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El protegido de la Reina que fue espía de Stalin... y de Hitler

Anthony Blunt, asesor personal de Isabel II

El protegido de la Reina que fue espía de Stalin... y de Hitler

Getty Images.

Anthony Blunt es el gran resbalón del servicio secreto británico: el asesor personal de la reina Isabel II, con acceso al palacio de Buckingham, era topo de la KGB. Ahora, un estudioso lo acusa de haber trabajado también para los nazis, lo que cambiaría el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Viernes, 17 de Mayo 2024

Tiempo de lectura: 8 min

Durante treinta años trabajó como asesor personal de la reina Isabel de Inglaterra. Nombrado caballero por su labor al frente del patrimonio artístico de la familia real, Anthony Blunt fue durante décadas uno de los académicos más respetados de Inglaterra. Nadie sabía que, mientras este elegante profesor de Cambridge entraba y salía de Buckingham, desplegaba una doble vida trabajando como espía para la Unión Soviética.

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La caída del hombre honorable. Sir Anthony Blunt, junto con la reina Isabel, en la portada del Daily Mirror de 1979, en la que por primera vez era señalado públicamente como traidor. Fue despojado de su título de caballero tras confirmarse que fue agente doble. Más arriba, en la imagen que abre este reportaje, Blunt posa frente a un retrato del príncipe Baltasar Carlos, de Velázquez, en 1962, antes de que se conociese que había sido espía para la URSS.

En 1964, el propio Blunt se lo confesó en privado a los servicios secretos británicos, y en 1979 Margaret Thatcher lo confirmó en público, pero hasta que murió, en 1983, no hubo más condena para este topo que perder el título de sir al final de sus días. De hecho, Blunt es uno de los espías más inquietantes del siglo XX y el tropezón más humillante de la Inteligencia británica. Pero, además, entre sus hazañas tiene en su haber ser nada menos que el reclutador de los llamados Cinco de Cambridge, los famosos espías captados en esa universidad por la KGB y a los que John le Carré inmortalizó en su novela Calderero, sastre, soldado, espía y en otras.

Y por si todo eso no fuese lo suficientemente escandaloso y vergonzoso para los servicios secretos, aún hay más: ahora un nuevo libro, El traidor de Arnhem, de Robert Verkaik, apunta a que Blunt también espió para los nazis. El viaje al lado oscuro de Anthony Blunt parece no tener fin.

El origen familiar de Blunt en nada hacía presagiar su futura 'triple vida'. Nacido en 1907, hijo de un prestigioso reverendo emparentado con la familia real, recibió una exquisita educación y se graduó en Cambridge en Lenguas Modernas, donde acabó siendo profesor de francés. En los años cuarenta, el rey Jorge VI lo nombró conservador jefe de la Colección Real y, en 1952, Isabel II lo distinguió como su asesor personal para temas artísticos.

De hecho, la primera vez que Blunt puso un pie en Buckingham ya trabajaba para la URSS. Fue reclutado por la policía política soviética (luego, KGB) en 1934, cuando tenía 27 años, durante un viaje a Rusia. Pero como un profesor de francés tenía poco acceso a material clasificado, Blunt se alistó en 1939 en el Ejército y un año después logró que lo reclutara el MI5, el servicio de espionaje británico. Durante la Segunda Guerra Mundial, Blunt ya era un agente doble plenamente operativo.

Isabel II sabía que era espía. Pero nunca lo expulsó de palacio. No quiso reconocer que su padre había contratado a un topo soviético

Cuando en 1964 el MI5 descubrió que había pasado innumerables documentos a la URSS, la humillación para el servicio secreto fue tal que decidieron no hacerlo público. Tan solo avisaron a la reina, quien, sorprendentemente, aceptó que siguiera siendo el custodio de la pinacoteca de Buckingham. También continuó diez años más como profesor de Historia del Arte en el prestigioso instituto Courtland en la Universidad de Londres.

¿Por qué la reina no tomó medidas y lo expulsó de palacio? Hay analistas que apuntan que no quiso manchar el nombre de su padre al reconocer que había contratado a un espía comunista.

Silenciado su caso por el MI5 e 'indultado' por la reina, Blunt siguió viviendo como si nada. Hasta que, el 15 de noviembre de 1979, Margaret Thatcher confirmó ante el Parlamento que Blunt había espiado para Stalin. Lo hizo azuzada por un libro que apuntaba en esa dirección y ante la imposibilidad de ocultarlo más. Tras la confirmación de Thatcher, el propio Blunt lo reconoció en una comparecencia pública. «Puse mi conciencia por encima de la lealtad a mi país», afirmó sin pedir perdón, aunque conmovido y al borde de las lágrimas en una entrevista en la BBC.

El gran escándalo del espionaje en Gran Bretaña

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Los Cinco de Cambridge

Su caso, como pocos, ha alimentado la literatura. Pero quiénes eran y cómo operaron.

Fueron cinco agentes dobles, de la élite inglesa, que espiaron para la URSS. Cuatro están identificados: Kim Philby, Guy Burgess, Donald Maclean y Anthony Blunt se conocieron en Cambridge. El quinto hombre, según un desertor de la KGB, era John Cairncross, pero él nunca lo admitió. Blunt (en la foto con dos amigos en Cambridge) reclutó a los estudiantes para la causa soviética. Philby... Leer más

En el fondo, el viejo zorro sabía que estaba blindado; si él quedaba mal, la monarquía quedaba aún peor... y por ello sus actividades como espía no tendrían grandes consecuencias. Juzgado y condenado por alta traición, a sus 72 años no ingresó en prisión y para entonces ya estaba jubilado de sus actividades públicas. Perdió el título de sir, eso sí, y empezó a escribir sus memorias, que se publicaron veinticinco años después de su muerte, como él había dispuesto. Su justificación para la traición a su país: «Había un entusiasmo tan grande por cualquier actividad antifascista que cometí el mayor error de mi vida». Pues bien, ahora parece que el error puede haber sido aún mayor. En el libro El traidor de Arnhem, el investigador Robert Verkaik apunta, con sustanciales evidencias, que Blunt fue Josephine, un espía hasta ahora no identificado que proporcionó a los nazis detalles cruciales de una operación vital para los aliados y que tuvo determinantes consecuencias en el fin de la guerra.

La operación secreta de Josephine

La llamada Operación Market-Garden, en septiembre de 1944, fue la mayor operación aerotransportada montada por los aliados y uno de sus más estrepitosos fracasos. Su objetivo era controlar una serie de puentes de los Países Bajos, que permanecían bajo ocupación alemana, y permitir así un rápido avance de los aliados hacia el corazón de Alemania.

De haber salido bien la operación, el éxito habría acelerado el fin de la guerra y permitido a los aliados llegar a Berlín mucho antes que los soviéticos. Obviamente, a Stalin no le interesaba que las tropas estadounidenses y británicas pisaran la capital de Alemania mientras él seguía atascado en el frente oriental. Para entonces, el dictador ya tenía planes para apoderarse de Europa del Este y 'poner una pica' en Berlín era un paso clave. Por eso era crucial que la Operación Market-Garden fracasase. Y los soviéticos no dudaron en ayudar a los nazis brindándoles información sobre aquella intervención militar.

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El diablo está en los detalles. Anthony Blunt muestra a la princesa Margarita un detalle de un baúl antiguo. La familia real británica posee una de las colecciones de arte más importantes del mundo y durante más de tres décadas Blunt fue su custodio.

Los rusos movilizaron para ello a dos agentes dobles. Uno, como ya se sabía, fue el holandés Christiaan Lindemans, pero los alemanes recibieron un segundo informe más preciso de otro agente con el nombre en clave de Josephine. Verkaik, tras una exhaustiva investigación, concluye que Josephine no pudo ser otro que Blunt.

De ser cierto, «las acciones de Blunt habrían contribuido a la muerte de decenas de miles de soldados aliados y de incontables civiles que perecieron como resultado de una guerra prolongada», escribe Verkaik en The Sunday Times. Y añade que al topo también se le podrían atribuir las violaciones de al menos un millón de mujeres alemanas por parte de los rusos cuando estos entraron por el este hasta tomar Berlín.

Cuando Blunt ingresó en el MI5 en 1940, el profesor ya pasaba información a los soviéticos. Ascendió rápidamente y formó parte del pequeño grupo que estaba al tanto de la Operación Market-Garden. Miles de paracaidistas desembarcaron en los Países Bajos bajo el dominio nazi. Pero los aliados se enfrentaron a una resistencia inesperada, en especial en Arnhem, donde se ubicaba el principal puente sobre el Rin, que debían recuperar. Los aliados fueron derrotados. Sus bajas se cifran en torno a los 17.000 muertos y heridos. Las alemanas se redujeron a 8500.

A vueltas con el suicidio

En su libro, Verkaik afirma que Blunt tenía «los medios, el motivo y la oportunidad» para ser Josephine y que ningún otro personaje encaja en el perfil de ese misterioso topo. Además, después de la Operación Market-Garden, el MI5 le encargó a Blunt localizar a Josephine, con nulos resultados; según Verkaik, se estaba investigando a sí mismo.

Verkaik admite que no puede probar «más allá de toda duda razonable» su teoría, pero las probabilidades son extraordinariamente altas.

Blunt sería también 'Josephine', agente que filtró a los nazis la mayor operación aerotransportada de los aliados. Esa filtración retrasó el fin de la guerra

La publicación de las memorias de Blunt, en 2009, ya enturbió el prestigio del personaje; entre otros motivos porque en sus páginas delató a decenas de agentes británicos que fueron capturados por los soviéticos y, en muchos casos, ejecutados. Si además fuese Josephine, añadiría muchos muertos más a su nombre.

En su autobiografía, Blunt escribió que se había desilusionado del marxismo y como arrepentimiento explicó que en algún momento llegó a contemplar el suicidio. «Mucha gente dirá que hubiera sido lo más honorable, pero yo llegué a la conclusión de que, al contrario, hubiera sido una solución cobarde», escribió, y decidió concentrarse «en el trabajo y en el whisky». Blunt, abiertamente homosexual, murió sin descendencia en su casa de Londres, en 1983, de un infarto a los 75 años.

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