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María Casares, el amor clandestino de Albert Camus 100 años del nacimiento de la actriz «Estoy que ardo, por dentro y por fuera»

La correspondencia amorosa entre el Nobel de Literatura argelino-francés y la actriz española María Casares arde de pasión. Una relación clandestina, pero profunda e intensa. Cuando se cumplen cien años del nacimiento de Casares, recuperamos uno de los más bellos amores epistolares de la historia.

Miércoles, 30 de Noviembre 2022

Tiempo de lectura: 5 min

Casi 900 cartas en quince años se cruzaron el premio Nobel de Literatura Albert Camus y la actriz María Casares. «Nunca me he sentido más pleno de fuerza y vida. La enorme alegría que me llena levantaría el mundo», escribe Camus a Casares. Ella le responde: «Toda mi vida se quedará corta para amarte».

Albert Camus y María Casares se hicieron amantes en París la noche del desembarco de Normandía. Él estaba casado

María, que había acompañado al exilio a su padre, Santiago Casares Quiroga, primer ministro de la Segunda República, encadenaba giras internacionales con la Comédie Française. Por su parte, él tenía otras relaciones, además de estar casado en segundas nupcias con Francine Faure, lo que explica sus frecuentes separaciones y el gran número de cartas que se escribieron. Se conocieron en casa de un escritor, se hicieron amantes la noche del 6 de junio de 1944, el día que se produjo el desembarco aliado en Normandía.

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Cientos de cartas. El escritor francés Albert Camus y la actriz española María Casares se cruzaron 865 cartas durante los 15 años que duró su romance. La hija de Camus, fallecida su madre, fue a conocer a la amante de su padre. Ella conservaba las cartas y la hija ofreció comprárselas. Durante años las guardó sin atreverse a hacerlas públicas.

Cuando terminó la guerra, la mujer de Camus regresó de Argelia. En 1945 dio a luz a los mellizos Catherine y Jean. La paternidad del escritor apartó a María. Rompieron. El autor de El extranjero está desconsolado. «Mire hacia donde mire, solo percibo la noche (…) sin ti ya no tengo mi fuerza. Creo que tengo ganas de morir», le escribe Camus.

Pero se reencontraron por casualidad ocho años después y retomaron la relación.

Camus escribe a su «pequeña gaviota», su «trucha negra», su «sabrosa». Las cartas son ardientes. «Estoy impaciente. Imagino el momento en que cerraremos la puerta de tu habitación», escribe Camus. “Estoy que ardo, por dentro, por fuera. Todo arde, alma, cuerpo, encima, debajo, corazón, carne (…) ¿Lo has entendido? ¿Bien entendido?», escribe Casares.

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Como Bogart. María le escribe a Camus que le recuerda a Humphrey Bogart. No era la única que lo comparaba con el actor estadounidense, sobre todo por sus gestos cuando fumaba. De hecho, algunos críticos se referían a él como 'el Bogart de las letras'.

La correspondencia, publicada por Gallimard, fue recuperada por la hija de Camus, Catherine, que dudó mucho en publicar los documentos que mostraban que su padre engañaba a su madre. Pero finalmente decidió darlas a conocer: «Sus cartas hacen que el mundo sea más vasto, el espacio más luminoso, el aire más ligero, simplemente porque existieron», escribe Catherine Camus en el prólogo del libro que compila las misivas.

La relación crece a espaldas de la esposa de Camus. «Mi madre tuvo una depresión nerviosa terrible y creo que la relación tuvo en parte la culpa», dice Catherine. «Pero creo que también si María no hubiera estado allí, mi padre no hubiera resistido. Por eso creo que mi madre sabía de la relación y por eso quería tanto a María», añade la hija, quien tras la muerte de su madre, a comienzos de los 90, buscó conocer a la amante del escritor y le compró la correspondencia amorosa que la española guardaba «en unos bolsos de viaje, de manera desordenada —cuenta Catherine—, como ella era».

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La musa del existencialismo francés. María Casares protagonizó varias obras escritas por Camus, como El Malentendido o Los justos. También interpretó obras de Sartre, Cocteau, Genet...

La última carta de Camus a su gran amor está fechada del 30 de diciembre de 1959. «Última carta», escribe el escritor de forma premonitoria. Instalado en su casa del sureste francés desde noviembre de ese año, anuncia a su amante que finalmente regresará «por carretera» a París el 4 de enero. «Hasta pronto, mi preciosa. Estoy tan contento con la idea de volver a verte, que me río mientras te escribo (…) Te mando besos, te abrazo contra mí hasta el martes, cuando volveré a hacerlo».

Pero el escritor nunca llegó a París, murió cuando el coche del editor Michel Gallimard, con quien viajaba Camus, se estrelló contra un plátano oriental al sur de Fontainebleau. En el bolso del novelista: el manuscrito inacabado de El primer hombre, que sería publicado 34 años más tarde. María quedó desolada. Siguió soltera hasta 1978, cuando se casó con uno de sus mejores amigos, André Schlesser.

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Encuentros. Para María Casares, Camus fue 'el único', su gran amor. Con André Schlesser compró a medias una casa en 1961 en La Vergne, municipio de Alloue. Al morir sin descendencia María (André falleció antes), la casa señorial fue donada al ayuntamiento y es hoy un lugar de encuentro de artistas.

Pero la vida de María Casares fue apasionante y apasionada incluso al margen de Camus. Era hija de un matrimonio liberal y no precisamente bien avenido que se trasladó de la Galicia natal de María a Madrid para que su padre trabajase para el gobierno republicano. Pero con el golpe de Estado de 1936 tuvieron que huir de España. María tenía 14 años y cruzó la frontera francesa con su madre y con el amante de esta, un militante marxista de 18 años llamado Enrique López Tolentino. Los tres se instalaron en un pequeño apartamento de París donde el joven se convertiría también en amante de María.

Aquella promiscuidad no era entonces habitual ni en el mundo del teatro, al que siendo menor de edad ya se incorporaría la joven inmigrante gallega, que no lo tuvo nada fácil: por su acento, su fisonomía y su gesticulación, exagerada a juicio de los directores franceses. Fue así rechazada en muchas compañías de teatro. Pero nada la desanimó. Logró pulir su acento hasta parecer francesa sin renunciar a su voz ronca y consiguió en pocos años un gran éxito profesional.

María Casares debutó en Broadway, protagonizó el festival de Teatro de Avignon, actuó en Buenos Aires... Solo en España hubo que esperar hasta 1976 para verla; había prometido no pisar el país mientras viviese Franco. Pero aquella visita no la animó a instalarse aquí. Regresó a Francia, donde poco después, como ya contamos, se casó con Schlesser. A finales de los 90 se planteó visitar Galicia, donde había nacido, pero murió en Alloue en noviembre de 1996 sin haber vuelto a su tierra. Tenía 74 años.


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