La Revolución Cultural en China
Secciones
Servicios
Destacamos
La Revolución Cultural en China
Los padres de los dos ciudadanos chinos más famosos del momento se conocían muy bien, algo que muy pocos saben incluso en la propia China. Trabaron amistad en 1940 y se vieron habitualmente. Excepto durante la década de la Revolución Cultural, cuando ambos, comunistas convencidos, fueron deportados, encerrados, humillados y torturados.
Compartieron buena parte del camino. Ambos fueron perseguidos durante la Revolución Cultural. «Nosotros, los hijos, podríamos intercambiar experiencias», ha declarado el artista Ai Weiwei. Él, ahora con 67 años, y el presidente Xi Jinping, de 71, crecieron en medio de un caos sangriento que arrancó a comienzos de 1966, La Revolución Cultural china, que ha marcado a toda una generación.
En aquellos meses, el líder comunista Mao Tse-Tung quiso desembarazarse de sus rivales y de la élite ilustrada del país. Sus opositores, cada vez más influyentes, lo hacían responsable de la tragedia del Gran Salto Adelante, una campaña de industrialización a consecuencia de la cual murieron de hambre 45 millones de personas entre 1958 y 1962. Mao temía por su permanencia en el poder. Un grupo de radicales, bajo la dirección de su propia esposa, urdió la campaña, que debía partir desde las propias escuelas. La República Popular se había fundado en 1949, y 1966 fue el primer año en el que en los colegios solo había ya niños nacidos y criados bajo el sistema maoísta. Estos niños no conocían otra cosa, eran los instrumentos perfectos. El 16 de mayo, el politburó aprobó el comienzo de la Gran Revolución Cultural Proletaria. El 1 de junio se suspendieron las clases. El Periódico del Pueblo llamó a la población a perseguir a los ‘monstruos’.
El actual presidente, Xi Jinping, tenía entonces 13 años y era alumno de un internado de Pekín, al que muchos altos cuadros del partido enviaban a sus hijos. Fueron estos escolares los que siguieron con mayor entusiasmo el llamamiento de las autoridades. Iban al colegio con los uniformes militares de sus padres, declamaban textos de Mao y buscaban ‘elementos burgueses’ entre el profesorado. Se hacían llamar guardias rojos y se comprometieron a aplastar a los rivales de Mao.
El joven Xi Jinping estaba predestinado a ser un guardia rojo. Su padre, Xi Zhongxun, nacido en 1913, era un revolucionario de la primera hornada. En los años cuarenta había conocido a otro comunista llamado Ai Qing, quien más tarde sería el padre de Ai Weiwei. Sin embargo, poco después el padre de Xi cayó víctima de una intriga y fue apartado de sus cargos. El joven Xi Jinping, como hijo de un ‘reaccionario’, vio vedado su acceso a los guardias rojos.
En una primera oleada de violencia, estos jóvenes fanáticos asesinaron a 1800 personas solo en Pekín. El propio Mao los alentaba en su furia ciega contra sus profesores. La represión llegó a los familiares de los sospechosos y detenidos.
La madre de Xi Jinping fue deportada a provincias, su hermanastro Xi Heping murió. El joven Xi, que había nacido en un círculo privilegiado, de repente fue declarado un proscrito. Vagó desorientado por Pekín y acabó cayendo en las garras de uno de estos grupos. «Me tomaron por alguien importante» , contó más tarde en una entrevista. Me preguntaron. ‘¿De qué gravedad crees que son tus delitos?’. Yo les dije. ‘Decidid vosotros si soy lo suficientemente culpable como para ejecutarme’. Me respondieron. ‘Eres lo suficientemente culpable como para ejecutarte cien veces’. Contesté que no había ninguna diferencia entre fusilar a alguien una vez o cien».
Al final, Xi fue enviado a un centro de reclusión, pero el caos de aquellos días vino en su ayuda: el correccional estaba abarrotado, no cabía nadie más.
Ai Weiwei tenía nueve años cuando la violencia se adueñó de Pekín. Su padre, Ai Qing, había entrado en la capital con las tropas de Mao en 1949 y cantó la victoria de su líder en un poema que lo hizo célebre en todo el país. Sin embargo, su gloria duró poco.
Ai Qing cayó víctima de una purga, en 1957, el año en el que nació su hijo Weiwei. Desde 1959 vivió exiliado con su familia en el oeste de China, obligado a realizar trabajos forzados. «Aunque aquella condena fue dura, no fue nada si se compara con el destino que le esperaba a la familia cuando comenzó la Revolución Cultural. Hasta 1966, mi padre se había sentido agraviado y humillado» , dice el hermano de Ai Weiwei, el escritor Ai Dan, de 53 años. Pero a partir de ese momento se unieron la tortura física y la psicológica. Cuando su padre iba por la calle, le tiraban piedras. «Una vez vi a unos niños golpearlo con una pala, así, sin más, solo para divertirse. Cómo odié a aquellos niños» En 1966, unos hombres entraron a la fuerza en la casa de Ai Qing y lo llevaron, junto con su mujer y sus hijos, a un campo de trabajo cerca del desierto del Gobi.
La familia vivió allí durante años, en un agujero excavado en el suelo y alimentándose de los desperdicios de la cocina del campo. El otrora aclamado poeta tenía que limpiar las letrinas y, en invierno, que arrancar los excrementos congelados con un pico para poder sacarlos.
El padre de Ai fue exhibido en público y obligado a reconocer sus errores. «Cuando vives estas cosas de niño, luego solo te quedan dos posibilidades« dice Ai Dan. «Puedes renunciar a ti mismo, a lo que eres, o puedes exteriorizar tu rabia. Yo tenía cinco años y aprendí a adaptarme. Mi hermano Ai Weiwei tenía diez, era más sensible y es más inteligente que yo. Él tomó la decisión contraria»
La Revolución Cultural cayó sobre el antiguo soldado Xi con la misma brutalidad que sobre el ‘derechista’ Ai Qing. En el invierno de 1966, Xi fue arrestado por reaccionario y sometido a intensos interrogatorios. Los militares autorizaron su traslado a Pekín, donde vivió en arresto domiciliario hasta la muerte de Mao. Cuando volvió a ver a su familia, siete años después, no fue capaz de reconocer a sus hijos. ¿Eres Jinping o Yuanping?, le preguntó al más joven de los dos.
Por su parte, la familia de Ai Qing tuvo que pasar unos cuantos años más en el exilio. A comienzos de los setenta se autorizó al padre, que había perdido la visión en un ojo, a viajar a Pekín para someterse a una revisión, y sus hijos lo acompañaron. En 1978, tras la muerte de Mao, Ai Weiwei se matriculó en la Facultad de Cine. En 1981, cuando su padre ya había sido oficialmente rehabilitado y China comenzaba a abrirse lentamente al mundo, vio que no quedaba nada que lo retuviera en su país. Se marchó a Nueva York, donde sobrevivió haciendo trabajos ocasionales mientras estudiaba Diseño.
Fue también en esos años cuando los padres de Ai y Xi volvieron a encontrarse. No se sabe con cuánta frecuencia se veían. El hermano de Ai Weiwei tiene varias fotografías en las que aparecen juntos. Y que destilan confianza.Los primeros trabajos de Ai Weiwei impresionaron enormemente a los críticos occidentales debido a su radical confrontación con la cultura china
Ai rompía jarrones y otros símbolos tradicionales, destruía objetos antiguos para recomponerlos con otra forma, o se fotografiaba delante de la puerta de la Paz Celestial con el dedo alzado en un gesto obsceno. No hace falta ser un crítico de arte para comprender el trasfondo biográfico de su radicalismo.
El joven Xi Jinping siguió el camino opuesto. Cuando el caos de la Revolución Cultural alcanzó su punto álgido, siguió las indicaciones de Mao de que los jóvenes de las ciudades debían ir al campo para aprender de los campesinos. Acabó en una granja; tenía que dormir en una cueva y trabajaba mucho. Pero hizo contactos y consiguió ascender a secretario de su grupo de trabajo. En 1974 fue finalmente aceptado en el Partido.
Un año más tarde regresó a Pekín y empezó a tejer la red que lo llevó al centro del poder pasando por una sucesión de puestos influyentes. Fue elegido secretario general del Partido en 2012 y presidente de la República Popular en 2013. ¿Por qué el joven Xi Jinping se reconcilió con el régimen que tanto los vejó a él y a su padre? ¿Por qué parece estar tomando como modelo la Revolución Cultural, promoviendo por ejemplo el culto a su persona o forzando a los críticos a confesar sus culpas en puestas en escena televisadas para toda la nación?
La politóloga Patricia Thornton, de Oxford, afirma. «El presidente Xi pertenece a un pequeño grupo de dirigentes que se consideran a sí mismos rojos de nacimiento. Para alguien con sus orígenes, añade, es lógico haberse decantado por el Partido, a pesar del caos de los años sesenta. Era la única forma de organización que quedaba tras la Revolución Cultural.»
En junio de 1981, cinco años después de la muerte de Mao, el Comité Central del Partido Comunista Chino afirmó que la Revolución Cultural fue responsable de las más graves pérdidas , sufridas tanto por el Partido como por el Estado y el Pueblo. Tres años más tarde, Xi Zhongxun, el padre del actual presidente del país, habló en Shanghái ante un pequeño grupo de amigos del Partido. El presidente Mao dijo nos hizo ver la Revolución Cultural como algo malo en un 30 por ciento y como bueno en un 70 por ciento. ¿Dónde está ese 70 por ciento bueno? No había nada de bueno en la Revolución Cultural. Fue una iniciativa equivocada.