibe tratamiento de estrella. Los medios locales lo entrevistan después de cada partido fuera de casa y los fans hacen cola para obtener su autógrafo y retratarse con él. «Nunca había visto algo así. Nunca –cuenta, asombrado, el entrenador Cruz–. Cientos de niños esperan a Hansel. ¡Es una celebridad!».
Para su padre, sin embargo, es muchísimo más. «Hubo un tiempo en que yo era tu ídolo –le dijo un día en directo en un programa de la televisión dominicana–. Pero tú has acabado siendo el mío, mi profesor, por ese deseo de vida. Sé que algún día me agradecerás lo fuerte y exigente que he sido contigo».
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