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El Benidorm de los hackers rusos Los emprendedores huyen tras la invasión a Ucrania Chipre capitaliza la fuga de cerebros de Moscú

Ya era un destino popular para los rusos, pero con la guerra de Ucrania se ha convertido en el refugio de los emprendedores del sector tecnológico que huyen de Moscú. Chipre, un país de la Unión Europea, quiere retener ese nuevo talento con atractivas ofertas, pero ¿quién capitaliza en verdad esa fuga de cerebros?

Sábado, 13 de Agosto 2022, 00:06h

Tiempo de lectura: 10 min

Su huida de Moscú ha llevado a Igor Ochrimtschuk hasta el chiringuito Malindi Bar, en Chipre, y sus tumbonas al borde del mar. La capital rusa está muy lejos, pero para este empresario es como haber retornado al círculo de sus viejos compañeros de profesión. «Todos mis conocidos andan por aquí», dice.

El chiringuito Malindi Bar se ha convertido en uno de los puntos de encuentro más importantes para programadores y emprendedores del sector tecnológico que han tomado el camino de Chipre desde la Europa del Este. Y son muchos. Se calcula que hasta 170.000 profesionales del sector de las nuevas tecnologías han salido de Rusia desde la invasión de Ucrania. Desde el estallido de la guerra, en Chipre los anuncios de empresas rusas que buscan trabajadores en la isla se ha más que doblado. Armenios y georgianos también se están beneficiando de esta diáspora: según el portal Headhunter.ru, los anuncios en estas dos exrepúblicas soviéticas se han multiplicado por siete y por ocho.

Hasta 17.000 profesionales de las nuevas tecnologías han salido de Rusia desde la invasión de Ucrania. En Chipre se han duplicado los anuncios de empresas que los buscan

El perjuicio para la economía rusa podría ser enorme, ya que con los empleados de la industria tecnológica se está marchando del país la mano de obra mejor formada: el 80 por ciento de estos emigrantes tiene titulación superior, por solo un 27 por ciento que la tiene entre la población general. Y son jóvenes: su edad media se sitúa en los 32 años.

Ochrimtschuk, que ha creado la empresa MySpeech, ilustra con claridad por qué la industria tecnológica ha llegado a ser tan relevante para Rusia: su economía está tan dominada por grandes empresas estatales y oligarcas enemigos de toda forma de innovación que aplastan a sus competidores más creativos a base de puro poder. La industria tecnológica es una de las pocas que ofrece posibilidades de ascenso rápido a jóvenes como Ochrimtschuk. El destino ideal para empresarios con pocos años y muchas ideas. A eso se une que ofrece unos salarios enormes para los estándares del país: en Rusia, los expertos en nuevas tecnologías pueden ganar entre 3000 y 4000 euros al mes. En algunas regiones, esa cifra representa diez veces el salario medio.

Después de trabajar para otras empresas, Ochrimtschuk decidió intentarlo por su cuenta y creó MySpeech, una aplicación que ayuda a niños con trastornos del lenguaje. Hoy, su compañía tiene 40 empleados, a los que hay que sumar 130 logopedas free lance. Pero llegó un momento en el que ya no podía trabajar desde Moscú. Las sanciones económicas contra Rusia le imposibilitaban transferir los pagos a los proveedores de los servicios de videotelefonía que utilizaban los niños y los logopedas para comunicarse. Además, la guerra era una amenaza para sus planes de expansión exterior, por ejemplo, al sur de Europa o América Latina. Con la situación actual, una empresa rusa lo tiene muy complicado para salir adelante fuera de su país. Por eso, Ochrimtschuk quiere posicionarse ahora como proveedor europeo, con sede en Lárnaca (Chipre) en vez de en Moscú.

Entre las ventajas que ofrece la isla, se encuentra que las autoridades chipriotas facilitan en cuestión de días los permisos de residencia y trabajo a los solicitantes cualificados y a sus parejas.

El Moscú del Mediterráneo

Chipre, además, se beneficia de llevar años siendo un destino muy popular entre los emigrantes rusos. La comunidad rusoparlante era ya tan grande antes de la guerra que el Financial Times se refería a Chipre como «el Moscú del Mediterráneo». La isla recurre a todo tipo de estímulos para atraer a las tecnológicas. Hay rebajas fiscales muy generosas, también se están construyendo nuevos edificios de oficinas. Y ahora bastan cinco años de residencia y trabajo en la isla para solicitar la nacionalidad chipriota; si se tienen conocimientos de griego, pueden ser incluso cuatro.

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Paraíso ruso. Limasol es la segunda ciudad más extensa de Chipre y hogar de más de 30.000 rusos que comenzaron a llegar tras el fin de la URSS. |contacto

Ya desde finales de febrero, muchas empresas empezaron a desplazar empleados en masa a Chipre. Cientos de ellas se trasladaron a la isla en cuestión de semanas. Pero solo una minoría abandonó el país pensando que la guerra y las sanciones podrían suponer un peligro para su supervivencia económica. El miedo a la evolución del panorama político ha pesado más. «No quiero que a mi hijo lo adoctrinen en el colegio», dice un programador que hasta hace poco trabajaba para el banco estatal Sberbank. «Simplemente, ha llegado el momento de tomar partido con claridad», dice por su parte Anton Popov, creador de Realytics, un servicio que examina mediante inteligencia artificial las valoraciones on-line de millones de usuarios para clientes como la cadena de comida rápida KFC. También pesa el temor a no poder llevar a la práctica el sueño de crear una compañía propia y triunfar con ella: aunque Rusia tiene 143 millones de habitantes, para muchas start-ups solo resulta interesante como banco de pruebas para dar luego el salto a otros mercados.

Y la censura política del Kremlin ha terminado de espantar a la comunidad digital. Durante mucho tiempo, el Gobierno toleró todas las iniciativas que surgían en RuNet, la Internet rusa, porque las veía como actividades sin mayor relevancia política, lo que dejaba mucho margen de actuación a los desarrolladores. Pero todo eso se acabó cuando, en 2012, el agregador de noticias Yandex-News superó en audiencia a los grandes canales estatales de televisión. A partir de ese momento, el Kremlin inició la construcción de una infraestructura dedicada al ejercicio de la censura, y empresas que se habían venido demasiado arriba como Yandex o Vk.com, un clon de Facebook, tuvieron que volver al redil.

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Con Putin. Una manifestación prorrusa en marzo pasado en Lárnaca, otra ciudad chipriota con importante presencia 'moscovita'. |age

Aquel fue el punto de partida de una sucesión de crisis en el sector: en 2014, la cotización bursátil de las empresas tecnológicas se desplomó dos veces, la primera a consecuencia de la anexión de la península de Crimea y la segunda debido a una caída drástica del precio del petróleo. En 2018, Roskomnadzor –el supervisor ruso de Internet– inició un juego del gato y el ratón con Telegram: en su intento por bloquear al 'revoltoso' servicio de mensajería, lo único que consiguió fue que durante días resultase imposible acceder desde Moscú a prácticamente ninguna página de Internet. Hasta la tienda on-line de Amazon y la web del Museo del Kremlin se vieron afectadas. Mientras, Telegram siguió funcionando como si tal cosa.

Por todo ello, muchas empresas tecnológicas rusas empezaron a preparar un plan B. Crearon cabezas de puente en Occidente y desplazaron pequeños equipos al extranjero. La mayoría de ellas no vieron venir la invasión de Ucrania, pero, por si acaso, tenía las maletas preparadas.

Entre las empresas que se han visto especialmente afectadas por la guerra y las sanciones se encuentra Yandex. A lo largo de los últimos años, este buscador ha conseguido convertirse en una de las diez compañías más valiosas de Rusia, una esperanzadora excepción dentro de una lista dominada por bancos estatales y empresas de extracción de materias primas. Pero desde el comienzo de la crisis de Ucrania, su valor en Bolsa ha caído de los 30.000 millones a los 8000 millones de dólares.

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Rusos en la costa. Chipre, miembro de la Unión Europea, guarda inquietantes lazos con Moscú. Ciudades costeras como Limasol y Lárnaca cuentan con restaurantes y clubes orientados a sus habitantes rusos. |GETTY IMAGES

La empresa se encuentra atrapada entre dos fuegos. El Kremlin presiona para que el buscador no ofrezca a sus usuarios resultados que no se ajusten a la propaganda rusa, pero al mismo tiempo la compañía y sus directivos se han convertido en blanco de las sanciones occidentales. La situación es paradójica: Yandex ha acabado desempeñando un papel clave en los intentos del Kremlin de esconder a su población la realidad en Ucrania, pero, al mismo tiempo, es objeto de la hostilidad de la mayor parte de los partidarios de Putin y su guerra.

A principios de abril, y en uno de los gestos de protesta más destacados llevados a cabo por la empresa, Elena Bunina dejó su cargo como consejera delegada de Yandex y se trasladó a Israel, desde donde sigue trabajando para la compañía. No está sola: varios miles de los casi 19.000 empleados de Yandex se han marchado ya del país. La compañía ha alquilado edificios de oficinas para ellos en lugares como Tel Aviv, Ereván (la capital de Armenia) y Turquía.

La reacción de los ‘halcones’ del Kremlin

¿Esta estrategia funcionará a largo plazo? De momento, Arkady Volozh –el fundador de Yandex– ha decidido dejar el negocio por culpa de las sanciones de la Unión Europea. Y su plataforma de noticias, Yandex-News, se ha desgajado de la matriz y va a ser absorbida por un conglomerado empresarial controlado por Gazprom-Media. Incluso hay rumores de que la compañía podría partirse en dos: un pequeño grupo de directivos intentaría relanzar la actividad desde el extranjero; a cambio, la parte rusa del negocio se acercaría más al Kremlin. Algunos medios de comunicación han llegado a publicar la noticia de la apertura de una nueva sede central en Israel, noticia desmentida desde Yandex.

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Marcha. Ayia Napa –famosa por sus playas y sus discotecas– es otro destino frecuente de los rusos en Chipre. |age

Todavía resulta complicado cuantificar el impacto de esta 'fuga de cerebros' en la economía rusa. De todos modos, los halcones de Moscú ya están reaccionando con amenazas. Por ejemplo, que a los expertos en tecnologías de la información se los obligue a presentar en la frontera un permiso de los servicios de inteligencia para poder salir del país. El ministerio encargado de los asuntos digitales por el momento se muestra contrario a la propuesta.

Mientras sigan colaborando para empresas rusas desde el extranjero, muchos de estos trabajadores altamente cualificados no estarán del todo perdidos para la economía nacional. Además, parece que no va a haber falta de relevo, ni mucho menos: en las escuelas de programación gestionadas por Yandex, el número de matriculaciones se ha triplicado desde el comienzo de la guerra. Dado que se espera que la situación económica en muchas regiones del país vaya a peor en los próximos meses, cada vez son más los jóvenes que se interesan por los bien pagados empleos en el sector digital.

Chipre atrae a las tecnológicas con generosas rebajas fiscales, pero Uzbekistán y Armenia están contraatacando. E Israel también se ha lanzado a por los 'cerebros' rusos

Por otro lado, el éxodo de las tecnológicas rusas ha despertado la codicia de medio mundo. Muchos países confían en atraer a empresas y especialistas rusos a semejanza de lo que está haciendo Chipre. Uzbekistán ha puesto en marcha un programa específico para favorecer que las empresas rusas de Internet se asienten en su territorio. Armenia apuesta por la reducción de los trámites burocráticos: el registro de una empresa no lleva más de 15 minutos. E Israel ha acelerado el proceso de entrada de emigrantes cualificados: en el caso de los expertos rusos en nuevas tecnologías, las comprobaciones de seguridad y el proceso de concesión de los permisos de trabajo han pasado de durar varias semanas a solo unos días.

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Más que turismo pasajero. La comunidad rusa radicada en Chipre ha ido echando raíces en este pequeño Estado miembro de la UE desde el final de la URSS. Además de consumir, han invertido en abrir sus propios negocios para construirse una vida cotidiana lo más cercana a sus códigos. |getty images

En realidad, en este sector, tener una sede fija es cada vez menos importante. Alexéi Odin es de Perm, una ciudad en los Urales, pero hace mucho que su lugar de nacimiento no tiene ninguna influencia en su vida. Hasta hace poco, el equipo de Odin trabajaba desde Bali. Su intención era trasladarse a Londres, pero nuestra conversación con él tiene lugar en una cafetería de Lárnaca. Al principio alquiló un pequeño hotel para albergar a su docena de empleados, cuenta; le costaba 10.000 dólares al mes. Ahora se ahorra ese dinero porque su gente prefiere trabajar desde la terraza del Starbucks. La filial en Lárnaca de esta cadena de cafeterías es lo más parecido a un hogar para los nómadas digitales.

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Moteros. Además de negocios propios, los rusos radicados en Chipre crean su red de ocio y aficiones. Aquí, tres miembros de un club de moteros moscovitas en el puerto de Limassol. |getty images

El nuevo proyecto de Alexéi Odin se llama Skipp. Se trata de una herramienta de intermediación para autónomos del sector tecnológico: las empresas pueden usarla para crear ad hoc equipos de especialistas repartidos por los cinco continentes y que no se han visto en su vida. En Skipp hay diseñadores de UX de Sudáfrica, desarrolladores de Europa del Este, product managers que trabajan desde Asia. El portal conecta a trabajadores especializados repartidos por todo el planeta con el mercado global. Skipp podría transformar el mundo laboral en la dirección que Alexéi Odin y otros muchos expertos rusos en nuevas tecnologías llevan tiempo señalando. De hecho, él ya tiene a la vista el siguiente traslado: acaba de solicitar un visado para Estados Unidos.


Etiquetas: Guerra de Ucrania
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